Capítulo 20

504 62 17
                                    

—¿De verdad estás bien, Lapis?

—Sí —suspiró, pasó una mano por su cabello.

—Yo sé que no —la miró rápidamente, dejando de prestar atención al camino—. Fue mi culpa, no debimos parar en ese lugar.

—No —la miró—, no fue tu culpa, ¿cómo ibas a saber que eso pasaría?

—No sé...

—Peridot, ya te dije que estoy bien, está bien...

—No es cierto, Lapis, ese tipo casi te corta el cuello —apretó el volante.

—Basta —puso sus manos en su frente y recordó lo que había pasado.

Justo ese día unas horas antes, las jóvenes se encontraban haciendo un trabajo. Tenían que entregar un paquete a una tal Sugilite, todo iba bien hasta que regresaban a la ciudad.

A Peridot se le ocurrió hacer una parada en un establecimiento en la carretera, comieron algo ahí, y ni siquiera tardaron veinte minutos.

Cuando salieron un sujeto se acercó a ellas, era alto, fornido, y muy violento. Con su hostil voz les hizo saber que su intención era asaltarlas. En el momento en el que Lapis quiso hacer algo para defenderse, él la tomó y le puso una navaja en el cuello, la rubia se había quedado paralizada, mirando a Lapis Lazuli.

La peliazul pudo golpear al sujeto, pero de todos modos logró su objetivo. Le dio un golpe a Peridot y le quitó el dinero, huyó demasiado rápido. Lapis había preferido auxiliar a la joven del suéter verde y no ir detrás del hombre. Pero ella estaba bien, nada de que preocuparse, lo que le preocupaba y a la rubia, era el dinero.

—Peridot.

—¿Qué?

—¿Por qué no hiciste algo? Sé que te asustó eso de la navaja, pero no debiste...

—Yo... recordé de lo que me contaste, de tu secuestrador y... lo siento...

—Yo también me acordé de eso —suspiró—. Por esa razón... no actué tan rápido.

—Perdóname.

—No, no te disculpes.

—Me preocupa lo que pase cuando lleguemos a la base de tu madre.

—A mi también —bufó—. Nos irá mal, y solo, no quiero más problemas.

La rubia la observó angustiada.



Cuando llegaron, tardaron en bajar del auto, ninguna quería entrar al lugar. Las dos se miraron y asintieron, bajaron del vehículo al mismo tiempo.

Caminaron sin prisa, hasta toparse con Blue Diamond, y eso era extraño, ya que ella no solía andar en los pasillos, aunque estaba cerca de su oficina.

Mamá —Lapis la miró con algo de miedo.

—Peridot —observó a la rubia—. Yellow está esperándote, en mi oficina.

—Oh —atisbó a Lapis, luego a Blue nuevamente. Asintió y se retiró.

La joven de cabellos azules vio a la rubia irse, luego dirigió su vista hacia su madre.

—¿Q-qué hace Yellow aquí?

—Yo me comuniqué con ella después de tu llamada, y lo hice porque el dinero corresponde a su negocio, en gran parte.

Lapis murmuró un "oh" y asintió.

—Lapis Lazuli.

—Blue —la miró de nuevo—. Espero tu regaño.

Hazme sentir | LapidotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora