Capitulo 23;

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— ¡Harry! —grita, luchando para ponerse de pie, escalando y saltando sobre la espalda de uno de los sofás. Corre y salta hacia Harry. Él la atrapa y ella envuelve sus brazos alrededor de su cuello.
—Sabes, te vi hace sólo diez minutos —le dice haciéndole cosquillas en las costillas lo que la envía a un ataque de risa. Él le planta un beso en la mejilla. Sus ruidos han atrapado la atención del resto de la familia, y todos vienen a donde estamos parados.

Él cambia de posición a la pequeña niña y la sostiene con un brazo, y coloca el otro alrededor de mis hombros. —Estos son mis padres, Anne y Bob, y mis hermanas Gemma y Lucy. Y ésta de aquí —dice, levantando a la pequeña niña con su brazo —es Jazzy—. Me sonríe.
—Todos, ésta es ______.
Su padre se acerca y estrecha mi mano. Él luce muy parecido a Harry, sólo que con líneas de expresión alrededor de sus ojos cuando ríe, y un poco de gris esparcido por su cabello, qué luce plano en lugar de los rizos de Harry, y es tal vez una pulgada más bajo que Harry.
—Es bueno conocerte finalmente —me dice. Su madre da un paso adelante y en lugar de darme la mano me da un abrazo, liberándome rápidamente antes de que tenga la oportunidad de responderle o estar desconcertada. Aunque se mantiene con sus manos en mis hombros, sonriéndole a mi rostro.
—Todo lo que escuchamos es acerca de ______, ______, ______ , así que no puedo comenzar a decirte cuándo me alegra conocerte y ver que eres una chica real.

Mi boca cae abierta ante esto, y el padre de Harry la aleja con una sonrisa.
—Está bien, cariño, es suficiente de avergonzar a esta chica por ahora.
—Mi turno, mi turno —dice Lucy, quien tiene diez. También me da un abrazo.

Gemma la empuja fuera del camino. Sé que esta es la hermana que tiene trece años, pero luce como de dieciséis. Es tan alta como yo, es absolutamente hermosa, y me siento intimidada por ella de inmediato.
—Lamento que todos ellos sean un grupo de tontos —dice ella. No hay malicia detrás de sus palabras, sin embargo. Pone su brazo alrededor de mis hombros, empujando a Harry y maniobrando conmigo lejos de la habitación.
Jazzy se apresura fuera de los brazos de Harry y regresa a su libro junto al televisor. Él nos alcanza y me dice: —Déjame disculparme ahora por esta de aquí —y empuja con el pulgar a Gemma, quien me mira y rueda los ojos.
—Lo que sea —dice sarcásticamente, y con el mismo tono dice — Linda chaqueta.
—No es mía. Es de Harry.
—Huh —me mira —Realmente debes gustarle, porque si pido prestado algo de él, se enfurece. Tienes un cabello realmente impresionante.

Me sacudo ligeramente ante el repentino cambio de tema. Alcanzo a tocar mi ordinario cabello.
— ¿Puedo tocarlo? —Me pregunta, y entonces lo hace sin esperar por aprobación—. Es como pensaba. Es tan suave. Luce como el de los comerciales, ya sabes, para el champú o lo que sea, dónde ellas siempre tienen este perfecto, brillante y lustroso cabello que sabes que solo está de esa manera porque alguien se lo cepilló por horas. ¡Debes cepillártelo bastante! Me encantaría poner mis manos sobre él, ver cómo luce rizado.
—Gemma —le advierte la señora Styles—______ no es un de tus conejillos de indias para cambios de imagen. Trata de contenerte a ti misma.
—Claro, mamá, lo que sea. —Estoy sorprendida por el tono sarcástico que usa con su madre, con el que sólo se gana una mirada irónica en lugar de un golpe o una patada. La señora Styles se acerca a donde estamos.
— ¿Puedo tomar tu chaqueta? —me pregunta cortésmente, dándole a Harry una mirada fija.
—Oh, lo siento —él dice, no estoy muy segura de si es que su disculpa es por mi o por ella — Es sólo que me he acostumbrado a verla en ti.
La desabrocho, y trato de no mostrar mi sorpresa cuando me ayuda a quitármela. He visto lo caballeroso en películas antiguas donde los hombres siempre hacían cosas como esta por las mujeres, pero no en la vida real, mucho menos ser el destinatario de ésta.

Una mesa informal se encuentra al lado de un rincón, ya dispuesta y decorada con una gran cantidad de decoraciones de otoño y de Halloween. Incluso los platos tienen las formas y colores de las hojas de otoño. Luce como algo salido de una revista, justo como la parte delantera de la casa.

—La mesa luce genial —le digo a la señora Styles.
Gemma irradia orgullo.
—Yo lo hice. Mi mamá me dijo que podía ayudar una vez que fuera adolescente, y este año tengo trece, oficialmente una adolescente, así que me dejó hacerlo por mí misma.
—No deberías animarla —me dice Harry —ella no necesita ninguna ayuda con su ego. —Esto lo dice con una sonrisa indulgente hacia ella.
—Espero que te guste la calabaza —me dice ella.
—No lo sé —digo—, nunca la he probado.
— ¿En serio? ¿Quién no ha probado la calabaza? —pregunta con su nariz arrugada—. Oh bueno, te va a gustar. Nadie hace sopa de calabaza como mi mamá.
—Si no te gusta, cariño, sólo dime y conseguiremos algo más —dice la señora Styles.

Pronto estamos sentados a la mesa, después de un pequeño alboroto de Jazzy quien quería terminar su libro. Una promesa de Harry de leerle una historia después, antes de dormir, lo resuelve. Es obvio que ella y Harry están locos el uno por el otro, mientras ella insiste en sentarse a su lado. Me siento al otro lado de él, mirando alrededor a ellos, todos sonrientes y risueños y hablando por encima del otro en una especie de caos organizado, y siento que el mundo cambia de nuevo. 

No sabía que este tipo de familia realmente existía. Veo la forma en que sus padres se miran entre sí, con un profundo entendimiento y seguridad en su amor el uno por el otro. Sus hermanas pelean un poco, pero es obvio que hay amor, tanto entre ellas, como para Harry. Y me incluyen como si perteneciera. Todos ellos aceptan la sopa de calabaza servida en calabazas huecas, los rollos hechos en casa en un cesto de mimbre forrada con una servilleta de tela, la calabaza con sal, la atmósfera completa, cosas como esas, para mí, son como un cuento de hadas. 

Cuando la madre de Harry se levanta para ir a la cocina a recuperar las galletas de calabaza que hizo para el postre, mis ojos la siguen. Mientras desaparece a través de la puerta abierta, mis ojos se detienen sobre Harry, quien está mirándome de cerca. Veo sus ojos verdes oscurecerse como lo hacen cada vez que siente algo fuerte sobre algo. Parece leer algo en mi rostro, pero no pregunta, simplemente busca debajo de la mesa y alcanza mi mano, dándome un anclaje seguro al que aferrarme.

Después de la cena, la señora Styles no me permite ayudarle a limpiar porque soy la invitada, no importa cuán persistente soy.
—Llévala a ver la clínica —le dice a Harry.

No estoy segura de lo que es la clínica, pero estoy de acuerdo con estar a solas con Harry, así que felizmente me pongo en marcha. Él toma su chaqueta para que me la ponga. Salimos a través de un par de impresionantes puertas francesas a una terraza que es más grande que mi habitación. Cruzamos una extensión de césped qué aún está verde, a pesar del hecho de que debería estar en hibernación. Él toma mi mano y me lleva hacia el gran edificio que había visto antes.

Resulta que no estaba tan equivocada cuando pensé que era un establo, pero sin caballos desde que su padre no se especializa en animales de gran tamaño, como Harry me explica, pero es la clínica donde trata a los animales. Él abre la puerta y enciende las luces fluorescentes, revelando una limpia y estéril habitación que, me dice, es la sala de operaciones. Me guía hacia adentro, mostrándome las habitaciones de tratamiento individual, la sala de recuperación, y la sala de espera que tiene grandes ventanas con vista hacia el lado opuesto del edificio desde la casa. Puedo ver el parqueadero y me doy cuenta que es accesible desde la carretera principal.

— ¿Tu papá trabaja en casa? —pregunto.
—Más o menos, sí.
— ¿Tu mamá está de acuerdo con eso? —le pregunto, pensando en qué tanto mi propia madre odia cuando mi padre está en casa. Cuando él está en casa todo lo que hacen es pelear, de todos modos. Se ríe.
—Extraño, ¿no? Mis padres siguen vergonzosamente enamorados. Ella pasa la mayor parte de su tiempo aquí cuando él está trabajando.

Estamos de pie en el umbral que separa la sala de espera del resto de la clínica, miro a mi alrededor a la cómoda sala de espera, que es más acogedora que mi propia casa, y siento lágrimas picando en mis ojos, ante las evidentes diferencias entre mi vida y la de él.

—No te merezco —le susurro, inmediatamente enrojeciendo con vergüenza al haber expresado en voz alta el pensamiento.
—No tienes ninguna idea de cómo me siento por ti, ¿verdad? —me pregunta.

Amor a pesar de los problemas(adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora