Capítulo XI

2.5K 264 9
                                    

El día del cumpleaños de Minerva, se presentó como un día más en el calendario. Minerva despertó temprano, como solía, escuchando a un gallo cantar no muy lejos de su casa. Cerró la ventana, bostezó alejando el sueño de sus párpados. Sonrió al pensar que era como si en una noche hubiese pasado un año, había ido a dormir teniendo catorce años, y había despertado con quince. Se sentía igual, no habían cambios en ella, más que el saber que pronto, sería casada, o eso era lo que ella creía. Pues en la corte, la mayoría de chicas, empezaban a buscar prometido desde temprana edad, y la mayoría, antes de los dieciocho ya tenían hijos.

Pero por aquel día, prefería despreocuparse de todos aquellos pensamientos que a veces le hacían pensar en si había llegado el momento en el que dejar de vivir sola para estar acompañada, ¿era eso lo que ella quería? Sin embargo, tenía la impresión de que su opinión no tenía ni voz ni voto, pues quien decidiría con quien casarla, sería su padre.
Mientrastanto, ella quería vivir resguardada de todos aquellos quehaceres, y era feliz viviendo solamente en compañía de Royse.

Fue hacia el comedor, donde Royse ya había preparado la mesa y había hecho uno de los desayunos favoritos de Minerva. Cuando le vio acercarse, le dio un beso en la mejilla, y después un abrazo.
—Felicidades, Minerva—le dijo, y Minerva recordó cómo en los anteriores cumpleaños, le había dicho "felicidades, pequeña", parecía que ya había dejado de ser su pequeña, y que la miraba con otros ojos.

Minerva le correspondió con cariño, mientras que le agradecía por el delicioso desayuno que le había preparado, ¡seguro que habría tardado horas en hacerlo! Pero para Royse aquello no fue molestia en lo absoluto, sino todo lo contrario, pues ver la sonrisa que tenía Minerva compensaba todo rastro de esfuerzo.

—Esta noche hacen un baile—anunció alegre, Royse. Minerva no lo sabía y ante la noticia se quedó ligeramente sorprendida. Últimamente estaban haciendo muchos bailes, y lo mejor de todo aquel asunto, era que ella ya se estaba presentando a la sociedad, por lo cual, las personas que le veían ya empezaban a reconocerla, y había pasado a ser la habitual dama desconocida que aparecía en los bailes. —Pero es un baile un poco especial—informó—es una fiesta especial porque se acerca el carnaval. Los señores ayer anunciaron que sería una fiesta para cualquier persona, así que no hace falta invitación para que te presentes. Aún así, ya que no nos podemos permitir hacerte una gran fiesta de cumpleaños, como yo habría soñado, había pensado en que yendo al baile pasarías una buena noche, ¿qué piensas, Minerva?—La chica observó a Royse, estaba contenta de poder asistir nuevamente a un baile, así que aceptó de inmediato.

Quedaron en que cuando Minerva terminara de ir a clase, acompañaría a Royse a lavar la ropa, y entonces, se empezaría a arreglar para asistir al baile que sería en unas horas.

Aquel día, Minerva se mostró un poco distraída en la clase, dato que al maestro en ningún momento se le pasó por alto. En el fondo, el tema que no paraba de sobrevolar por la mente de Minerva, no era otro que el pensar en él, Santiago, ¿estaría él en el baile? Seguramente lo estaría, ¿y qué ocurriría después? ¿Le volvería a besar, o se contendría justo a tiempo? Tantas dudas tenía, que ni siquiera los interesantes temas de los que iba la lección del día, lograron bajarla al momento presente, pues se encontraba sorprendida a sí misma, garabateando dibujos en los márgenes de los libros que tenía.

Hasta Aloys notó el comportamiento extraño de su compañera. Con el tiempo, si bien no se habían convertido en grandes amigos, se podía considerar que ya no tenían las mismas desaveniencias que las que se mostraron claramente durante los primeros días en los que se conocieron. Aloys, había notado que Minerva, pese a las diferencias sociales respecto a él, en el fondo, era un ser humano.
Algo que Minerva se había empeñado a mostrarle una y otra vez, que pobres o ricos, ambos tipos de personas, despojadas de ropa y de fortunas, esconden los mismos sacos de huesos y carnes. Pues en el fondo, seamos como seamos, todos somos humanos.

Minerva [#GanadoraGOBA17]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora