Capitulo 17:

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Él no menciona el partido de futbol por el resto de la semana. Parte de mi espera que se haya olvidado acerca de eso y no me pregunte de nuevo, obligándome a decirle que no, si lo hace. Una gran parte de mi está consternada al pensar que lo ha olvidado, o que lamenta haberme preguntado, y por eso no me preguntará de nuevo.

Me lleva a casa el viernes. Cada día ha venido por mí en la mañana. Algunas veces vamos en su coche, otras veces vamos caminando. Me gusta más caminar porque toma más tiempo para llegar a la escuela. A solas con él puedo ser yo misma y hablar libremente, o tan libremente como puedo para alguien que está llena de secretos.

Estoy tensa el viernes, llena de temor sobre si me preguntará o no. No dice nada acerca de eso en todo el camino a casa, agradezco que conducir no tome tanto tiempo. Así que con ambos, alivio y decepción digo adiós tan pronto como él abre mi puerta y salgo del coche.
—Espera —dice, tomando mi antebrazo suavemente ― ¿Pensaste acerca del partido? ¿Vendrás?
No puedo. Esas son las palabras en mi cabeza, las que intento decir. En cambio me escucho decir. —Está bien― ¿Qué dije? Su rostro hace eco al aturdimiento en mi cabeza, pero se recupera rápidamente.
—Genial. Debería recogerte a tu casa o...
—Nos encontraremos aquí. —Sin estar segura de cómo voy a lograr eso. Mi garganta se cierra con miedo.
—Está bien. ¿Qué tal a las 6:30?

Asiento con la cabeza, sin confiarme en si es que puedo hablar, camino lejos rápidamente en lugar de esperar mientras se aleja como usualmente hago. Me apresuro a casa, queriendo terminar mis tareas tan rápida y eficientemente como sea posible para evitar la ira de mamá. 

Siento como si fuera a vomitar la tensión que se apodera de mí desde la parte superior de mi cabeza hasta la punta de los dedos de mis pies. Estoy orando por algo parecido a un milagro para sacar esto adelante. Cuando llego a casa, encuentro a mamá en la ducha. Esto me confunde, ya que ella nunca se ducha por las tardes. Es raro cuando se ducha por las mañanas, pero nunca lo hace por la tarde.

Estoy en la cocina, insegura sobre qué hacer con respecto a esto.
—¿______ ? —me llama unos minutos después desde su habitación. Al menos me está llamando “______ ” en lugar de llamarme por mi nombre completo, y eso nunca termina bien. Con miedo, me acerco a su puerta. Toco suavemente, y me llama para entrar. Miro fijamente la puerta con terror. 

Nunca se me ha permitido incluso acercarme a su habitación, menos aún entrar en ella. Mi mano está en el pomo de la puerta, temerosa de darle vuelta, temerosa de no hacerlo.
—______, entra —ordena.
Abro la puerta, pero me quedo en el umbral.
—Ahí estás. —Está de pie en frente de su armario vestida sólo en ropa interior y sujetador. Miro alrededor, preguntándome si di un paso dentro de alguna retorcida versión del mundo real.
—Necesito tu ayuda. Tengo que estar lista para ir a cenar —dice como si se tratara de una petición habitual.
—¿Cenar? —Mi voz es un susurro estrangulado.
—Sí, a cenar— Mierda, es claramente el resto no hablado de la oración —¿Sabes lo que es, verdad? La comida que ingieres en la noche, después del almuerzo, antes de irte a dormir— Su voz es burlona. He escuchado sobre eso, sí, sólo que usualmente no consigo tenerla. Imagino las consecuencias de decir esa oración en voz alta. En cambio, le digo: 
—¿Qué puedo hacer para ayudar?
—El jefe de tu papá está teniendo alguna fiesta lujosa en que las esposas tienen la obligación de presentarse. Tienes que ayudarme a vestirme y arreglar mi cabello.

Me pregunto si está hablando de repente en un idioma extranjero, porque sus palabras no tienen sentido para mí. Cuando sólo me quedo parada ahí, me da una sucia mirada.
—No sólo te quedes ahí parada como una imbécil. Entra.

Entro con vacilación dentro del reino prohibido, tratando de no mirar a mí alrededor, a pesar de que no puedo evitarlo de alguna manera. Hay ropa sucia y un desorden de papeles en la habitación. Bueno, pienso, si no dejas entrar a Cenicienta dentro del castillo, ella no puede limpiar por ti.

Se pone una blusa de botones con una falda cruzada, que le ayudo a atar. Se sienta mientras uso la secadora para secar su cabello. Quiere que le ponga rodillos calientes por ella, pero el contacto cercano me hace un manojo de nervios, y sigo dejándolos caer. Finalmente golpea con fuerza mis manos lejos de ella.
—Eres inútil —me dice—. Ve a... limpiar la cocina o algo. Trata de hacer algo útil.

No espero a ver si cambia de opinión, habiéndome dado este alivio. Voy a hacer lo que me ordena, limpio rápido pero a fondo para que no sea capaz de encontrar ningún fallo de inmediato. Cuando mi padre se detiene en la entrada, mi estómago comienza a convulsionar de nuevo. No ha estado en casa temprano por tanto tiempo como puedo recordar. La mayoría del tiempo se siente como si nadie más viviera aquí más que mi madre y yo.

Entra, dándome una mirada pero ignorándome completamente como si fuera invisible. Escucho la ducha de nuevo y unos minutos después ambos salen de su habitación, luciendo para todo el mundo como cualquier otra pareja de casados saliendo a cenar. Estoy segura de que mi boca está colgando abierta.
—Termina tus tareas, después ve a la cama. —Es toda la instrucción de información que consigo mientras caminan hacia la puerta principal. Camino en la sala de estar, observándolos a través de la ventana mientras se suben al apaleado coche viejo de papá y salen de la entrada. No es hasta que se alejan que me doy cuenta de lo que esto significa. Voy a ir a un partido de futbol.

Termino mis tareas en tiempo record. No hay mucho que pueda hacer acerca de mí, además de cepillar mi cabello, y ponerme la camisa menos arruinada de las cinco que tengo. Tengo miedo de que ellos regresen temprano y me detengan, corro calle abajo y doy vuelta en la esquina, y casi caigo sobre Harry.

Él me atrapa por los brazos, tomando el peso de ambos contra un poste de teléfono, arreglándoselas para evitar caer en la acera. Vergüenza fluye por mí mientras me aleja de él.
— ¿Estás apurada? —me pregunta con una sonrisa.
—Lo siento, no pensé que estarías aquí todavía― Confusión revolotea a través de sus rasgos.
— ¿Entonces por qué la prisa? ¿Tratabas de llegar e irte antes de que llegara?

Estoy sorprendida por la manera en que su mente trabaja, que pudiera pensar que trataría de evitarlo, sacudo mi cabeza.
—Por supuesto que no. Aunque hubiera sido lindo ser la primera aquí. No importa cuán temprano salga de casa, siempre me vences aquí— No es una mentira, sólo una verdad diferente. Él se ríe. 
—Lo siento. Debe parecer que soy algún extraño acosador o algo, aquí sentado esperando que llegues.
Me encojo de hombros. —No me importa. Es agradable de alguna manera tener a alguien esperándome.
Él ladea su cabeza, con sus intensos ojos verdes, que hoy brillaban más que nunca. —Bueno, aquellos que no están esperando por ti no saben lo que se están perdiendo.

Amor a pesar de los problemas(adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora