Cuando Sasuke vio a Yumi, temió lo peor.
Su compañera estaba paralizada, Karin le susurraba indicaciones que no obedecía bien, Suigetsu a su lado, se mordía los labios nervioso y el pelinaranja, atrás suyo, guardaba silencio. Sin embargo, no fueron ningunas de esas razones lo que hizo que se pusiera más pálido de lo normal, sino su quietud y lo vacío de su mirada.
—¿Está bien? —se atrevió a preguntar el albino luego de darse cuenta de la tensión que todos atravesaban, sobre todo el Uchiha.
La respuesta no llegó, y Sasuke no se quedó a esperar. Se agachó, tomó el cuerpo frágil de la Hikari entre sus brazos y estudiando su rostro, supo que era un genjutsu. Él había sobrevivido uno, el más duro quizá; así que no le cabían dudas. Ella podría también. Era fuerte. La chica más fuerte que había conocido. Podría con ello. Debía poder. ¿La razón? Tenía que vivir y algún día, en un futuro que esperaba no fuera tan lejano, arreglar las cosas con su hermana y quién sabe, ser feliz.
Levantó la mirada hacia los tres pares de ojos que lo observaban y sin demoras, les indicó avanzar. Tenían un camino considerable que recorrer y una preocupación constante hacia la chica que dormía intranquila en sus peores pesadillas.
Llegados a una posada, los integrantes de ese pequeño escuadrón tomaron dos habitaciones y decidieron descansar hasta que Yumi esté repuesta. Sasuke no hacía comentarios hirientes, ni miraba mal a la inconsciente muchacha, Karin se quedaba cuidándola la mayor parte del tiempo, Jūgo y Suigetsu buscaban comida y ganaban apuestas gracias a los pajaritos del pelinaranja que le soplaba las cartas del adversario. Eran como una familia disfuncional tratando de llevar la fiesta en paz y lo lograban.
Una tarde en la cual Karin estaba cansada de no moverse de su lugar, Suigetsu se ofreció a ocupar su lugar y quedarse con la Hikari. Era la oportunidad de la Uzumaki para acercarse un paso a Sasuke que en esa ocasión la acompañaría.
—¿Es una pena lo de Yumi, no? —inició paseando a su lado, viendo qué medicinas comprar para el futuro.
El chico asintió poco dispuesto a hablar. No le gustaba tocar el tema de Yumi. Tampoco verla tan apagada e inmóvil. Le hacía sentirse culpable, incluso cuando no había tenido participación alguna en su actual estado.
—¿Esta hierba está bien? —le señaló una bolsita azul que desprendía un olor atrayente.
Karin carraspeó incómoda y con las mejillas gravemente encendidas al ver lo que señalaba su amor platónico.
—A menos que quieras encender la... llama del amor —se apresuró a completar la frase acomodándose reiteradas veces los anteojos.
Sasuke en respuesta, dejó la bolsita de inmediato como si le quemara.
—¿Por qué de repente quisiste venir a acompañarme?
¿Por qué? Sasuke enarcó una ceja, confundido. Ella en otras ocasiones casi le rogaba que la siguiera ¿y ahora preguntaba? ¿Quién podía entender a las mujeres? Él no.
—Al inicio no querías y luego...
—Necesita sanar pronto—se limitó a contestar tomando una botella para relajar los músculos.
Karin no hizo más preguntas, tampoco lo miró de reojo. El resto del día se la pasó pensativa, frunciendo el ceño, renegando para sus adentros y al final, dándose cuenta de lo inevitable. A él le importaba Yumi. Demasiado. ¿Le gustaba? Eso no lo sabía, no quería saberlo, pero su corazón de mujer le dijo que no sería de extrañarse que así fuera y que el Uchiha no se de cuenta de los sentimientos que empezaban a despertar en él. Eran similares en algunos aspectos, no solo físicos. Tenían algo que los unía y no sabía explicar qué. Los envidiaba...
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Kimi ga suki | Tú me gustas
FanfictionSon escasas las cosas que le gustan a Sasuke, y al contrario son muchas las que le desagradan. Tiene un sueño, o más que eso, una ambición: Asesinar a un hombre. Es por esa única razón que no está dispuesto a morir y mucho menos de una forma nada di...