Melissa
Los días más gloriosos son los que he pasado al lado de Leonardo. ¿Quién diría que el hombre terminaría siendo mi mundo entero?
No lo hubiera imaginado.
Tras nuestra breve, pero intensa relación, jamás pensé que volveríamos con toda la carga sexual y, además, la responsabilidad de una relación estable. Antes de saber la verdad sobre el pasado de Leonardo, nunca pensé que fuera capaz de tal compromiso con una mujer. De todas a las que pudo conquistar, decidió luchar por mi corazón y al fin es suyo.
Me siento extasiada de felicidad.
Sin embargo, había algo de lo que aún no nos hacíamos cargo.
Cuando estuve lo suficientemente fuerte, tanto emocional, como físicamente, decidí cerrar el capítulo de mi vida en el que Hugo se vio involucrado.
Así pues, todo terminó un día jueves por la mañana cuando le dieron 80 años de prisión por intento de asesinato y secuestro.
La mirada que me dedicó mientras lo llevaban de regreso a la cárcel es una que intento olvidar constantemente. Sentir el suave apretón en mi mano por parte de Leonardo, me hace regresar al presente todo el tiempo.
Al cerrar ese capítulo de mi vida, se abrió uno distinto.
Uno en el que Leonardo nunca dejaba de sorprenderme.
Sus respuestas elocuentes y graciosas, la forma en que se expresa, la manera en que saborea cada te amo que sale de sus labios, su sonrisa torcida cuando lo dice, el beso apasionado que le sigue, detener sus manos traviesas cuando no estamos a solas, solo son unas de las tantas cosas que aprendí de mi relación con Leonardo.
Incluso verlo ser tan cariñoso con mi sobrina Michelle solo provocaba que me latiera el corazón a mil por hora, y a la vez, me doliera.
Ya tenemos un año saliendo y viviendo juntos. A pesar de eso, la palabra hijos es una que no ha salido de mis labios. Leonardo apenas ha logrado superar en parte la muerte de su hija como para traer eso a nuestra relación.
A pesar de eso, y de que creí que no nos pasaría, nos tocó.
Sentada en el retrete miro las dos líneas de la prueba de embarazo que tengo en mi mano, sintiéndome como si me hubieran noqueado. ¿Yo, embarazada?
Debía sacarme de dudas. Siempre he sido regular con mi menstruación incluso teniendo vida sexual bastante activa. Cuando el sangrado no hizo acto de aparición por seis días, creí que era el momento de actuar.
Dos líneas. Sí. Una, dos.
Se dibujaron tan rápido en la pequeña pantalla. ¿Estoy muy embarazada?
Me levanto de la tapa del retrete y me miro al espejo. No me veo ni me siento distinta. ¿Será que hay un error?
Lo primero que hago es dirigirme al centro de salud más cercano. Aún faltan algunas horas para que Leonardo vuelva a casa, así que tengo tiempo de hacer esto sin que se entere.
Me indican que tome un litro y medio de agua para el ultrasonido y que aguante lo más que pueda sin orinar. Lo hago sin apuro leyendo un folleto de embarazo que me entregó la chica de nutrición.
Cuando me llaman para hacerlo es cuando comienzo a tener miedo. ¿Y si Leonardo no lo quiere? ¿Qué pasará con nosotros?
Trago saliva y entro en la sala con toda la valentía que soy capaz de reunir.
Muy embarazada, sí.
Salgo de la clínica con la fotografía en blanco y negro de mi pequeña semilla. Ahí está. Mi corazón late deprisa y pronto me dan unas terribles ganas de llorar, no sé si de la emoción o de la sorpresa. Estoy segura que Leonardo estará feliz.
Guardo la foto en mi bolso mientras me dirijo al coche; abro la puerta y cuando estoy por encenderlo, mi celular timbra. Es mi hermana.
—Hola hermana, ¿qué acontece en tu vida?
No responde, solo escucho sollozos.
—¿Mónica? No me asustes, ¿qué está pasando?
—Mi... Mi... —balbucea y siento pánico en la boca del estómago.
Cuelgo la llamada y me dirijo a casa de mis papás con un nudo en la garganta
Al llegar, hay algunas patrullas de policías, todos, frente a la casa.
Aparco a unos metros y salgo de prisa en dirección a la puerta; desde ahí puedo escuchar unos sollozos.
—¿Mónica?
Mi hermana alza el rostro hinchado y húmedo por las lágrimas. De nuevo siento el pánico crecer en mi interior.
—¿Michelle? —pregunto con desesperación.
El policía a cargo del caso de Hugo aparece y pronto siento qu eme falta el aire. No puede estar pasando esto.
De fondo continúo escuchando los lamentos de mi hermana y mis padres, mientras el policía intenta explicarme lo que pasa.
—Hugo Névarez se fugó de camino a la penitenciaría. Sabemos que fue por su sobrina a la guardería gracias a las cámaras de seguridad del lugar.
—¿Qué? ¡¿Cómo pudieron permitir que se la llevaran?!
—Al parecer amenazó al personal con un arma de fuego. Luego de esto platicó con la niña unos minutos antes de salir de la mano con ella. Hasta este momento no sabemos donde pueda estar.
Justo en ese momento, todo queda en silencio salvo por el timbre de mi celular. Número desconocido. Trago saliva mirando interrogante al policía. Asiente con la cabeza instándome a responder. Lo hago y pongo la llamada en altavoz.
—¿Hola?
—Mi dulce Melissa, ¿creíste que no volverías a saber de mí?
Miro con temor a mi alrededor. De mí depende la vida de mi sobrina.
—¿Dónde está Michelle?
Hugo ríe sarcástico.
—Mi hija y yo estamos pasando algo de tiempo padre-hija. Espero que no le moleste a la zorra de tu hermana.
Insto a Mónica a guardar silencio mientras la veo derramar mas lágrimas.
—¿Puedo ir por ella? La extrañamos en casa, por favor.
Mis padres me miran incrédulos mientras consuelan a mi hermana.
—No lo sé, ¿puedes venir? —escucho las risitas de la niña de fondo y mi corazón se hunde.
—¡Por favor! Solo di me en donde está. La niña es inocente, Hugo.
—Te espero en el muelle en una hora o te prometo que nada bueno ocurrirá. Sola. ¿Me entendiste?
La llamada se corta y Mónica pierde el conocimiento.
Dios.
Mamá va a buscar algo para hacerla reaccionar mientras mi padre le habla y le da golpecitos en el rostro.
—¡Por dios, date prisa mujer!
Veo todo en cámara lenta y me mareo un poco. En los últimos años mi vida había sido relajada, ¿cómo todo pudo cambiar a un panorama tan doloroso?
—¿Señorita, está bien? Necesitamos que nos acompañe. Gracias a su llamada podemos saber en dónde está el hombre, pero no podremos capturarlo sin su ayuda.
En un segundo, mil cosas pasan por mi cabeza, pero lo único que puedo decir es que sí.
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Inevitable Seducción
General FictionEstoy cansado de mi rutina. Solo una vez, y después.... Todo puede volver a la normalidad. Parece que ella sólo busca divertirse... Y aún así, no lo pude evitar, y le ofrecí una noche con una sola condición: sin sentimientos. No pensé que rompería m...