Capitulo 9:

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Corro por los pasillos, empujando y atropellando la espesa multitud de adolescentes hasta alcanzar la seguridad de la entrada. Salto por los escalones, corriendo hacia mi escape. No estoy segura si mis pies se enredan al llegar a la acera o si alguien me hace una zancadilla, pero de repente estoy tumbada en el piso, con mis libros y documentos dispersos.
—¡______!

Lo escucho decir mi nombre y volteo mi cabeza para verlo salir por la entrada. Me levanto, dejando mis libros y papeles donde están. Tomarse el tiempo de reunirlos sólo le dará la oportunidad de alcanzarme. De todos modos corro más rápido sin llevarlos como obstáculos, ignorando las risas burlonas de atrás, sin saber si la suya forma parte de ellas.

No paro de correr hasta que me encuentro a mitad de camino, hasta que mis pulmones están gritando y tengo una punzada en el costado, que me obliga a parar. Me inclino, con las manos en las rodillas tratando de recuperar el aliento. Sólo entonces me doy cuenta que estoy llorando. Me pongo de pie, con mis manos en las mejillas, sintiendo la humedad que hay allí. ¡Ay! Bajo mis manos, notando que están raspadas y sangrado, salpicadas con pequeños trozos de piedras y cemento por la caída. Eso detiene mis lágrimas.

—¡Mierdaa! —Me maldigo a mí misma. Afortunadamente, estoy cerca de un riachuelo que corre por el lado de la carretera. Doy un paso y casi caigo de nuevo, mis rodillas están temblando, la adrenalina ya no me arrastra. Miro hacia abajo y veo que la pierna izquierda de mi pantalón está a punto de rasgarse.
—¡Fantástico! —murmuro. Enrollo la tela del pantalón de mi pierna derecha hasta encima de la rodilla. No está rasguñada, hay una marca de color rojizo lo que significa que mañana tendré un moretón. Levanto la pierna del pantalón y puedo ver que esta rodilla se encuentra en la misma condición, sólo que hace falta una rodaja de piel justo debajo de la rótula, de donde brota una pequeña cantidad de sangre.

Cojeo por el camino hasta encontrar una parte de la orilla que se vea lo suficientemente segura para bajar al agua. Me deslizo por un lado de la orilla para alcanzar la corriente del río, las rodillas me gritan en señal de protesta. Me siento sobre una roca plana y me inclino hacia adelante para limpiar mis manos. Las lavo de la mejor manera que puedo, tratando de sacar las piedrecillas, fregando la sangre de mis palmas. Salpico agua en mi cara, ahogando las lágrimas en el agua fría.

Un coche conduce lentamente por detrás de mí, tan despacio que no me habría percatado de él si no fuera porque oigo los frenos, el coche de la patrulla de seguridad se detiene justamente adelante de mí. Miro la corriente y la orilla del otro lado, medito cuán difícil podría ser huir.

—¡Ahí estás! — Me congelo, me sorprende que él se encuentre aquí —Te he estado buscando por todas partes.
Fuerzo a mis piernas a entrar en acción, ignorando el dolor de mis rodillas al estar de pie. Avanzo lentamente por la orilla del río hacia el camino, pretendiendo que no me duele para nada. Tengo que usar mis manos para ayudarme a subir la ladera escarpada, moliendo la tierra que vuelve negras mis manos recién limpias. Cuando llego a la cima él me alcanza, pero me hago a un lado, alejándome rápidamente, tratando de no cojear, fracasando miserablemente.
—Por favor, ______, ¿puedes sólo detenerte por un minuto? Espera, ¿te has herido?— Casi suena genuino. Gruño en silencio —______ , por favor, detente, quiero hablar contigo, para pedirte que...
Me giro hacia él.
—¡Qué! —exijo enojada—. ¿Qué quieres de mí?
Cojeo, doy otro paso hacia donde se encuentra con su boca abierta, por mi arrebato.

—Has estado fuera durante tantos años... ¿por qué ahora? ¿Por qué no me dejas en paz? ¡Por qué tienes que ser igual que ellos, pero peor porque antes eras mejor! —Estoy gritando ahora. Empujo la sólida pared de su pecho con ambas manos, dejándola cubierta de lodo y manchas de sangre.
—¡Vete! —le ordeno, mientras las lágrimas comienzan a caer.

Él está mirándome, con una extraña expresión en sus ojos de nuevo. Me hace enfurecer y con un grito golpeo mis manos contra su pecho de nuevo. Las atrapa y las sostiene firmemente cuando trato de liberarlas, y luego de repente sus brazos están alrededor de mí, apretándome contra él mientras sollozo. Sin pensarlo, sujeto la pechera de su camisa con mis puños, que se encuentran atrapados entre nosotros mientras él me sostiene. Sus manos calman mi espalda, su barbilla está apoyada suavemente en la parte superior de mi cabeza.

La sensación de brazos alrededor de mí, en consuelo y no con restricción o intención de hacer daño, me deshace. Lloro por todos esos años de burlas y bromas recibidas de manos de mis compañeros. Por haber nacido de padres que odio, por un descuido. Lloro por el hecho de que un buen chico, se ha unido al juego. Y eso me hace pensar que no hay esperanza de encontrar algo bueno en nadie, lo cual sólo me hace llorar aún más.

Gradualmente comienzo a darme cuenta en dónde estoy y en el pecho de quien estoy enterrado mis mortificaciones. Aun así, me quedo por un segundo más, para deleitarme con la sensación de estar sujeta a alguien, y cómo es ser tocada con ternura, incluso si no es real. Lo empujo lejos y afloja su agarre pero mantiene sus manos sobre mis hombros. Agacha su cabeza para mirarme a la cara y la vergüenza se eleva por mis mejillas. Mantengo mis ojos bajos, esperando no ver su expresión, que probablemente es de repugnancia.

—Espera un segundo —dice Harry, dejándome ir, corriendo hacia su coche. De inmediato se pierde la presión y el calor de sus manos. Seguro que él se marchará ahora. De pronto, él está empujando un pañuelo hacia mí. Lo tomo con cautela, todavía no estoy segura de sus motivos. Lo uso para limpiar mi cara y nariz, agradeciéndole en un susurro. Veo, horrorizada, el lío que he hecho en su camisa con mis manos. Señalo con la cabeza hacia ella.
—Lo siento —admito, segura de que esta historia va a estar dando vueltas mañana.
Él sonríe, y el latido de mi corazón se detiene por un momento antes de sufrir entrecortados bandazos. La sonrisa luce realmente genuina.
—No importa —dice, con bondad en su voz, dejándome un poco desconcertada. Luego mira hacia abajo y ve las manchas de sangre. Él me mira horrorizado —Estás herida —acusa.

Aprieto en puños mis manos y me encojo de hombros, dando un paso hacia atrás en caso de que él esté enojado ahora que ha visto arruinada su camisa.
—Estoy bien.
Y lo estoy, en comparación con algunas de las otras lesiones que he tenido en mi vida. Él da un paso adelante, tirando mis manos hacia él, suavemente desenrollando mis puños, ignorando que me retuerzo por su toque.
—Vamos —me dice, llevándome suavemente de vuelta a la pendiente. Es mucho más fácil descender con él estabilizándome, aunque sin duda más aterradora. Todavía no sé lo que quiere de mí.

Me vuelve a sentar en la roca en la que había estado antes, entonces desgarra una tira de su camisa. Jadeo sorprendida, y él sonríe encogiéndose de hombros, provocando que mi corazón se acelere de nuevo.

Sumerge la tira de tela en el agua, y comienza a limpiar mis manos con ella. A pesar de que es sorprendentemente amable, esto pica y aspiro hondo a través de mis dientes.
—Lo siento —dice, inclinándose para soplar suavemente en mis manos. Alivia el ardor allí, pero provoca un ardor que comienza en la boca de mi estómago, que es muy diferente a todo los que he experimentado antes. Continúa limpiando y soplando mis dos manos, hasta que siento como si estuviera en llamas. Creo que hasta gimo porque de repente me mira, con ojos ilegibles. Agacho la cabeza con vergüenza. Luego, limpia mi rodilla, que todavía está expuesta por mi pantalón enrollado.

El desgarra dos tiras frescas de la parte trasera de su camiseta, ya que están limpias, y las utiliza para vendarme las manos, haciendo nudos como un profesional. Cuando levanto la ceja por los nudos, sonríe otra vez y dice: —Águila Scout. Insignia de mérito por primeros auxilios; son necesarios, ya sabes.

Miro a mis manos, limpias y vendadas, y luego vuelvo a mirar a Harry.
—¿Por qué eres bueno conmigo? —pregunto, desconcertada por su atención.

Amor a pesar de los problemas(adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora