Capítulo 8

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Lapis estaba preparando su desayuno.

Pancakes.

Era un bello sábado, y bueno, era bello porque no había nada que hacer, ningún viaje, sólo descansar.

Se sirvió dos pancakes en un plato y sacó el jugo del refrigerador, llenó un vaso con este. Fue con eso a la pequeña sala y prendió el televisor, estaba el noticiero matutino.

Nuevamente se registran reportes de tráfico de drogas y armas en la región, no hay detenidos. En otras noticias, hoy es el día de...

—Aburrido —cambió el canal—. Sí esto está mejor —dejó un canal de películas 24/7.

Comenzó a desayunar tranquilamente, revisó su teléfono, ignorando el televisor. Tenía unos cuantos mensajes, los abrió.



[Lil]: Hola!

[Lil]: La llevé a una fiesta ayer, se divirtió mucho 😊

[Lil]: Te dejo esta foto <3 Espero verte pronto, adiós!



La peliazul observaba sonriente aquella fotografía.

Tocaron el timbre. Lapis fue a ver quien era. Abrió la puerta.

—¡Lapis! —gritó el joven de cabello rizado, la abrazó alegremente.

—Steven, Perla... ¿Qué hacen aquí? —sonrió.

—Perla me trajo de paseo a Raleigh —rió—. Dijo que necesitaba salir.

—Sí, lo necesitaba —
dijo la mujer pálida.

—Pasen...

—Cielos —Steven miró su reloj—. Lapis, ¿puedo ver Amigos llorones del desayuno?

—Oh, claro, allá está el control apuntó a la mesita.

—¿Cómo has estado, Lapis? —preguntó la de cabello melocotón.

—Bien.

—¿Sólo bien? —sonrió.

—Ah... sí, ¿quieren desayunar?

—¡Yo sí! —gritó Steven.

—Claro —dijo Perla—.Te acompaño a la cocina.

Lapis asintió.

—Y, ¿por qué están realmente aquí? —preguntó la peliazul.

—Oh, bueno, Steven últimamente ha estado estresado con la escuela, y el tema de Rose...

—Rose...

Rose Quartz, madre fallecida de Steven. Lapis sabía algunas cosas de ella, Garnet, Perla y Amatista, tutoras de Steven, le habían contado.

El romance de Rose y Greg, padre del joven de cabello rizado. Ellos se habían conocido en su juventud, y se habían enamorado. Los detalles no le llamaban la atención, pues Lapis no era muy fanática del romance.

Pero bueno, Rose y Greg llegaron a quererse tanto, que quisieron tener un hijo. A Rose le encantaba la idea de tener un pequeño o pequeña, y, "era lo que ella más quería", había dicho Perla.

Hazme sentir | LapidotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora