My Spider Kiss

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-¿Qué voy a hacer contigo?- hablé en su cuello, él me abrazaba.- Me gustas mucho. MUCHO.- Mi énfasis lo hizo reír.

-Escuchar eso me hace muy feliz.- Besó mi mejilla y dejó sus labios ahí medio minuto, sólo apoyados sobre mi mejilla, aun seguíamos pegados al escritorio.

-¿Por qué estás con ella?- Lo miré a los ojos haciendo que se despegara de mi mejilla para poder mirarle, él no podía mirarme, miraba la pared de enfrente.- Detesto que estés con ella y que estés aquí conmigo a esta hora, cuando todo el mundo esta dormido y que nadie sepa esto. Quiero decirle a todo el mundo que me gustas. Y no puedo, no se supone que deba ser así.- dejé caer mi cabeza en su pecho, pude oler su loción. Olía delicioso. Él suspiró.

-Arreglaré esto.

-No, tampoco quiero eso. Tom, no quiero que nadie salga lastimado, toma esto como una despedida.- La verdad es que no sabía que diablos estaba diciendo, no me importaba que sólo viniera a verme por las noches, pero no era lo correcto, en muchos sentidos.

-No.- su mirada era seria.

-Seré tu amigable vecina... ¿_____? - ambos reímos por mi mal chiste arácnido.

-Yo quiero hacer las cosas bien, y quiero hacer esto.

-Pero yo no quiero que lastimes a nadie. Se nota que ella te quiere mucho, yo sólo les estorbo. No seas de esos Tom. Prometo olvidarte.

-No, eso sería lo peor.

-Bueno, prometo olvidar esto.

-Eso no ayuda, ______.- Me miró cansado y posó sus manos en mi cintura, me estremecí. Él sonrió ante mi reacción.

-Tus manos en mi cintura tampoco.- Se rió, pero no las movió. Yo me moví con pesar de donde estaba y me senté en el borde de mi cama dejándolo parado frente al escritorio.

-Por cierto... ¿Qué hacías con Harrison en la tarde?- Me miró con los brazos cruzados y su boca era una linea horizontal delgada.

-¿Celos?- comencé a reír, obviamente bajo. No quería despertar a nadie y menos a la persona que se encontraba en la puerta contigua, David.

-¿Qué? No, para nada. Sólo es curiosidad.- Hablábamos a un volumen que la música se mezclara con nuestras voces.

-Era broma. Me estaba mostrando el vecindario y sus alrededores. Mientras tu ibas a ir a comer con tu novia.- cada vez que se la mencionaba parecía darse cuenta de su existencia y bajaba la mirada. Parecía que la única que se acordaba de ella ahí era yo, caminó hacía mi y se acostó en mi cama, miraba el techo.- Aun somos amigos ¿Cierto?

-Claro, claro.- Frunció el ceño y asintió un par de veces sin dejar de mirar el techo, yo seguía sentada.

-No se oyó tan convincente.- reí, el seguía mirando el techo, no me contestó. Se levantó de mi cama y corrió el pie de cama azul pastel hacía adelante dejando un gran hueco ahí, se acostó de nuevo dejando su cabeza caer.- ¿Qué haces?

-Ven aquí.

-¿Qué?- Repetí atontada.

-Ven aquí.- me levanté y me paré frente a él.

-Siéntate.

-Claro, jefe. ¿No quieres un café también?- contesté con sarcasmo.

-Lo siento, por favor. Y prefiero el té.

- Británico...- Él rió y me senté, mirando su cabeza al revés.

-Bésame.

-¿Disculpa? .- Tampoco sabía porqué lo preguntaba, quería hacerlo.

CasualidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora