Capítulo 43

3K 298 115
                                    

Meteoritos. ¿Acaso no había fin? ¿Cuánto poder podía albergar una criatura? Viendo a la leyenda Uchiha daba la impresión que la respuesta era desesperanzadora.

Gracias al cielo, Naruto estaba ahí. Una y otra vez, el rubio se ponía de pie y continuaba luchando por la gente, sin distinción de aldea o país. Él apostaba por la vida y la paz. Y Sasuke lo sabía.

El menor de los hermanos veía en cada ataque de su amigo un potencial increíble... envidiable. Yumi no se equivocaba al pensarlo como un ninja fuerte. Difería del chiquillo torpe y asustadizo que había conocido en la Academia. Había cambiado. O mejor dicho, ambos lo habían hecho.

Dos, tres y hasta cuatro esferas de poder impactaron contra los meteoritos partiéndolos en trozos todavía peligrosos para la multitud. No lo pensó. Antes de siquiera percatarse del peligro al que se exponía, había saltado hacia la avalancha de rocas que caían del cielo con el único propósito de destruirlas. Itachi y Yumi debían seguir viviendo. Debía cumplir su venganza. Debía restablecer a su clan.

—¡Sasuke, cuidado! —gritó su excompañero—. ¡Si vuelas de esa forma, morirás, de veras!

Ignoró el grave impulso de rodar los ojos y contestarle algo venenoso; en su lugar, se dedicó a destruir cuánto se le ponga enfrente. Por varios segundos los dos estuvieron destilando ataques legendarios como si estuviesen en una clase de competencia y cuando por fin creyó que todo terminaría, el cielo empezó a aclararse de manera sobrenatural. Definitivamente esa luz siniestra, que empezaba a encenderse desde todos los rincones, no era el clásico amanecer.

Presentía que nada bueno saldría de ese nuevo enfrentamiento y no era por presumir, pero no solía equivocarse en esas cosas. Saberlo sin embargo, solo le provocó miedo por el porvenir. No tanto por el suyo, más bien por el de las dos personas que lo ataban al mundo. De hecho, fue por esa fuerza de voluntad que apenas el Susanoo tocó el suelo, giró sobre sus tobillos y cubrió a Kakashi, Sakura y al mismo Naruto bajo la protección de sus alas. Ninguno se podía dar el lujo de morir aplastado por alguna roca espacial. Eran necesarios, o podrían serlo en algún instante.

Por varios segundos se mantuvieron alerta a cualquier sonido, aguardando en vano. A simple vista el paisaje estaba desolado salvo por ellos. El terreno había sufrido alteraciones de levantamiento, el río se había secado drásticamente y el bosque había sido arrancado a pedazos del mapa, pero nada más. No había rastro de Madara a los alrededores. Incluso juraría que todos los animales habían huido hace semanas de ahí. Benditos sean sus instintos que los alarmaron a tiempo de esa catástrofe.

—Esto es malo.

Kakashi apenas era un susurro en su cabeza.

—Ha comenzado. Definitivamente estamos atrapados.

Sakura era una molestia aún menor.

—Hey, hey...

Parpadeó virando hacia Naruto.

—Tranquilo. Estoy seguro que venceremos —Sonrió ameno como si esperara eso de él—, y que tu chica estará bien, ¡de veras!

Habría rodado los ojos y soltado algo sarcástico e hiriente de no ser porque realmente estaba pensando en ella y en mil escenarios peligrosos. Detestaba esa sensación de impotencia y el deseo tortuoso de estar a su lado, junto al miedo que palpitaba en sus venas al imaginársela herida. Lo hacía sentir débil y el infierno mismo era consciente que odiaba eso. No obstante, también lo volvía fuerte. Le daba el impulso para levantarse a pesar de los obstáculos y continuar.

—No asegures el futuro. Nadie sabe lo que ocurrirá —replicó forzándose a no salir volando hacia donde Yumi pudiera estar.

—Estoy seguro que así será y luego, tú y ella podrán venir a Konoha —manifestó el rubio con ese positivismo empalagoso que lo caracterizaba.

Kimi ga suki | Tú me gustasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora