CONFESIONES

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-¡Mierda!-Chilló estresada al trazar una línea mal. Desde la pequeña disputa que tuvo con Clarke, Alycia no había salido de su despacho, ni nadie la buscó salvo Raven, quien la llamó preocupada después de enterarse de los ocho proyectos que tiene la ojiverde a su cargo y prestarle su ayuda, cual fue rechazada con cortesía poniendo como excusa que era su trabajo y que podía con ello, pero no fue una excusa lo suficientemente buena como para que la latina aceptara su negación, pues finalizó la llamada escaneando dos informes y enviándolos por E-mail a la latina.

Soltó su portaminas de diseño sobre la mesa y posó su manos sobre su vientre que comenzaba a rugir en señal de hambre, miró su reloj de muñeca y se vió sorprendida al ser las seis de la tarde, por lo que se levantó y decidió que bajarse a la cafetería a comer algo sería lo mejor para su salud después de no nutrirse en más de cinco horas. Estaba esperando al ascensor cuando su teléfono comenzó a sonar en uno de sus bolsillos, iba a ignorarlo fuera quien fuera pero desechó esa idea al leer el nombre de su madre en la pantalla.

-Hola mamá.-La saludó de manera distraída.

-Alycia hija.-Le contestó su madre con cierta agonía que alertó al momento a la ojiverde.

-¿Qué pasa? ¿Todo bien?-Preguntó preocupada.

-Es tu padre Alycia, necesito que vengas, está muy mal.-Sollozó su madre desde la otra línea dando un volco al corazón de la morena.

-Ahora voy mamá.-Le dijo con simpleza y se dió la vuelta colgando la llamada. Entró a su despacho como un toro embravecido, cogió su bolso y su chaqueta y medio corrió al despacho de Clarke, tocó su puerta y no tuvo que desesperarse para que la rubia le diera el pase.-Clarke, me voy.-Dijo nada más entrar a su despacho.

-¿Cómo que te vas?-Le preguntó la ojiazul dejando su pluma a un lado y levantando su vista bastante confusa.

-Tengo que irme.-Le respondió Alycia bastante agitada y si Clarke en ese momento no estuviese tan empeñada en su enfado hacia la morena se habría dado cuenta de la angustia en su mirada.

-Sales a las ocho, no te permito salir ahora.-Le respondió retándola.

-Clarke ¡mi padre se muere, me voy con o sin tu permiso!-Levantó la voz ahogada.-aquí tienes tu excusa perfecta para realizar el papeleo de mi despido, aprovechala porque no vas a poder tener otra.-Dijo lo último sin importarle en lo más mínimo lo que podría pasar con su puesto y se marchó dando un portazo.

Por su parte, Clarke se quedó muda tras el portazo sintiendo como la culpabilidad la abofeteaba otra vez de manera brusca, pues desde que había decidido echar a Alycia encargándole ocho proyectos, había notado un buen cambio físico en la ojiverde tras días de observarla en silencio. Fue consciente que ella tenía la culpa de que la morena se viera más delgada, apagada y cansada, también fue consciente de que su trato a nivel profesional era realmente pésimo, pues se pensó que la ojiverde le entregaría su propia carta de dimisión al encargarle ocho proyectos y tratarle de forma injusta, que todo iría como lo tenía planeado desde el encontronazo con ella en el centro comercial, que mal la dejó aquel día; vió el dolor en sus ojos en el momento que presentó a Richard como su pareja; sintió en el momento que le debía una explicación y corrió trás ella después de excusarse con su chico que tenía que darle algo importante a la ojiverde, cuando la impidió subirse a su coche, quiso abrazarla y pedirle perdón, pero se contuvo ese impulso, supo por adelantado que si hacía ese gesto sus planes de apartarla de su vida se irían al infierno. No pudo dormir pensando en los cristalinos ojos de Alycia, de cómo le dijo tanto con solo mirarle a los ojos y posiblemente, más tarde no podría dormir por el mismo motivo, la culpa.

QUÉDATE CONMIGO 2.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora