Capítulo 27

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—De todos modos, me alegro que te gusten, porque este es uno que hice — dice, sosteniendo la pila de material en lo alto, revelando que es un vestido elaborado ―Este es el traje del que te hablé. Funcionará bien, creo, porque luce un poco de aspecto medieval y es pesado por lo que te mantendrá caliente. Y, ¡oh! —Ella lanza el vestido sobre la cama y corre de vuelta al armario. Regresa cargando un montón de material negro—. Esta capa luciría realmente genial con esto, en caso de que sea demasiado frío sin un abrigo.
—Esto es realmente amable de tu parte —le digo. Me acerco a la cama, pasando la mano por el rico terciopelo rubí—. Sin embargo no creo que deba llevar esto al laberinto del maíz. Probablemente se va a ensuciar y podría llegar a romperlo o algo así.

Ella sacude la mano. —No hay problema. Puedo arreglarlo. Aquí, ven siéntate. —Indica una silla frente a un hermoso tocador con un triple espejo. El borde posterior del tocador está muy bien organizado y tiene una increíble variedad de maquillaje y productos para el cabello. Tomo asiento obedientemente y comienza cepillarme el pelo.
—Lo que yo no daría por tener tu pelo. Tienes tanta suerte.

Me miro en el espejo, tratando de ver lo que ella ve y que yo no. Mi cabello crece tan recto que sólo lo lavo, peino y lo dejo secar al aire. Ni siquiera tengo un secador de pelo o tenazas. Tal vez todos esos años de no haberle hecho nada rudo a mi pelo lo ayude a verse saludable. Para mí, sólo se ve claro, rubio y lacio, cayéndome hasta la mitad de mi espalda.
—Tengo una idea. Si no te gusta lo podemos desarmar y hacer algo diferente, ¿de acuerdo?

En realidad, se siente bien tener a alguien cepillando mi cabello. Incluso cuando ella está gentilmente tirando y recogiendo pedazos, se siente bien. Cierro los ojos y pretendo que soy una chica normal, sentada en su tocador, con su madre o hermana arreglándole el cabello. Trato de recordar si mi madre alguna vez ha peinado. Ella debió hacerlo cuando yo era una niña, pero no puedo traer un simple recuerdo de eso. En lugar de sentirme triste, como suelo hacerlo, ciento una pequeña chispa de ira.
—Aquí ¿cómo está esto? —Gemma pregunta. Abro los ojos y sólo puedo mirar. Ella ha envuelto la parte delantera de mi cabello en una especie de diadema natural, entrelazada con collares de perlas rojas que lucen llamativas contra mi cabello rubio. La parte trasera cae en suaves rizos. El miedo se hunde a través de mí, no puedo salir así. Me siento expuesta, con mi escudo apartado. No puedo decepcionar a Gemma, sin embargo. Ella se ve muy satisfecha de sí misma.
—Se ve bien —le digo, con mi voz vacilando. Pero en su juventud, no se da cuenta.
—Genial, ¿quieres un poco de maquillaje? —Antes de que pueda ordenar mis pensamientos horrorizados para decirle que no, ella responde —No, creo que estas muy bonita sin él. No lo necesitas― ¿Bonita? No lo creo. —Bueno, vamos a ponerte el vestido y veremos cómo luce todo—Ella mira el reloj de la mesita—Justo a tiempo, también.

Ella sale mientras me desnudo y me pongo el vestido, pero tiene una larga hilera de ganchos en la espalda a los que no puedo llegar, por lo que tiene que ayudarme a hacer eso. Estoy consciente cuando ella está haciendo esto ya que nunca nadie me ha visto en ningún estado de desnudez. Pero para ella de hecho es tan normal que no puedo sentirme tan avergonzada.

Una vez que están todos enganchados, ajusta los lazos en la parte delantera con cordones, tirando el terciopelo alrededor de la seda blanca de debajo, dejando sólo una pequeña muestra, para que se ajuste a la perfección.
— ¡Perfecto! —anuncia—. Mira—. Me gira hacia un espejo cheval de cuerpo completo que está en la esquina. Tengo que admitir, que me veo diferente, como alguien que ha salido de un tiempo pasado. El vestido también tiene encaje en las mangas, que exponen el panel de seda blanca que ha cosido por debajo. El cuerpo del vestido es ajustado y la falda está lisa, el panel blanco de seda se repite en la parte delantera de la falda. Es un increíble vestido, que transformaría a cualquier persona que lo llevara.
—Esto es fenomenal —le digo, envolviendo un brazo por sus hombros. Es sólo medio abrazo, aunque es mucho más de lo que podría haber pensado que era capaz hacer hace unas semanas. Me sonríe.
—Te ves muy bien. Ahora, espera aquí. Quiero ver si Harry aún no está en casa para que puedas hacer una entrada.

Ella no espera por una respuesta, sale corriendo de la habitación y cierra la puerta detrás de ella. Me siento nerviosa esperando, hasta que oigo que sus pasos se acercan por el pasillo.
—Bueno, él está aquí, pero tenemos que esperar unos minutos, mientras mamá trae la cámara.
— ¿Cámara? —chillo.
—Oh, sí, acostúmbrate a ella. Si vas a ser la novia de Harry, cuenta con que te tomen una foto para, como, cada evento imaginable. Mi mamá es la reina de tomar fotografías.

Apenas escucho la última parte, porque mi mente está atrapada en la otra palabra que ella dijo
— ¿Tú crees que soy novia de Harry? —pregunto.
—Bueno, ¡duh! Los vi chicos, besándose ¿recuerdas?

La conmoción en mi cara poco a poco da paso a una sonrisa. Novia. ¡Soy la novia de alguien! No sólo de alguien, la novia de Harry. Al menos, eso es lo que piensa su hermana. Ella probablemente sabe más acerca de estas cosas que yo. No sé lo que piensa Harry, tal vez que sólo somos amigos, pero tal vez no. Tal vez él también piensa en mí como su novia. El pensamiento envía un rayo de luz a través de mí.

Gemma me lleva fuera de su habitación, esta vez en la dirección opuesta, hacia las escaleras en la parte delantera de la casa.
—Muy bien todo el mundo, prepárense. Aquí viene.

Todavía estoy sonriendo, pero mi boca se abre cuando comienzo a bajar por las escaleras y veo a Harry. Tiene puesta una camisa blanca suelta, con cordones en la parte delantera y una especie de pantalón negro metido en las botas. Es la mejor interpretación libre de un traje medieval, pero eso no importa, porque se ve increíble. Como un héroe o un caballero salido de un tiempo lejano, esperando en la parte baja de las escaleras por mí.

—Oh, querida, te ves como una princesa —suspira Anne. Echo un vistazo hacia ella y toma una foto. Mis ojos se dirigen de nuevo a Harry. Él está mirando hacia mí, la expresión de su rostro es intensamente poderosa.

Cuando miro de nuevo hacia él, lentamente sonríe, derritiendo mis rodillas de nuevo. Anne se mantiene tomando fotografías mientras camino hacia abajo, y cuando pongo una mano en la estirada de Harry, ella toma una foto. Vuelve la cámara hacia mí para mostrarme la última foto. Estoy mirando a Harry, mientras que él mira a mí, los dos con media sonrisa en nuestras caras, mirándonos como si sintiéramos que somos las dos últimas personas sobre la tierra. Harry sonríe a la foto, luego se inclina para besarme. Antes de que pueda, Lucy habla.
— ¿Tú hiciste este, Gemma?
—Sip.
—Wow, se ve muy bien en ella.
—Bonita —se hace eco Jazzy. Les sonrío a todos ellos.

Amor a pesar de los problemas(adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora