Capítulo 17

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Esa fresca mañana de noviembre, las dos ya habían despertado. El trabajo de ese día era ir por algunos pagos a una ciudad no tan cercana, así que si querían tener alguna parte del día libre, tenían que salir lo antes posible.

Eran alrededor de las ocho de la mañana, Peridot revisaba un mapa en la sala mientras que Lapis estaba en la cocina picando algo de fruta para que las dos pudieran desayunar. Había escogido papaya y melón, le había puesto algo de miel encima. Era raro que tuviera fruta en su casa, pero recientemente había ido al supermercado y decidió aprovechar para comprar alimentos más sanos, ya que últimamente no se estaba sintiendo tan bien.

—Toma —se acercó a la rubia con dos pequeños platos—. Espero que te guste.

—Gracias —sonrió y tomó uno de ellos.

—De nada —se sentó junto a ella y dejó el plato en la mesita, había tomado el control para prender la televisión, dejó el noticiero.

Era lo de siempre, accidentes, desastres naturales, conflictos bélicos, personas muertas, detenidas, entre otras cosas.

A veces Lapis se preguntaba si algún día estaría en las noticias, apareciendo como una criminal detenida, o muerta; y se preguntaba si Peridot también estaría. Sabía que lo que hacía estaba mal, muy mal, pero no sabía cómo salir de ello.

De vez en cuando se le ocurría decirle a Peridot que salieran huyendo, que fueran lejos de eso. Tal vez sería bueno, o al menos mejor que eso. Pero ni para aquello tenía el valor, sabía que era una persona cobarde, y no hacía nada para cambiarlo.

—¿Qué pasa? —preguntó la rubia al notar seria a la peliazul.

—¿Eh? —la miró, al salir de su trance—. N-nada...

—¿Segura?

—Sí — tomó el plato y empezó a comer.

Unos minutos después, ya estando listas, subieron al auto. Al igual que siempre, tomaría unas cuantas horas hacer el trabajo, así que llevaban suficiente dinero para comprar algo de comer en el camino, tal vez de regreso.

Estando allá, verificaban bien las direcciones de las personas que debían pagar.

—Okay —habló la peliazul—. La más cercana es Laura Pyrite, el siguiente es Demian Ray, y por último Hematite Scott.

—Huh... lindos nombres.

—Sí... y deben grandes cantidades, así que debemos tener mucho cuidado.

—Bien, aquí es la primera —estacionó el auto, frente a unos pequeños departamentos.

—Yo voy, cuida el auto —bajó.

—¿Segura de que solo vas tú?

—Sí tranquila, no tardo —miró a todos, tratando de ser discreta, y avanzó hacia los departamentos.

El indicado era el tercero de derecha a izquierda. Se aproximó a la puerta y tocó el timbre, no tuvo que esperar a que abrieran, siendo una joven de ojos oscuros y cabellos negros con rayos dorados.

—¿Qué se le ofrece?

—Vengo de parte de B.D.

—Oh, pasa —dejó que la joven de ojos azules entrara y fue detrás de ella al cerrar la puerta. La chica sacó dinero de una caja color marrón que estaba dentro de un mueble, le entregó la cantidad.

—Bien —lo guardó en su bolsa.

—De nada —sonrió, dejando ver sus no tan blancos dientes—. Espero verte de nuevo...

Hazme sentir | LapidotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora