Capítulo 33

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Estaba cometiendo un error. Una parte de ella lo presentía. Sin embargo, ese error en particular la dejaba sin tiempo para razonar. Estaba perdida entre el mar de sensaciones que sucumbían su cuerpo, la hundían a un paisaje desconocido que no había sentido jamás.

¿Cómo un error podía sentirse tan correcto? Eso debía ser un delito. Se supone que una persona debía tener el poder de detenerse cuando creía que algo era incorrecto, pero sus fuerzas la habían abandonado y su capacidad para elegir el bien también.

Lo único en lo que lograba concentrarse era en su piel cosquillear, en sus labios hinchados y en el calor que se esparcía con cada roce o beso.

Necesitaba respirar aire limpio. Alejarse de esa bruma venenosa que se debía asemejar a lo que sus contricantes sentían al sumirlos en el poder de su dojutsu. Anhelaba empujar ese cuerpo sobre ella fuera de su radio y pensar claramente.

Lo que debía decir era importante. Podía cambiarlo todo. Podía salvar a muchos. Podía salvarlo a él. ¿Pero qué era?

Hikari Yumi jamás se creyó tan olvidadiza como en ese momento. Incluso jamás había maldecido su debilidad como en esos minutos en lo que su cuerpo respondía no a sus órdenes, sino a los deseos de él.

Si Sasuke quería que le respondiera el beso, se encontraba a sí misma haciéndolo. Si Sasuke quería que lo apretara contra su pecho, así era. Si Sasuke deseaba que se arquee para él, ahí estaba. Si Sasuke le susurraba que le cediera el paso, le abría las piernas sin timidez.

Susurró su nombre y en respuesta, suspiró feliz. Ladeó el rostro para permitirle mejor acceso a su cuello, obteniendo como premio un camino de besos húmedos que despertaron hasta la más íntima terminación nerviosa de su ser.

—Hueles bien.

Sasuke no era muy hablador, por lo que oírlo decir eso fue como un detonante para su anatomía. Sin saber qué fuerza controló su cuerpo, se apoyó en sus hombros y arremetió contra él como un torbellino. Pronto, estuvo arrodillada empujándolo hacia atrás y sentándose a horcajadas sobre el muchacho que apenas controlaba su respiración.

—Yo... debía... —dejó escapar un jadeo y avergonzada, ocultó su rostro en su cuello, mientras él hacía de las suyas con sus caderas y muslos—, debía decirte algo.

Sasuke se quejó en su interior y también en el exterior. Aprisionó el rostro de esa mujer entre sus manos y la miró con fijeza. Lo último que deseaba era escuchar algo fuera de ese contexto íntimo que estaba disfrutando. Se negaba a interrumpir aquello por un simple comentario; por lo cual tenía dos opciones. La primera, convencerla de manera definitiva de dejar el tema para después; o la segunda, pedirle que se lo diga y continuar con sus dedos recorriendo la suave tela de su ropa interior.

—¿Es importante? —inquirió descendiendo una mano por su espalda.

Ella asintió para en seguida temblar cuando sus dedos se apretaron a su trasero en un intento por acomodarla mejor sobre su regazo.

—¿Puede cambiar algo ahora o después?

Para su disgusto, volvió a asentir.

—¿Tiene algo que ver conmigo o contigo? —cuestionó sin dejar de contemplar su rostro sonrojado, sus labios rojizos y su cuello húmedo por su reciente paso.

Al inicio, las palabras se le quedaron atascadas en la garganta. Esta vez las culpables eran un par de manos masculinas deshaciéndose de los botones de su vestido hasta dejarla semi expuesta.

Vio con asombro y calidez cómo los ojos del siempre inexpresivo Uchiha Sasuke la estudiaban con aprehensión y lujuria. La chispa nada inocente que despendían sus orbes oscuras le causó cierto terror y su corazón bombardeó fuerte cuando la yema de sus dedos pasaron por sobre su brasier.

Kimi ga suki | Tú me gustasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora