Aloys abrió los ojos abruptamente. Tuvieron que pasar varios segundos hasta que sus ojos se acostumbraron a la escasa luz que dejaba ver la ventana.
Su corazón latía a un ritmo demasiado rápido. El zumbido que se extendía por su cabeza, se incrementaba a cada segundo que pasaba. La luz de repente pareció surgir de la nada y cegarle la vista; cerró los ojos al instante mientras que en sus párpados, lo único que veía era un intenso color carmín.Empezó a sudar, su corazón latía desbocado. No sabía qué le estaba ocurriendo. Empezó a respirar cada vez más deprisa, tosió y a veces parecía que se fuese a ahogar.
Intentó tranquilizarse, incapaz de saber porqué estaba reaccionando así si ante él no había ningún peligro real. Tardó varios minutos en volver a adueñarse del latido de su corazón y cuando lo consiguió, abrió los ojos y vio en la pared una especie de sombra que se movía alrededor de la habitación. Se sentía mareado y a la vez parecía estar hipnotizado por aquella sombra que iba adoptando forma delante de sus ojos. Pronto observó que aquella forma etérea, adoptaba una figura femenina, y en medio de aquel momento de delirio, Aloys creyó ver el cabello ondulado y aquella sonrisa brillante que durante tantas noches había soñado en tener a su lado.La figura se acercaba cada vez más a él. Casi le podía tocar con la punta de los dedos. Alargó el brazo, quería darle la mano, decirle que aquel infierno ya había acabado. Y, sin embargo, cuando Aloys estaba a solo unos centímetros de distancia, vio que el espectro de Minerva se difuminaba.
—¡No te vayas!—gritó Aloys —Quédate a mi lado. Por siempre. No te vayas nunca. —Balbuceó. El fantasma de Minerva le observó y sonrió, pero no le respondió. Jamás le respondía. En ninguno de los mundos, ni en el real, ni tampoco en el imaginario.
Minerva se había abandonado a su suerte, y Aloys no sabía qué hacer para tener a Minerva de vuelta, para volver a intentar recuperar su amor, si es que en algún momento lo había tenido, y si no, intentaría ganarse su amor. Haría cualquier cosa para que ella viese la realidad, y se enamorase de él.
Aquella era ella, la chica que le sonreía, pero aquella chica era y a la vez, no era ella. Era un fantasma que desaparecía cuando salía el sol.No era la primera vez que ocurría. Aloys se había empezado a preguntar si Minerva había fallecido, o porqué su mente creaba aquella imagen tan precisa y perfecta de ella, como si fuese una diosa, la musa de sus sueños. Y aquel hermoso y angelical ser, estaba a su lado, le acompañaba en las frías noches, pero nunca le hablaba. Siempre se quedaba al otro lado de la habitación, y Aloys le hablaba, aunque sabía que jamás obtendría respuesta.
Minerva terminó de desaparecer, y pareció perderse entre el aire de la ventana que estaba abierta.
Era como si de repente, el sol del amanecer hubiese desaparecido cuando ella había llegado.
Su cabeza volvió a dar vueltas, incapaz de procesar lo que estaba ocurriendo, y de repente sintió que caía a un lugar muy profundo, en el que sólo había la oscuridad.—Aloys, despierta, tranquilízate—dijo una voz cerca de él, Julieta le miraba con preocupación. Aloys abrió los ojos, creyendo que lo que había ocurrido, formaba parte de un sueño. Pero no había sido ningún sueño, o él así lo sentía. No era la primera vez que creía tener alguna especie de delirio en el que la realidad se fundía con la ficción.
—¿Qué ha pasado?—preguntó Aloys cuando abrió los ojos y vio que la ventana estaba cerrada. Corroboró, que aquel espejismo tan nítido que parecía real, solo había sido un sueño. Otro sueño más.
—Estás temblando, Aloys—su madre le cubrió con una sábana. En aquel momento Aloys se dio cuenta de que hacía mucho frío en la habitación, se hundió más en la cama—Tienes fiebre, llevas tres días delirando y la fiebre no parece mejorar. —Se dio cuenta de que tenía puesto un paño de agua fría sobre la frente. Se notaba destemplado y tenía la boca pastosa.
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Minerva [#GanadoraGOBA17]
Historical FictionNacida en el seno de una familia de campesinos, Minerva vive en una pequeña cabaña en Carcasona, en la Francia posterior a la Revolución Francesa, en compañía de su padre Vladimir, y Royse. Paralelamente a su hogar, se encuentran Wilky y Julieta, su...