Leonardo
"Te extraño. No recordaba lo que era pasar un viernes en casa... Sola."
Al despertar, me encuentro con los mensajes de Melissa que me hacen sentir extrañamente incómodo. La culpa es mía por hacerle pensar que tener su número era para mandar mensajes eróticos y fotos topless.
Esos mensajes le siguieron a ese último.
Le respondí de manera directa a sus provocaciones.
«El mensajeo es exclusivamente para avisarte cuando debes estar en mi casa con las piernas abiertas. Aunque te agradezco las imágenes, quizá las utilice. »
Reviso la hora: Ocho de la mañana. Maldición.
Estoy por levantarme cuando el celular timbra con un mensaje nuevo.
«Parece que alguien no despertó de buen humor. Me pregunto si los mensajes también aplican viceversa; ¿y si yo quiero fijar una hora para que me esperes con tu falo listo para complacerme?»
Una carcajada emergió sin que lo pudiera evitar. ¿Quién se cree que es?
«Parece que alguien despertó muy insolente el día de hoy. En 3 días te espero con el culo alzado esperando por tu castigo.»
Lanzo el celular a la cama y me dispongo a darme una ducha.
—Señores, pasen al restaurant. En media hora más continuaremos con nuestro programa.
Las personas dentro de la sala se levantan y se encaminan a la salida al escuchar al maestro de ceremonias. Me quedo sentado un momento, esperando a que el flujo de personas disminuya. En ese momento, alguien me aborda.
—Qué casualidad. Así que usted es el famoso Leonardo Otero.
Alzo la vista para encontrar a la mujer del elevador. Frunzo el ceño. ¿Como me conoce?
—Me parece que estoy en desventaja —respondo, mientras me levanto.
—Gisela Puente. —me extiende la mano y la tomo—. Hace unos años su despacho trabajó en conjunto con el nuestro en un caso importante.
—No la recuerdo.
—No tiene por qué hacerlo. Basta con que se entere que yo sé mucho sobre usted. —me echa un vistazo de manera descarada—. Y que tiene fama de ser un abogado implacable.
—Gracias.
Me doy la vuelta y camino hacia la salida. Olvidaba que desde hace un rato mi apetito despertó.
—¿Por qué me deja con la palabra en la boca? Tal parece que lo que tiene de buen abogado lo tiene de grosero.
Sonrío y me detengo para encarar a la mujer.
—Mucho gusto en conocerla, Gisela. Pero me temo que no vine a este lugar a hacer amigos. Gracias por sus palabras, adiós.
Vuelvo a darme la vuelta y reanudo mi paso, recordando que la mujer deslizó un papel en mi saco el día del elevador. Me detengo en seco y la mujer se estrella contra mi espalda.
—¿Qué mier...?
—¿Qué contenía el papel que me entregó en el elevador? —le pregunto, tajante.
La mujer parece interesarse en el tema, pues esboza una sonrisa.
—¿Acaso no lo vio? Me sorprende que la curiosidad no hubiese podido con usted.
—La curiosidad llegó hasta ahora. —enarco una ceja—. Algo que dice que es algo que compromete su dignidad.
Lo siguiente que siento es un ardor en la mejilla y como mi rostro da un giro brusco hacia la derecha.
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Inevitable Seducción
General FictionEstoy cansado de mi rutina. Solo una vez, y después.... Todo puede volver a la normalidad. Parece que ella sólo busca divertirse... Y aún así, no lo pude evitar, y le ofrecí una noche con una sola condición: sin sentimientos. No pensé que rompería m...