Capítulo 38

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Olía a moho y humedad. Las paredes eran frías, el suelo desigual y  las rocas en forma de picos puntiagudos lucían amenazantes. Apenas cruzó la entrada de la cueva, escuchó un sonido fuerte y repetitivo y a sus narices llegó el polvo esparcido en al aire, propio de las explosiones o los ataques originados por una fuerza bruta.

Siguió el eco del caer de las piedras hasta llegar a una pared rota, donde escombros regados por todas partes le dieron la bienvenida. Un hombre enfundado en una capa de un guinda desvaído y cabello largo atado en una coleta baja, le daba la espalda. Lo ignoraba como siempre. No le cabían dudas que había notado su presencia, pero aun así optaba por fingir lo opuesto. 

—Al fin te alcancé... —Se hizo oír, pues no dejaría que lo pase por alto. No esta vez—. Me vas a dar una respuesta —y aunque no quiso que el alivio lograra escaparse de su voz, no logró evitarlo.

Sin embargo, su hermano ni siquiera le dedicó un vistazo. Se hallaba concentrado en el personaje que a unos pasos, los miraba atentamente. Conocía ese rostro escamoso y por eso mismo, le pareció absurdo que Itachi —el poderoso ninja que vigilaba su aldea desde las sombras—, haya elegido retirarse de la supuesta guerra para encontrarse con nada más y nada menos que Kabuto. ¿Qué tenía que ver esa copia barata de Orochimaru con el jutsu que el mismo Sannin había realizado para revivir a los antiguos Kage?  

—¿Quién habría dicho que mi compensación por participar de esta guerra llegaría tan rápido y por su propia voluntad? —comentó Kabuto—. ¡Qué suerte tengo! 

Definitivamente se estaba perdiendo de algo y odiaba que eso suceda. Podía enfrentar lo que sea, ya no era aquel niño ingenuo al que su hermano debía proteger y mentir. 

—¿De qué estás hablando? ¿Por qué estás aquí? —demandó colocándose al lado de un callado Itachi. 

—Es un poco complicado —sopesó con la mano en la barbilla escamosa—. ¿Quieren que lo intente explicar de un modo sencillo?

—Explícalo —masculló el mayor de los Uchiha—, y mientras lo haces, detendré el Edo Tensei.

Ante ello, el ninja que conoció en los exámenes chunnin, sonrió petulante, causándole la impresión de que se trataba de otra persona, pues se parecía más a Orochimaru que a él mismo. 

—Este jutsu no tiene puntos débiles ni riesgos. Es algo que me gustaría explicarte, Itachi, pero no creo que Sasuke-kun se quede escuchando tranquilo si te mueves —siseó cual serpiente, poniéndose en pie y dejando entrever que sus brazos también estaban llenos de escamas. No lucía humano. Ni siquiera el compañero de Tsunade y Jiraiya tenía esa apariencia tan grotesca—. Parece que tendré que hablar de todas formas. Bueno, Sasuke-kun, mientras dormías y sanabas por la transferencia de ojos, han pasado cosas tremendas en el mundo. 

Estuvo a punto de bufar. 

—Es la Cuarta Gran Guerra Ninja —continuó—. Tobi y yo nos estamos enfrentando a un ejército  formado por las cinco potencias: El País del Fuego, del Viento, del Agua, de la Tierra y del Rayo.

En esa ocasión sí resopló, incrédulo. 

—No pueden estar luchando solo los dos contra las cinco potencias —soltó con ese aire sabiondo que caracterizaba a casi todos los Uchiha.  

—¿Solos? ¿Quién dijo que estábamos solos? —Soltó una carcajada—. ¡Contamos con decenas de miles de Zetsu blancos! Y además, con la unidad de redivivos que he creado. ¿No esperabas eso de mí, eh? —Ablandó su tono como si buscara dar pena—. Aunque la mayoría es parte del plan Tsuki No Me. Uchiha Madara es el verdadero estratega detrás de todo este pequeño embrollo.

Kimi ga suki | Tú me gustasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora