Capítulo 10

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Habían pasado ya días de aquel incidente. Y los problemas que se provocaron en su tiempo, ya no eran tan grandes.

Pues, Blue y Yellow Diamond obviamente se enteraron. Antes que nada, Peridot y Lapis recibieron un enorme regaño de parte de las dos. De no ser hijas de las Diamond, probablemente las habrían matado por la incompetencia.

Lapis Lazuli tuvo que pagar por los paquetes que se habían perdido, fue una gran cantidad de dinero, pero afortunadamente ella tenía ahorros y terminó dando gran parte de ellos.

Peridot se vio obligada a conseguir otro automóvil, logró comprar un Camaro similar al de la película Transformers y no, no era el nuevo y bonito, era como el viejo. Pero este estaba feo y algo oxidado.

En poco tiempo, las dos chicas volvieron a sus actividades normales y solían tener más cuidado en todo.


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La rubia y la peliazul iban regresando a la ciudad, era una tarde muy bonita. El sol ya casi se ocultaba, el cielo estaba teñido de un color rojizo, algunas partes anaranjadas y otras rosadas, las nubes hacían que luciera aún mejor. El clima era ligeramente cálido. La peliazul iba muy cerca de la ventana, el aire golpeaba suavemente en su rostro, pues la rubia no conducía muy rápido.

—Lapis.

—¿Qué pasa? —dijo sin voltear a verla, realmente disfrutaba del aire.

—¿Cómo va tu brazo?

—Peridot —sonrió y esta vez sí la miró—. Me preguntas eso a diario, ya te dije que estoy bien, ya no duele.

—¿Segura? Es que, ya sabes...

—¿Ya sé?

—Que me preocupo por ti...

Lapis lo pensó un poco. ¿Por qué Peridot se preocupaba tanto por ella? ¿Era eso bueno?

Okay, sí era bueno y a Lapis le agradaba. La joven rubia solía ser amable con ella, y era raro que alguien fuera así con la peliazul, sólo algunos amigos, aunque no tenía mucho contacto con ellos.

Y su familia, su madre no era muy amorosa, Blue Diamond tenía la costumbre de ser alejada, y rara vez se mostraba realmente interesada en Lapis. Blue Pearl, ella seguía ciegamente a su madre, era muy seria, y desde años atrás que no convivían mucho. Y su padre, el único ser que llegó a interesarse de verdad en Lapis, había fallecido. ¿Cómo? Odiaba recordarlo.

Peridot observó a la peliazul, desviando un poco su vista del camino. No había dicho algo malo, ¿o sí?

Era común que Lapis no respondiera a algunos de los comentarios de la rubia, comentarios que casi siempre eran lindos.

Peridot comenzaba a pensar que tal vez no eran de su agrado, pero ella no podía evitarlo, tenía la necesidad de preguntarle acerca cómo se sentía, de lo que había hecho, decirle cosas bonitas para ver su sonrisa y su bello rostro ruborizado. Si encontraba la forma de halagarla, lo haría. Porque al hacerlo se sentía feliz, se sentía bien.

Y no sabía por qué.

—Si sigues mirándome harás que choquemos —dijo con una ligera sonrisa.

—Oh, sí, lo siento —rió—. Tienes razón...

—Oye, Peri.

—¿Sí?

—Onyx dijo que iría a una fiesta, cerca de su casa. Me invitó y bueno, ¿quieres ir conmigo?

—¿Es como una cita? —murmuró—. ¡Sí! Claro —dijo con una gran sonrisa.

Hazme sentir | LapidotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora