Capítulo 19

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La peliazul observaba la ventana de su sala, veía la nieve caer, su jardín estaba llena de ella.

La calle lucía solitaria, nadie quería salir ese frío día de enero. O bueno, solo una persona. Peridot, quien había insistido en ir a su casa por una película que había comprado y no había visto, pero quería verla ese día con Lapis.

La joven de ojos azules trató de convencerla de no salir, pues la nieve era un gran problema en las carreteras, pero la rubia terminó yendo de todos modos.

Así que Lapis esperaba preocupada a que Peridot regresara.

Escuchó un ruido en la cocina y se alejó de la sala, al llegar se dio cuenta de que la cafetera se había apagado, pero aún así le dejó conectada, aún no lo serviría.

Volvió a la sala y tomó su teléfono para revisar los mensajes que tenía. Lil había enviado algunas fotografías, el clima en donde ella estaba lucía algo diferente, no estaba nevando. Se acercó a la ventana y tomó una foto, la mandó a su amiga seguido de un texto "dile que algún día verá la nieve, y que espero sea aquí" sonrió y dejó el aparato en la mesita.

Lapis escuchó el claxon de un auto y rápidamente se acercó a la ventana, la rubia estaba bajando del vehículo, sonrió y de inmediato abrió la puerta, Peridot entró temblando. Lapis cerró.

—Hace mucho frío —dijo tiritando la pequeña.

—¿En serio? No había notado que estamos a veintidós grados farenheit —rió—. Te dije que no salieras.

—Perdón, pero quería que vieras esta película conmigo, dijeron que estaba buena.

—¿De qué es?

—Ciencia ficción.

—Oh, bien —sonrió—. Mientras la pones iré a preparar café, te caerá bien, estás toda congelada.

—Sí, no siento mis dedos —frotó sus manos.

La rubia había puesto el disco en el dvd, tenía el control en la mano cuando la peliazul dijo que iría por un cobertor a su habitación. Lapis tomó el más suave que tenía y bajó a dejarlo cerca del sofá, regresó a la cocina por las tazas y algunas galletas, las cuales dejó en la mesita de la sala.

La película comenzó y ellas se acomodaron en el sofá mientras bebían café. Cuando terminaron con eso, la rubia decidió acostarse totalmente y la peliazul estaba sobre ella.




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—Ah, creo que voy a llorar —dijo Lapis, viendo como terminaba aquella película.

—Qué situación tan difícil, ¿no?

—Sí... pero me gustó.

—A mi también.

—¿Qué hora es? —se enderezó y tomó su teléfono—. Mmm... casi las ocho.

—Es temprano.

—Sí, au —llevó su mano a su cabeza, cerrando los ojos.

—¿Qué pasa?

—Sentí una punzada, qué extraño...y ahora me duele —se quejó—. Iré por una pastilla.

—Claro...

La peliazul se levantó del sofá y fue a buscar las pastillas a uno de los muebles, tomó la primera que vio para el dolor. Fue a la cocina para servirse un vaso de agua.

Lapis Lazuli volvió al sofá y se recostó junto a Peridot, quien ya había quitado la película. Había dejado la televisión encendida, en un canal sobre series. Como ya había anochecido, el frío se hacía más presente.

Hazme sentir | LapidotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora