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Leonardo / Diego

Mi ingesta de alcohol ha disminuido, pero la cafeína la ha reemplazado. De cierta manera se siente bien no estar alcoholizado todo el tiempo, pero hay veces que si lo necesito, joder. Necesito estar mejor.

Paso más horas en el gimnasio, incluso nadando en la alberca de mi edificio. Noto que ya no necesito de la cafeína para tener energía y sentirme bien, además de que he comido como se debe y no cualquier cosa. Siento que tengo un propósito, mi vida no está tan vacía. Ya no siento que soy un maldito cascarón vacío. Y todo porque ella es mi motor.

He repasado tantas veces en mi cabeza lo que voy a decirle, pero nada se acerca a lo que en realidad quiero que sepa. Incluso admitírmelo a mí es difícil. Lo guardaré para ella.

Ya hace más del mes que la vi en la casa de sus padres. Mi vida ha mejorado constantemente, estoy listo para buscarla.

Comienzo por la casa de sus padres.

La temporada de lluvias ya comenzó y este día no es la excepción. Es relajante.

Estaciono el coche fuera de la casa de sus padres y corro al portal para no empaparme por la lluvia. Toco dos veces a la puerta y escucho pasos acercarse.

—¿Quién es? —pregunta una voz joven. No es Melissa, seguro es su hermana.

—Soy Leonardo Otero, yo...

La puerta se abre. En efecto, la hermana de Melissa me mira con el ceño fruncido y con algo de sorpresa.

—¿Leonardo? ¿Qué haces aquí?

No me sorprende la extrañez en su mirada. Incluso a mí me sorprende estar aquí.

Doy un paso hacia adelante para evitar las gotas de lluvia y me da el paso. Cierra la puerta tras de mi y me mira, inquisitiva.

—Estoy buscando a Melissa. ¿Se encuentra?

La mujer aprieta los labios.

—Verás... ¿Cómo te explico? —hace una pausa, mirando a todos lados menos a mí—. Melissa no está aquí. No vive aquí desde hace algún tiempo.

Mierda. Vive con ese imbécil.

—¿Ella... vive sola?

Creo recordar su nombre. Mónica, comienza a reírse como si fuera lo más gracioso del mundo.

—Claro que vive sola, ¿crees que está casada? Creo saber a qué vienes y déjame decirte algo —se pone de puntas para estar a la misma altura, pero le es imposible, incluso así soy mas alto—, mi hermana ha sufrido mucho por tu culpa. Ya avanzó. Ya eres del pasado, por favor, no insistas y déjala ir.

En cierta parte entiendo que la defienda, pero ella no es quién debe decírmelo.

—Quiero que ella misma me lo diga, si no es mucho pedir.

Mónica se cruza de brazos.

—¿Qué si no es mucho pedir? Por Dios, me pides que lance a mi hermana a la boca del lobo. Estás equivocado si crees que obtendrás información de mí.

—¿Mónica? —escucho otra voz de mujer—. ¿Con quién hablas?

La madre de Melissa baja las escaleras y al verme, sonríe ampliamente.

—¡Leonardo! Hace mucho que no te veíamos, ¿buscas a Melissa? Ya no vive aquí pero te puedo decir dónde está su casa, seguro también quiere verte. Ha estado algo decaída después de todo este tiempo y...

—¡Mamá, no! —exclama Mónica con el rostro enrojecido. Le dedico una sonrisa triunfadora.

—Tu hermana necesita a este hombre, Mónica. ¿No la has visto? Pobrecilla...

Inevitable SeducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora