Cap 4: "Mocosa astuta".

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Tiré las llaves al desayunador y quité el abrigo que llevaba encima gracias al frío que había afuera

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Tiré las llaves al desayunador y quité el abrigo que llevaba encima gracias al frío que había afuera.

-¿Qué dijeron?.- preguntó Tom desde que me vió, lo miré y luego miré a Oliv.

-que Oliv te cuente, tengo que hablar con la niña.

Y el masoquismo volvió nuevamente. Aunque necesitaba preguntarle algunas cosas, sino, no me arriesgaría.  Caminé por el pasillo y paré en la puerta donde estaba la chiquilla pero algo me paró.  Miré a un lado y ví pasar a un hombre a mi lado,  me miró e hizo una mueca de disgusto.  Estaba borracho.

Tenía una cerveza de la mano mientras trataba de mantenerse de pie.

-por fin apareces.- me recargué del marco de la puerta, este chasqueó su lengua y me miró con molestia.

-Soy un hombre libre, puedo hacer lo que se me antoje.- murmuró mientras se le enredaba la lengua.

-eso es verdad papá,  pero te necesitaba, además te has gastado el dinero en putas y alcohol, ¡el dinero que hemos conseguido!.- vociferé, pero el señor no daba la razón, era testarudo.

-el dinero se hizo para gastarse.- dió un sorbo de su cerveza.

-pero no de esa forma.- cerré mis ojos.- papá, mejor vete, tengo cosas que hacer, hablame cuando estés sobrio.

-vete a la verga hijo de puta.- murmuró en un idioma bastante extraño, rodé los ojos y negué con molestia.  Hombre sin cerebro.

Giré la llave, abriendo la puerta automáticamente, entré y luego la cerré detrás mío.  Ví su silueta situada encima de la cama, parecía dormida,  pero ya no iba a volver a confiar. No más.

Estaba asustado de lo que podía hacer ahora, si jugaba más con mi excitación ya no podría más, ya no podría aguantar. Y no quiero eso.

Me acerqué a ella y la miré supuestamente dormida, su cara estaba pasiva y su pelo estaba desordenado,  y debo de decir que la ropa mía le queda muy bien, aún encima se ven las curvas y sus piernas están desnudas frente a mí. 

-te encanta jugar, ¿eh?.- preguntó juguetona mientras abría los ojos, ¡y ahí estaba!.

-pensaba que dormías.

-y lo hacía, pero tengo el sueño liviano.- se sentó en la cama y me miró de arriba hacia abajo. Yo también lo hice y paré en sus pechos, a través de la tela se erguían sus pezones y no sé si era por el frío o si era solo excitación.  Tragué saliva y aparté la mirada. -¿quieres terminar lo que empezamos?.- preguntó con voz seductora, empezando a gatear hasta mi. Miré como su culo se movía conforme a los pasos que daban sus rodillas encima de la cama y como su pequeña cintura se achicaba más conforme a la posición.

Al llegar al pie de la cama, saltó de ella y me miró desde abajo. Sus ojos azules brillaba con maldad y su cabello seguía desordenado sobre sus hombros hasta llegar a sus caderas, sus labios rojos llamaban mi atención locamente pero decidí ignorar aquellos malos pensamientos.

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