Capítulo 31

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Esa luz no los había cegado a todos. No a ellos. Al contrario, les había permitido ver con más claridad...

—¿Sabes, Sasuke? Cuando éramos niños, todos en la aldea me odiaban y yo los odiaba a todos. Incluso pensé en vengarme. Si hubiera dado un paso en falso también estaría como tú, pero no fue así. Iruka-sensei me salvó.

El azabache no tenía idea de lo que su antiguo amigo estaba hablando. ¿Cómo lo callaba?

—De hecho, yo sabía que tú también estabas solo y eso me calmaba —Sonrió avergonzado, despeinando su usual mata de cabello rubio—. Recuerdo que aquella vez que te vi en el puente quise hablarte porque creí que me entenderías, pero no lo hice porque tú eras bueno en todo y te tenía envidia. Así que decidí que serías mi rival y desde entonces te volviste mi meta. Quería ser fuerte y genial como tú, por eso siempre te imitaba. Yo... lo que quiero decir... es que estoy muy contento de haberte conocido.

No mentiría. Eso último le había parecido sorpresivo. Hasta hace poco iban dispuestos a dar el golpe final y ahora se hallaban hablando. Sasuke no sabía si estar agradecido de un descanso, o enojado por no acabar con esas ridiculeces de una vez.

—Naruto, no importa lo que me digas, no voy a cambiar. Voy a matarte a ti y a toda la aldea. Todo para vengar a mi familia —espetó con la mandíbula firmemente apretada—. Por eso desde ya, te digo que tienes dos opciones: Convertirte en el héroe de la aldea matándome o ser asesinado por mí y seguir siendo un perdedor.

El aludido no se inmutó, sino que negó con vehemencia.

—No voy a ser un perdedor ni tampoco seré el héroe que te mate. Nada de eso va a pasar...

La luz refulgió nuevamente en sus ojos, cortando las palabras del Uzumaki y a continuación, volvió a su realidad, a la pelea y al ataque que los había enviado a volar en direcciones contrarias por la fuerza del impacto.

Tarde se dio cuenta que su espalda colapsaría contra unas piedras rocosas, ya que apenas podía cambiar la ubicación de su cuerpo. Se sentía aletargado. Eso sería todo...

—Te tengo.

Los brazos blanquecinos de Zetzu aparecieron alrededor de sus hombros, cubriendo con la masa blanca su anatomía.

—¿Estabas aquí?

—Sí, ya sabes... Tobi me dijo que pasara desapercibido, pero parece que tienes problemas —soltó con parsimonia una vez sus pies tocaron el suelo.

Yumi estaba a unos pasos de él, no lo miraba. Estaba inmersa en las personas de adelante y en quién sabe qué. Quería averiguarlo. Por otro lado, Sasuke no lo sabía, pero uno de los hombres planta había ido por "Madara", quien en cuestión de segundos, hizo su aparición ahí.

—Sasuke, te dije que te vayas a descansar —masculló una voz ronca, presa del aburrimiento—. Además, parece que siempre que se encuentran, deben pelear, ¿eh? —Miró a Naruto—. Kyubi, he preparado un mejor escenario para ti.

El enmascarado causaba en Yumi una sensación forzosa de respeto. No era de confiar. Era incluso más peligroso que Orochimaru en su momento.

Los vellos de su nuca se erizaron al ver los cuerpos blancos como la nieve elevarse sobre el agua y prepararse.

—Zetzu, no estás hecho para pelear. Mejor retírate y ve por Kisame. Sasuke será quien se ocupe del Kyubi —Y eso, al menos para ella, sonaba a una orden.

Nunca le había agradado ese hombre planta. Era tanto el sentimiento enfermizo que tenía al estar en su presencia que echaba de menos al sannin y a Kabuto.

Kimi ga suki | Tú me gustasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora