Minerva [#GanadoraGOBA17]

Capítulo XXX

Al llegar a Carcasona, Aloys le indicó a Minerva que tenía un plan para que no descubrieran lo que había pasado. 

—Sabemos que tarde o temprano se sabrá. Verán que no hay ni rastro de Santiago y los rumores serán inevitables. Así que lo que propongo es que por ahora vuelvas con Royse, estoy seguro de que estará muy feliz de tenerte de vuelta. Yo iré junto a mis padres, y a mi madre le diré que te he encontrado—viendo la expresión atemorizada de Minerva, se apresuró a tranquilizarla:—No te preocupes, mi madre sabe lo que siento por ti, y fue ella quien me dio el empujón que necesitaba para salir a encontrarte. Podemos confiar en ella. —Le dijo dándole la mano e infundiéndole renovados ánimos. 

Tal y como había dicho Aloys, Royse se sorprendió muchísimo de tener a Minerva de vuelta, pero por delante de todo, se mostró encantada con la nueva.
Al principio, creyó que Minerva había sentido nostalgia de estar lejos de allí y había decidido regresar, pero conforme pasaron los días, Royse supo que Minerva escondía algo. 

Decidida a abandonar de una vez por todas el silencio que Minerva había estado guardando durante tanto tiempo, habló: —No sé qué es lo que te está ocurriendo, Minerva, hace años que te comportas de una forma que no es usual en ti, y esto empezó cuando conociste a Santiago. Te volviste alguien irreconocible. Cuando anunciaste que te ibas a casar, me sentí feliz por ti, pero después vi que algo no iba bien en tu vida. Las cartas cada día eran más cortas, y la tristeza parecía ser más honda. Creí que debía intervenir en tu vida, pero parecía que querías apartarte del mundo, y respeté tu decisión. Poco sé de aquellos meses. Lo único que sabía era que estabas viva, porque de lo contrario la noticia se habría extendido en la corte muy deprisa, pero llegué hasta a dudar de que estuvieras bien porque no llegaban noticias de ti. Te fui a visitar un día y no estabas en tu casa, parecía que la tierra hubiera borrado todo rastro de ti. 
Lo último que supe fue cuando te fuiste de Carcasona, y entonces comprendí que querías empezar una nueva vida, y una vez más, no cuestioné el porqué lo hacías. Ya eres mayor para tomar tus decisiones, y también para equivocarte y corregirlas tú sola. Siempre estaré a tu lado, porque para mí eres como una hija, pero debes sincerarte conmigo. 

Minerva se mostró apenada con las palabras de Royse, enseguida intentó hablar, pero Royse continuó con su discurso: —Siento que tu vida ha estado plagada de infortunios desde el momento en que llegaste a la vida. Naciste llorando, y desde entonces no has parado de llorar, porque tu vida se ha regido por muchas pérdidas que han alimentado la tristeza. Al mismo tiempo, no toda tu vida entera ha sido un valle de lágrimas. Creo que también ha habido momentos de felicidad, pero estos no han sido tan abundantes. Pensé que el amor te ayudaría a soportar las pérdidas, que te haría bien, pero me equivoqué. Dejaste de ser tú. Te transformaste en una Minerva más fría y más esquiva, a quien apenas conocía. Pero ¿sabes lo peor de todo lo que ocurrió? Que el día de tu boda, yo creía que estabas enamorada, y quizás sí que lo estabas, pero ¿sabes quién más estaba enamorado? Aloys. El chico que durante tanto tiempo estuvo a tu lado, no siendo más que un amigo. Alguien que te escuchó, y que en secreto te adoraba. Lamento decírtelo en estas palabras, Minerva, no quiero reprochar nada porque no merece la pena, pero creí que debías ver la realidad de una vez por todas. Y ahora, es tu decisión saber qué rumbo va a tomar tu vida. 

Minerva escuchó aquellas palabras sin inmutarse. Cuando Royse terminó, Minerva decidió que para protegerla, lo mejor era omitir toda la verdad, así que cambió un poco la historia. Fingió sorpresa, al saber de los sentimientos de Aloys —pues no quería que se supiera de su romance con Aloys por el momento—, y, aunque creyó que podía confiarle todo lo que le dolía en el alma como la pérdida de su hijo, Minerva consideró que lo más sensato era guardarse para sí lo que había ocurrido en compañía de Santiago. Ya que esperaba que aquel hecho pasara a formar parte de un tramo de su vida que quedaría en su pasado.