Capítulo XVIII

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Pasaron tres años en los que Aloys se volvió un completo desconocido para Minerva. Desde aquel día en el que Aloys se había armado de valor para decirle la verdad de su pretendiente, Minerva se había sentido molesta con Aloys. Y durante tiempo, se limitaron a verse únicamente en las clases, y al finalizar, Minerva recogía a toda prisa sus cuadernos y sin apenas intercambiar unas palabras con Aloys se iba hacia su casa. 

Pero aquel día, Aloys sentía que había llegado al límite de su paciencia. Minerva tenía dieciocho años, y Aloys tan solo un año más. Aún seguían siendo aquellos jóvenes que un día prometieron que serían amigos, pero sus almas ya no habían vuelto a ser las mismas. 

Minerva se había vuelto una dama aún más elegante, con una figura estilizada, que quedaba perfectamente acentuada por un nuevo vestido de color de un verde brillante, que apenas llevaba decoración, pues Minerva no precisaba de extravagancias que hicieran resaltar aún más su belleza. Continuaba teniendo aquel rostro de muñeca que había enamorado a Aloys, pero cada vez que los ojos de ella se posaban sobre los de Aloys, el chico sentía una frialdad que le hacía sentir incómodo. 

Los años que habían pasado no habían sido un obstáculo para amarla aún más. Cada día admiraba más a la chica que se comportaba como si él se hubiese convertido en un desconocido. Aloys, imaginaba lo diferente que sería su vida, si Santiago nunca hubiese aparecido en escena. Y se preguntaba qué podría hacer para recobrar aquella alegría que sintió fugazmente a su lado, cuando eran amigos. 

—Esto debe acabar. Es absurdo, lo sabes, ¿verdad?—dijo un día Aloys. Minerva intentó evadir la conversación, en una de tantas veces en las que él había intentado hablar con ella, pero solo fue respondido con evasivas—No te vayas—la sujetó por el brazo con fuerza, sin apenas darse cuenta. Minerva hizo una mueca de dolor que Aloys percibió al instante, aflojó su agarre. Controlándose por acercarse más a ella. 

—¿Qué es lo que quieres? ¿No ves que soy feliz con él? ¿Por qué te molesta tanto mi felicidad?—dijo ella, visiblemente molesta. Pronto viajaría hasta Lyon donde se encontraría con Santiago. No podían verse tanto como quisieran, pero el amor que ella creía que había surgido entre ellos, no admitía distancias. 

—Quiero que vuelvas a ser tú—declaró con tristeza—me gustaría que volvieras a ser la misma chica alegre, con quien podía hablar de cualquier tema. ¿Recuerdas el día en el que decidimos que seríamos amigos?, ¿por qué has cambiado? Te veo y no soy capaz de reconocerte. Necesito que vuelvas. ¡Quiero que regreses a ser tú! La chica que sonreía y con sus sonrisas iluminaba hasta las almas más grises, ¿no te has dado cuenta de en quién te has convertido? Santiago te ha absorbido, solo haces que pensar en él, sé que le amas, pero es cuestionable si él te ama a ti...—fueron las últimas palabras, porque un golpe sordo inundó la habitación por unos segundos. Minerva le pegó una bofetada. Aloys se pasó la mano por la mejilla, incrédulo ante lo que acababa de pasar. 

Minerva también se sorprendió ante su reacción, pero después de tanto tiempo, creía que el odio entre ellos había desaparecido un poco. Pero aunque no se llevaran bien, ¿cómo osaba cuestionar su amor por ella? 

—Él me ama...—dijo más para sí misma que para Aloys. El chico le miró aún sintiendo un ardor en la mejilla. 

—¿Segura?—preguntó él, ahora con rabia hacia la forma absurda en la que le defendía—¡despierta! ¡Ve la realidad de una vez! ¿No la quieres escuchar? Pues adelante, te diré algo: No me importa tu vida, he intentado por todos los medios hacerte ver lo que ocurre en el fondo, y es que a él solo le importa tu cuerpo, poco más. ¿No es denigrante que te traten como escoria, cuando mereces que te traten como la verdadera reina que eres? —Minerva abrió la boca para decir algo, pero sintió que las palabras no llegaban, no fue capaz de responder—¡Estoy harto de sentir que para ti no existe nada más que él! Crees que es tu sueño, pero no ves que se convertirá en tu pesadilla. ¡Abre los ojos de una maldita vez!—gritó—, valora a las personas que lo darían todo por ti... No mereces a las demás. —Se giró de espaldas para que Minerva no viera una lágrima traicionera que se escapó de sus ojos. 

Minerva [#GanadoraGOBA17]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora