Capítulo 19

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Él era sigiloso como la noche, como una sombra. No hablaba demasiado, pero cuando lo hacía tenía las palabras precisas. Le gustaba su compañía porque era bueno escuchando y acotando. Era inteligente. Probablemente un genio. Podría llegar muy lejos, pensó. Pero quería morir, se recordó.

Viendo a Itachi colocarse su gabardina negra, sintió un nudo en el estómago. ¿Quién era para evitar lo que quería? ¿Quién era para pedirle que no se vaya y viva una vida larga en cualquier parte del mundo? ¿Quién era para darle esperanzas y querer pasarle sus deseos de seguir? No era nadie. Salvo una desconocida que curó sus heridas y quizá podría haberlo sanado por completo si quisiera... si le diera tiempo.

—No hay tiempo. Debo irme ahora  —había sido su respuesta.

—Siempre hay tiempo, niño bonito. Tú decides sobre tu vida.

Él había sonreído cálidamente y negado luego.

Cruzada de brazos apenas podía hablar. Itachi tampoco parecía notarla. Él tomó su banda con una raya sobre el símbolo que en antaño le enorgullecía y la colocó sobre su frente.

—Gracias por todo, Meiri.

Ella asintió.

—No sé ni porqué te despides —masculló con la mandíbula apretada—. Dije que te seguiría y eso voy a hacer.

—No puedes ir al mismo lugar al que yo voy.

—¿Por qué?

—Porque eres distinta a mí. No estás acostumbrada a las sombras.

—No sabes nada. Puedo ir a donde sea.

—He dicho que no.

La chica estaba exhausta de seguir órdenes y esa parecía una. Se puso de pie y lo fulminó con la mirada.

—Si quiero morir, moriré, ¿entendido? ¿Esa no es tu filosofía? —Sin embargo, no le dio tiempo para responder—. Si quiero usar una rara capa, lo haré. Si quiero seguirte y ser tu cola, lo seré. ¿Entendido, Itachi?

El azabache no contestó. Solo la miró largamente, poniéndola al cabo de unos segundos incómoda.

—Dije... ¿entendido?

—Usaste mi nombre —Sonrió apenas visible antes de salir de la cueva con rumbo desconocido.

Meiri no esperó. Tomó su mochila y colocándose su abrigo, corrió tras él. Estaba preparada para luchar, noquearlo o simplemente hacerse oídos sordos, pero no hubo necesidad. El niño bonito no la alejó, tampoco la esperaba, sino que mantenía la vista fija al frente. Al cabo de unos kilómetros, comprendió que debía darle su espacio y mantenerse algo distante por si los otros raros de esa organización criminal se oponían a su presencia.

—Puede que hasta llegue a capturar a uno —Pensó en voz alta mientras descendía a tierra firme.

Pasadas un par de horas, Itachi se encontró con un hombre corpulento y de facciones toscas con pinta de asesino. Tenía dientes parecidos a cuchillas, los ojos como dos puntos que le daban una apariencia casi animal y la piel extrañamente enfermiza. Supo luego que su nombre era Kisame y provenía de la Niebla.

Una vez más, Meiri comprendió que las primeras impresiones muchas veces son engañosas. El tipo no era tan desagradable como esperaba. No era como su ex prisionero, pero al menos su gigantesco porte no lo convertía en un loco por el derramamiento de sangre. Después de que el gigante pusiera a Itachi al día y el Uchiha a su vez le mintiera con una naturalidad alucinante sobre dónde había estado y qué había estado haciendo, movieron sus manos para formar unos sellos y sentados, entraron en un estado de trance.

Kimi ga suki | Tú me gustasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora