Capítulo 16

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Sasuke no sabía la razón por la que Yumi tardaba tanto. El río no estaba tan lejos, ¿verdad? ¿Le habría ocurrido algo? Todos estaban cansados, con hambre, sed y hasta Suigetsu se había enfermado. ¿Por qué la kunoichi debía ser inmune a eso? Quizá había sido muy duro. Quizá algo malo le había pasado. Quizá debieron tomarse un descanso antes.

Con pocas ganas de cargar con otro enfermo en el equipo, el azabache se apresuró a dejar el campamento oyendo con claridad las quejas de Karin y las palabras tranquilizadoras que su compañero pelinaranja le dedicaba en vano. La chica era histérica.

Sasuke rodó los ojos mientras avanzaba en línea recta siguiendo el camino que había visto tomar a la chica, porque huellas no habían, rastros tampoco. Era como un fantasma. Una sombra. Una espía seguramente. Una ninja en definitivo. Alguien que si lo quisiera, podría desaparecer, lo cual por alguna extraña razón no le gustó.

—¿Dónde estás? —preguntó a la nada antes de ascender a las copas de los árboles y comenzar a saltar de una rama a otra.

Ignorante de muchas cosas, entre ellas el encuentro entre dos almas parecidas, invadidas por un odio que no debían obtener y una culpa sobre sus espaldas imposible de borrar, Sasuke no percibió nada raro al pasar al lado de un gigantesco árbol con ramas tan largas como chuecas. Pero Itachi sí lo hizo y no pudo evitar sentir el pinchazo usual en su pecho. La tristeza. ¿Se podía morir de pena? Uchiha Itachi empezaba a creer que sí. De hecho, consideraba seriamente a esta como el origen de su enfermedad.

—¿Entonces cuál fue? —susurró en la mente del chico, la voz suave y agonizante de esa muchacha que había logrado ver a través de sus paredes siempre impenetrables.

Curioso. ¿Qué poder era ese que brillaba en sus ojos ahora dorados? ¿Qué clase de aspa o estrella era la que se formaba en su iris? ¿Acaso gracias a eso podía ver su cabeza? ¿Su genjutsu era un arma de doble filo en esta batalla?

—No te incumbe.

Hikari Yumi rió. Fue una risa sarcástica, amarga.

—Es igual a él cuando se enoja —Sonrió entre divertida y burlona provocando que frunza el ceño.

No deseaba matarla. Acabar con más vidas inocentes, pero podría costarle su perfecto final: Su muerte a manos de su pequeño y tonto hermanito, y no estaba dispuesto a dejar que eso pase.

A veces sufrir demasiado dolor creaba un trauma. El cuerpo humano era inteligente. No se dejaría aplastar por recuerdos traumáticos. Los olvidaría. Solo debía hacerla sufrir como nunca antes, como nadie jamás. Debía destruirla por dentro...

— ¿Qué hace? —inquirió la Hikari retrocediendo unos pasos al sentir el suelo temblar bajo sus pies.

Primero la ataría. Ese era su mundo y no importaba el poder que pudiera poseer, él era quien controlaba esa dimensión. Nadie más. Por ello, sin que pueda resistirse, hizo surgir de la tierra dos palos largos de madera de los cuales colgaban cadenas.

La expresión del rostro de Yumi evidenció lo tarde que se percató del lío en el cual estaba metida, y por más que quiso saltar, no funcionó. Las cadenas aprisionaron como serpientes veloces y raudas sus tobillos y muñecas y pronto estuvo de rodillas en el suelo.

—Lo siento, pero no puedo dejar que te vayas. No aún. No con lo que has descubierto.

—Él lo perdonaría...

Ja. Eso nadie lo creía. Sasuke había olvidado el significado de la palabra perdón. Lo había reemplazado por la venganza, y había sido culpa suya. Por ese motivo, Itachi cerró los ojos. Intentó recordar en los horrores de su memoria a su dulce hermanito pequeño, sus caprichos y bromas, sin resultado. Como había dicho Yumi, tal ser no existía más, él lo había asesinado. Yumi y él habían acabado con las personas que más amaban, aquellas que juraron cuidar por siempre y sin embargo, decepcionaron.

Kimi ga suki | Tú me gustasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora