You can count on me

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-Feliz cumpleaños.- Tom habló desde el fondo de la escena.

-Gracias, Tom.- Mi voz sonaba apagada igual que la de él. Aunque mi corazón no lo estaba, podía sentir mi pulso en mi cuello. Como si mi corazón hubiera escalado y se atascara en mi garganta.

-Toma, Tom lo escogió, ni siquiera sé que es. Espero que te guste.- Me tendió un regalo que estaba envuelto en forma de dulce.

-Muchas gracias.- Miré a Tom, el me sonreía con dulzura, mi corazón se apretó.

-Bueno, la mesa de los regalos está allá, acomodense como quieran chicos.- Haz me sonrió.

-¿Puedo hablar contigo?

-Claro, sí. Ahora regresamos.- Haz me llevó dentro de la casa, era preciosa, blanca y con muebles de madera.- ¿Qué pasa?

-David.

-¿Qué tiene tu hermano?

-Ellicia.- Apunte con mi mano estirada hacía afuera.

-¡Oh! Creo que vas a tener que hablar con alguno.

-Y creo que tiene que ser David, sé que lo lastimaré, pero...

-Tú no lo estás lastimando, sólo le estas diciendo la verdad.

- A él, más no a mí. Dios, que terrible me siento, soy la Natt.

-¿La qué?

-La Natt. Ven, sientate.

Lo dirigí a un lindo sillón color crema que se encontraba cerca de la ventana, vi llegar a Tessa con Harry, Sam y Paddy, por alguna extraña razón mi mirada cochó con la de Tom. La desvíe rápido regresando con Haz.

Tomé aire tratando de explicarle a Harrison lo de mi padre y cómo es que eso se podía relacionar conmigo y con Thomas.

-¿Cómo podrías ser la Natt si tú no sales con Tom?

-No... Pero.

-______, no.- La decepción se olía a millas de ahí. Sus ojos que siempre me miraban con alegría, me evadían, y lo merecía.

-Lo siento, no sé que me pasa con él.

-Ni yo, no entiendo. Debería estar enojado contigo, no puedo, es tu cumpleaños, ______.- Salió hacía el jardín dejándome sentada y sintiéndome como una basura, no por él, por mí. Él no merecía a alguien como yo.

Miré por la ventana y Fox, un amigo que Harrison me presentó, había llegado, saludó efusivo a los tres, Tom, Ellicia y Haz.  Minutos después, mi hermano llegó con Kerch, unos globos y pastel. Salí para poder hablar con él.

-Hola.

-Hola, esto es lindo. Es la fiesta que siempre soñaste.- Me sonrió. Ay David, tampoco mereces una hermana como yo.

-Sí... Es precioso ¿Puedes venir conmigo?

-Claro, déjame dejar esto.

- Yo lo dejo ¿Te adelantas? Ahora te alcanzó.

-Está bien.- Me aseguré que caminara hacía la casa, cuando este entró caminé hacía la mesa para dejar ahí el pastel con los globos. Tenían la forma de mis iniciales.

-Hola.- Pegué un brinco.

-Hola, Tom.- Dejé en su lugar todo para poder ir a la casa.- Adiós, Tom.

-¿A dónde vas?- Ni siquiera le contesté, caminé hacia la casa, sentía la mirada de Harrison sobre mí, eso apachurró mi corazón mucho más, iba a romperle el corazón a otro de los hombres más importantes de mi vida.

CasualidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora