Capítulo 8

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Había pasado casi todo el día corriendo, deteniéndose para beber algo de agua y volviendo a retomar la marcha. Sin muchas paradas, y casi nada de palabras. Sasuke era silencioso, empezaba a darse cuenta de eso, y aunque ella era algo callada al inicio, también era curiosa... algo que venía de a montones con un chico como él. ¿Por qué esa cara larga todo el tiempo? ¿En qué pensaba cuando miraba fijamente a la nada? Muchas preguntas rondaban su mente, pero las callaba porque no eran cercanos, y a decir verdad, no tenía planes de cambiar eso.

Faltaba poco para llegar, o eso se decía para animarse. Quería dormir, y tener tiempo para pensar. Quería muchas cosas que no podían ser. Suspiró y luego de una indicación del Uchiha, se detuvo. Bajó al suelo de un salto y sacó su cantimplora.

—Yumi —Llamó algo incómodo al notar que su mirada no dejaba su perfil.

Habían tomado un receso, y él bebía algo mientras ella solo se dedicaba a intimidarlo. Bueno... quizá esa era su intención —una que fallaba—vale decir, porque Sasuke Uchiha no era intimidado por nadie, mucho menos por chiquillas normales y silvestres.

—Yumi, andando —Anunció luego de que alejara la vista al fin.

La chica asintió y estuvo a punto de saltar hacia los árboles nuevamente, cuando él la detuvo con un gesto de la mano.

—¿Qué sucede, Sasuke-san? —Preguntó inquieta. ¿Había oído algo que ella no? ¿Qué podría ser eso? Tras esas interrogantes, adoptó inconscientemente una postura de pelea: Un pie detrás del otro y su mano rozando el kunai que estaba en el porta armas de su pierna. 

El azabache soltó un suspiro aburrido, pero luego de pensarlo mucho, decidió entregarle el último onigiri que Kabuto había acomodado en esa lonchera pequeña que tomó antes de irse. Esperó dos parpadeos, sin obtener respuesta, ni siquiera un mínimo intento por levantar su mano. Sasuke casi suelta un bufido y se traga el alimento gustoso. Casi.

—Es suyo, Sasuke-san. Kabuto se lo dio a usted.

"Ya... ese es el problema". 

La culpa lo venía persiguiendo desde que oyó su estómago rugir a mitad de camino. 

—De hecho, es tuyo. Tomé tu lonchera de casualidad y cuando Kabuto me dijo que no era mía, solo lo metí en mi mochila para verlo rabiar —Soltó, notando que algo en su expresión cambiaba. Sus labios se habían abierto ligeramente y lo observaba como si fuera algo extraño—. ¿Qué?

Yumi trató de recuperar la compostura, pero ya era tarde. La había visto.

—Es la primera vez que habla tanto —Confesó la causa de su quietud. Sus ojos negros como los suyos, parecieron estrecharse, serio, por lo que sin esperar más, cogió el onigiri de su mano y se lo llevó a la boca—. Gracias.

—A Kabuto —Se limitó a reponer.

Después de eso, hablaron poco o casi nada. Ninguno de los dos ninjas se daban vistazos, ninguno mostraba interés por el otro. Ninguno tenía idea de lo que podría pasar entre ambos en un futuro no tan lejano, pero tampoco cercano.

Luego de dos horas más de caminata por el suelo, llegaron a una espesa zona donde el bosque era más oscuro, las copas de los árboles más grandes e incluso los troncos parecían más gruesos. El silencio era inesperado. Incluso en esos lugares uno podría oír pequeños ruidos comunes de la naturaleza, pero allí no se escuchaba nada. Ni un ave cantando.

El ambiente era sumamente pesado, no era natural. Algo ocurría.

—Nuestra misión aquí es sencilla —Inició de la nada un inexpresivo Sasuke—, solo debemos capturar a los experimentos que se han escapado de la prisión porque son muchos para una sola —Suspira aburrido, porque no quería hablar tanto luego de la observación de Yumi—. El nombre de nuestra guía es Karin, ella está encargada de cuidar estas guaridas y también nos dará alojamiento.

Kimi ga suki | Tú me gustasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora