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Melissa

Brandon se levanta de un salto con el rostro inundado de emoción y me sigue, no sin antes murmurar algo al chico que vigila nuestro apartado y veo divertida como sonríen cómplices. El suelo es cuadriculado y brilla de diferentes colores, es como estar en una disco. Mi amigo me sigue hasta el centro de la pista y comenzamos a bailar una canción de reggaeton que recuerdo de mis tiempos de secundaria. Brandon la reconoce y baila conmigo.

Nos meneamos al ritmo de la música mientras examino el lugar. Gracias a que utilizo a Brandon como escudo, algunos hombres solo hacen el intento de acercarse, pero no lo logran.

A pesar de que mi amigo es gay, su apariencia logra ahuyentar a los mirones y lo agradezco. Seguimos bailando, y Brandon murmura en mi oido:

—No lo encuentro, ¿estás segura que es él?

—Tanto como que mi nombre es Melissa y la tierra gira alrededor del sol. —replico con una sonrisa. Brandon asiente con la cabeza y seguimos moviéndonos sobre la pista.

Canción tras canción, sigo los pasos de Brandon, pero llega un momento en el que mis pies ya no soportan los tacones.

—¡Mis pies me matan! —exclamo. Brandon nos dirige de nuevo al reservado en donde ya están servidas nuestras bebidas.

Le doy un sorbo a mi cosmo un poco caliente después de dejarlo abandonado por la pista de baile. Me giro a ver a Brandon que parece que se desmayará.

—¡Hace mucho calor! —exclama, con su habitual tono exagerado. Sonrío y me termino el cosmo, luego echo un ojo a la nota que Leonardo me envió.

Estoy segura que está aquí. Todos mis intentos por alejarme solo consiguen atraerme más a él, sin embargo, noto que se resiste. ¿Por qué lo hace?

—Amiga, hay otra nota para ti. —comenta Brandon a mi espalda. Frunzo el ceño y me giro hacia él. Trae en sus manos otro trozo de papel. La abro y comienzo a leer:

"No tienes idea de cuánto deseo arrancarte ese vestido del cuerpo."

—Dios... —murmuro y doblo el papel de nuevo para evitar que Brandon lo lea.

—¿Qué dice? ¡Vamos, Melissa!

—Sigue aquí —me limito a responder con una sonrisa de oreja a oreja—. Y creo saber en donde está. Espera aquí.

Brandon hace una mueca, pero al final asiente con la cabeza. Salgo del reservado en dirección al baño antes de ir en busca de Leonardo.

Cuando estoy lavandome las manos, siento que mi celular vibra dentro de mi bolso. Lo saco y veo otro mensaje de Leonardo.

"Estoy esperándote."

Suspiro profundo. Incluso sin tenerlo cerca, logra excitarme. ¿Cómo es eso posible?

Mi mente recrea las palabras que me ha enviado con su voz grave y logro percibir humedad entre mis piernas. Necesito encontrarlo, pronto.

Salgo del baño en dirección a la parte trasera del edificio, donde hay unos privados con ventanas tintadas. Logré identificarlos mientras estabamos en la pista de baile. Seguro está aquí.

Al llegar, un hombre me pide que me identifique.

—Disculpe, mi nombre es Melissa y yo...

—Pase señorita. —retira la cadena y me hace pasar, señalándome el reservado número 4. Curiosamente, tiene vista perfecta hacia la pista de baile. Sonrío para mí y toco dos veces la puerta, con los nervios de punta.

Al abrirse la puerta, tengo la vista perfecta del torso de Leonardo, cubierto por una fina camisa blanca. Su olor invade mi nariz y siento unas ganas terribles de lanzarme a sus brazos. Aunque la luz es tenue, alzo la mirada y me encuentro con sus profundos ojos de color azul que me desnudan por completo.

—Adelante, Melissa.

Doy unos pasos dentro del reservado y siento como mi estómago se tensa ante la anticipación de lo que sea que vaya a ocurrir aquí. En ocasiones como esta es cuando no desearía que mi corazón le perteneciera a nadie más. El aire misterioso que Leonardo expide lo hace aun más atractivo. Al verlo aproximarse hacia mi, mi cuerpo reacciona de manera involuntaria, acelerándome la respiración y el corazón al mismo tiempo.

Leonardo levanta una mano y la deja a centímetros de la piel desnuda de mi clavícula. Traza las líneas de mi cuerpo sin tocarme y juro que puedo sentir el calor que expide su cuerpo.

Mas de una vez reviví la tarde en la que Leonardo y yo estuvimos juntos por última vez. Cuando debería de sentirme sucia por haber sido utilizada, en realidad me sentía más deseada y sexy que nunca. Me sorprende darme cuenta que fue hace mas de dos semanas. Siento que ha pasado una eternidad desde que estuve tan cerca de éste hombre.

No dice nada. Solo se limita a admirarme, porque sus ojos chispean con admiración por mi cuerpo, por mí.

—Intenté mantenerme alejado, pero no puedo. —Leonardo suspira—. No sabes lo difíciles que han sido estos días sin tenerte, Melissa. Llámame loco, pero estoy obsesionado contigo. Jamás me había ocurrido con nadie.

Se inclina sobre mi cuello y deposita un beso en él.

—Me has hechizado. —continúa. Mi corazón late desbocado mientras mi mente me grita que diga o haga algo. Sin embargo, me quedo inmóvil sintiendo la cercanía de Leonardo y el bulto entre sus piernas que rosa mi estómago. La humedad entre las mías es casi insoportable.

Jadeo, desesperada.

—Di algo, por favor. —ahora me mira a los ojos—. Que estés aquí ya es suficiente señal como para entender que quieres lo mismo que yo. Por favor, dime que sí.

¿Qué quiere que acepte, que quiero solo su cuerpo? Mi meta siempre ha sido su corazón, sin embargo, ahora me parece más lejana que nunca.

—Quiero ser más que un simple revolcón, Leonardo.

—Lo sé.

—¿Realmente lo sabes? No voy a negar que lo de la última vez me gustó, pero también me sentí demasiado utilizada. Sobre todo, cuando llegaste de la nada. Debes entender que no puedes disponer de mí cuando se te de la gana.

—Creí que en eso habíamos quedado. —me mira con una ceja enarcada.

Se acabó, no pienso seguir con esto. Camino hacia la puerta, pero Leonardo me impide llegar a ella.

—Por favor, Melissa. Yo no ruego. No soy de los que ruegan —toma mis manos—. Pero por tí, soy capaz de arrodillarme, rogar, y suplicar para que te quedes esta noche conmigo.

—¿Sólo esta noche?

—No. No solo esta noche.

Suspiro, exasperada. No puedo creer que vuelva a acceder a esto, pero ¿a quién quiero engañar? Lo necesito. Necesito la liberación que Leonardo me da. Necesito sentir su cercanía la efímera felicidad que me proporciona estar entre sus brazos.

—De acuerdo.

Leonardo se abalanza sobre mí y me abraza, enterrando su rostro en mi cuello y cerrando la distancia entre ambos. Pronto me veo rodeada por su aroma y su cuerpo que soy incapaz de decir que no. 

Inevitable SeducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora