Capítulo 29

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—Te amo —se recostó junto a ella en la cama.

—Y yo a ti, Peri —dijo sin quitar la vista del libro que tenía en las manos.

—¿Te está gustando lo que lees?

—Sí, es realmente interesante —sonrió.

Lapis Lazuli estaba concentrada en su lectura, sintió una gran sorpresa al ser besada de la nada por Peridot, no esperaba que lo hiciera en ese momento. Sin duda alguna amaba sentirse tan enamorada.



—¿En qué piensas, mami?

—¿Qué? —quitó las manos de su pecho y miró a la pequeña—. En nada...

—Ya acabé de comer —sonrió.

—Bien —tomó el plato vacío frente a la niña—. Tienes un gran apetito, eh —rió.

—¡Es que me gusta tu comida!—rió.

—Gracias, bien, iré por un cepillo y unas ligas para peinarte. Ya vengo, ¿vas a la sala?

Malachite asintió y bajó de la silla, fue casi corriendo a uno de los sofás. Lapis subió las escaleras y fue a su habitación, tomó su cepillo y sacó las ligas de un cajón. Aprovechó para bajar su bolsa de una vez.

Con todo eso, bajó a la sala, dejó la bolsa a lado de su hija, empezó a hacerle unas pequeñas coletas a la niña.

—Listo —sonrió—. Qué bonita te ves.

—Gracias.

—Bueno —tomó su teléfono y lo metió a la bolsa, dentro ya tenía su cartera—. Vámonos.

—¿A dónde vamos, mami?

Lapis se sentó junto a ella, la miró sonriente.

—Hoy vas a conocer a unas personas muy importantes.

—¿A quiénes?

—A... —respiró hondo—. Hoy conocerás a tu abuela, a tu tía y a...

La niña observaba a la peliazul confundida.

—¿A mi abuela?

—Sí, a mi mamá.

—Oh...

—Vamos —se levantó del sofá y tomó a la niña de la mano.

Lapis y Malachite salieron de la casa, caminaron un poco antes poder tomar un taxi. Blue Diamond vivía en Meritage, así que no les llevaría mucho tiempo llegar a su casa.

Lapis fue seria durante todo el viaje, estaba muy asustada y nerviosa, no sabía como iba a tomarlo su madre. Sólo esperaba no morir, aún tenía muchas cosas por hacer, cuidar a su hija era un ejemplo.

Estando ya frente a la gran casa de Blue Diamond, Lapis tomó la mano de Malachite con fuerza, respiró hondo y caminó, tocó el timbre y esperó a que abrieran.

—Diga —Andaluzita abrió la puerta, con una sonrisa—. ¡Lapis! Es un gusto verte por acá.

—Hola, Andy —sonrió.

—Y, ¿esa pequeña? —miró confundida a la pequeña de cabellos rubios.

—Ah... yo... Blue, Blue dijo que estaría en casa ¿es eso cierto?

—Huh... sí, es cierto, pasa.

Lapis asintió y entró al lugar junto con Malachite, caminó hasta la sala y se quedó de pie, mientras que la niña se sentó en un sofá. Observaba curiosa la gran casa.

Hazme sentir | LapidotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora