Casualidades

Drive of life

Freud decía que la pulsión de vida era dolor, desde el día en que naces lo sientes, te duele respirar, te duele salir de ese lugar seguro dónde estabas. Eran las cuatro de la mañana del viernes, abrí los ojos con el sonido de mi despertador, íbamos a dejar a mis hermanos al aeropuerto y también me iba a despedir de Thomas. Me levanté de mi cama y tallé mis ojos, Kerch estaba profundamente dormido en su cama que se encontraba junto a la mía, tomé mi ropa y me metí al baño para ducharme. Jamás me había separado de mis hermanos más de unas horas, la vida sin ellos sería honestamente muy aburrida. Bajé las escaleras para tomar el desayuno, mis hermanos estaban tan tristes como yo, Tess sentía algo realmente genuino por Harry y me dolía ver a mi hermana así, tendría que esperar un año para volver a verlo, si mi madre quiere que pase Navidad con ella, al igual que David. Mis hermanos eran felices aquí, no sólo mi vida cambió, sino la de ellos también. No quería hablar porque rompería en llanto, aún no se iban y ya los sentía lejos de mí.

Acabando de desayunar, salimos hacía la camioneta, escuché ruido del otro lado de la calle, mis vecinos se alistaban para salir también, Tom llevaba una gran maleta, no sabía porqué se irían el mismo día, era como el destino contra mí, mis hermanos y Tom... No quise ir con él, si iba a sentir dolor, que fuera rápido, despedirme de él y luego de mis hermanos, iba a ser demasiado para mí. Subimos a la camioneta y papá manejo sin despegar la vista del parabrisas, mi hermano iba junto a él, miraba la cuidad por última vez, traía puesta la gorra de los Warriors, Tessa iba recostada en mis piernas abrazada del peluche que papá le dio el día que llegamos aquí. Dios, los extrañaría como nunca.

Después de una hora, llegamos al aeropuerto, mis hermanos pararon a registrar sus maletas y esas cosas, papá tenía que ir con Tessa, ya que es menor de edad, me senté en dónde la cafetería a esperar a que volvieran, sin saber por qué, miré hacía mi derecha, y ahí estaba él, tan lindo como siempre, se sentó a un lado de mí.

-Hola, Spidey.- Sonreí, o creo que eso hice.

-Hola.- Besó mi mejilla con dulzura. Qué me hacía esté niño, por qué cuando se iba, no querría dejarlo ir. ¿Qué no entendía?

- ¿Estás listo? Digo, ya trepabas muros para llegar a mi ventana, pero, tú me entiendes.

-Sí, bueno, creo que nací para esto, mi vida entera jugué a ser Spiderman y creo que sí, lo estoy.

-Estoy muy orgullosa de ti.- Tomé su mano.

-Lo sé.- Entrelazó nuestros dedos y besó mi mano.- Yo estoy orgulloso de ti.

-¿Y yo qué hice?

-Estoy orgulloso de como eres y estoy orgulloso de ser el que tomé tu mano, frente a todos aquí.- Sentía como mis mejillas y orejas se calentaban.

-Agh... Creí que no me molestaría verlos juntos, pero ustedes derraman miel y me empalagan.- La voz de mi mejor amigo se escuchaba detrás de mí.

-¡Haz!- Me paré para darle un cálido abrazo, sólo me correspondió apretujandome con un brazo.

-¿Y esa maleta? ¿A dónde irás?- Harrison no me contestó, miró el piso y a Tom, el cuál también evadió mi mirada.

-¿Qué pasa? ¿Por qué ninguno me contesta?

-Yo... También iré con Tom y tampoco sé si regresaré antes o con él.

-¿Qué! Esto es... Increíble.- Sentía un nudo en mi garganta, no quería hacer sentir mal a ninguno de los dos, las palabras salieron solas a pesar de la enorme presión que había en mi garganta; pero no logré decir nada más.

-Yo, no sabía cómo decirlo, no quería dejarte sola pero, también estaré buscándome en cierto modo al ir con él.

-No está bien, yo, saben que los apoyo incondicionalmente, sólo que... ha sido demasiado el día de hoy para mí. Yo, tengo que buscar a mi papá, ahora vengo.-Me di la vuelta y comencé a llorar, las lágrimas sólo salían y salían y no querían detenerse. Lloraba tanto que no podía ver por dónde iba, al grado de chocarme con alguien.