—Señor Otero, todo listo.
Asiento con la cabeza. Tomo mi maletín y salgo de la oficina con solo una cosa en mi mente: Considerar mis opciones y despejar un poco mi mente.
Las últimas noches que pase con Melissa me hicieron pensar en que quizá esté perdiendo mi tiempo y el de ella. No puedo darle un romance, no puedo prometerle que estaré por siempre con ella. Lo veo en sus ojos, lo veo en la manera en que me mira. Se está involucrando demasiado.
Eso me pasa por meterme con una chica inexperta. Sabía a lo que me arriesgaba y aun asi decidi seguir adelante. Sera un problema más grande querer terminar con esto y que ella salga lastimada. Solo le añadiría otra carga a mi espalda.
Luego está el problema de acoso que sufre. Casi me doy un golpe al haberle ofrecido mi ayuda, pero eso solo la haría pensar que me importa. Es cierto, odio el maltrato hacia la mujer, pero no quiero darle una idea errónea. No debe creer que me interesa lo que le pase.
Ya arriba del avión rumbo al congreso, me siento como si estuviera yendo a un mundo alterno. Por una semana entera estaré lejos de mi vida, a la cual me acostumbre a llevar hace mucho tiempo. Regresar a los lugares que me recuerdan una época que me trajo tanta felicidad como desgracia a mi vida.
Las tres horas de vuelo las paso con la cabeza en otro lugar. En mi habitación, con mis labios entre las piernas de Melissa, escuchando la melodía de sus dulces gemidos en mis oídos. Cierro los ojos y revivo los momentos que pasé con ella. Aun siendo chica, parece decidida a explorar su sexualidad.
Deja de pensar en ella.
La capital me recibe con una densa lluvia que me recuerda al día en que lo perdí todo. Unas nubes grises cubren casi en su totalidad el cielo.
—Le puedo ayudar en algo? —la voz de la chica del mostrador me saca de mi ensoñación. Con maletas en mano, señalo el coche más equipado que tienen.
—Necesito alquilar este vehículo. Va a ser alrededor de una semana.
La chica teclea en su computadora y me pide mis datos. Al cabo de diez minutos me encuentro en un coche rumbo al hotel en el que se llevará a cabo el congreso.
Intento no poner más atención de la debida a mi alrededor, pero es imposible no recordar y que aparezca el ardor en mi pecho. Manejo con precaución pero mas rápido de lo normal. Necesito llegar al hotel.
La lluvia no me da tregua. Al estacionar el coche en el hotel, me cubro como puedo y me dirijo dentro, a recepción. Un aire frío me recibe. Me acerco a la chica del mostrador, quién, después de dedicarme miradas perdidas, me da la entrada y una llave para mi habitación. Tercera planta.
Veo a algunos colegas reunidos con sus maletas. No soy de los que socializan, así que tomo mis cosas y camino hacia el elevador. Escucho unos tacones tras de mi. Entro en el elevador y una mujer entra tras de mí, después, las puertas se cierran.
Aprieto la mandíbula al oler su perfume. Huele bien.
—¿Tenso?—me pregunta con sincera curiosidad.
—Cansado— la corrijo.
—Seguro descansará en ese lugar.
Me encojo de hombros. No estoy seguro si podré descansar.
Escucho unos ruidos. Veo de reojo a la mujer y noto que rebusca entre su bolso. Saco el celular de mi chaqueta y reviso mis mensajes.
El timbre del elevador nos indica que llegamos a la segunda planta. Las puertas se abren y la mujer se coloca frente a mí, introduce algo dentro del bolsillo de mi chaqueta y se va tras un guiño.
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Inevitable Seducción
Aktuelle LiteraturEstoy cansado de mi rutina. Solo una vez, y después.... Todo puede volver a la normalidad. Parece que ella sólo busca divertirse... Y aún así, no lo pude evitar, y le ofrecí una noche con una sola condición: sin sentimientos. No pensé que rompería m...