Capítulo 6

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Ambos combatientes estaban exhaustos. Rasguños marcaban sus rostros y las ropas las tenían rasgadas o sucias por la tierra. La muerte se paseaba por sobre sus cabezas, indecisa sobre a quién llevarse... Si al líder tirano que respiraba con dificultad o a la muchacha que apenas podía mantenerse en pie. En su interior, Sasuke esperaba que no fuera Yumi. Esa chiquilla significaba una sola cosa para él: Respuestas. Y no estaba dispuesto a renunciar fácilmente a ellas. Pase lo que pase, y aun si no era su lucha, estaba decidido a interferir si eso le aseguraba despejar sus dudas.

Fijó sus oscuros orbes en la silueta que, teniendo en cuenta el veneno que hace poco había invadido su cuerpo, se movía con agilidad y evitaba golpes mortales con precisión. Parecía no concentrarse al cien por ciento en la pelea, puesto que de vez en cuando lo miraba... o mejor dicho, miraba detrás de él. Al pueblo, a la gente herida, a los pocos que se mantenían vigilantes... Hombres corrían de aquí para allá llevando enfermos o dejándolos a medio camino, auxiliando a civiles y resguardando a los que se encontraban ilesos, quizá creyendo que se avecinaba una invasión. Al pequeño clan solo le faltaba arder en llamas para verse totalmente desmoronado, o eso creía Yumi.

Un kunai pasó tan cerca de su mejilla que le abrió una herida y la obligó a centrarse en el hombre que había visto desde pequeña deambular por su casa en las reuniones que su padre precedía. El Ryuto de aquel entonces era tímido e inseguro a diferencia de este tipo ególatra parado frente a ella; jamás hubiera imaginado que se convertiría en alguien tan odioso.

―Concéntrate florecita ―La llamó burlón al ver cómo sujetaba con fuerza su estómago y tras tomar aire profundo, comenzaba a formar un jutsu que para ese hombre no era muy conocido... Al menos eso quería pensar.

Pensando de la manera más positiva posible, la Hikaru cerró los ojos al tiempo que de sus brazos nacían espadas de luz plateada que se proponían acabar con el enemigo. Avanzó un paso aprovechando el cansancio del rival y alzó la espada viendo el terror inmiscuirse en los ojos de Ryuto. Había llegado su hora.

***

A diferencia de algunos de sus compañeros, corría sin detenerse a ayudar a los caídos. Tenía su misión clara: Detener a su querida subordinada a cualquier precio. Sabía a donde debía ir, al lugar del cual todos se alejaban. Miró a sus compañeros, unos con más experiencias que otros y un sentimiento nostálgico la invadió, temiendo por sus vidas y por la suya. Habían oído de Yumi y el tal Uchiha, pero tal destrucción bien podría tratarse de un grupo con deseos desconocidos, quizá mientras la gente se desesperaba y los ninjas luchaban contra sus atacantes, unos cuantos pasaban desapercibidos... quizá en esos momentos ya tenían a un par de Hikari listos para ser marionetas de experimentos.

Natsuki observó que todos corrían en sentido contrario a su avance, lo que bastó para confirmarle que era al otro lado de la aldea donde se desarrollaba la pelea. Aprovechando que sus compañeros Jounins estaban distraídos entre tanto caos, dobló en la esquina siguiente y subió al tejado más cercano. Mientras más pronto llegara, sería mejor.

Corrió y justo al pasar por la última casa, se detuvo. El chakra que emanaba más allá la dejó paralizada por uno segundos. Ese chakra era conocido y sin pensarlo dos veces, se apresuró en ir hacia ese lugar sin notar a una sigilosa Sorato que la seguía a una distancia prudente.

La joven kunoichi sabía que su nana iría en busca de Yumi —como ella lo hacía—, por eso rápidamente corrió detrás de la jounin sin detenerse a observar cómo su amada aldea se consumía en el odio de su hermana.

***

—Admito que tienes potencial, florecita —Dijo Ryuto, manteniendo su distancia.

Kimi ga suki | Tú me gustasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora