CABAÑA 1/5

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Viernes, sí el viernes pasado había sido un día que dejó demasiado desprotegido su corazón, en el momento no le importó porque la idea de dejarlo así, sin barreras, resultó ser algo demasiado benevolente como para desaprovecharlo, pero luego, el arrepentimiento le abofeteaba con fuerza y su parte irracional, comenzaba a darle guerra tratando de convencerla de lo contrario acabando con una conclusión nada legible y excesivamente confusa.

Las cosas comenzaban a tomar un camino diferente y precisamente eso, la confundía, porque el resultado para deshacerse de su confusión, era siempre el mismo por muchas vueltas que le daba.

Y maldita sea, qué difícil era tomar riendas de aquel resultado.

Él se había ido a trabajar después de que discutieron, ella se tomó ese día para arrepentirse de la noche anterior, de reírse embobada por las mariposas que aún pataleaba su estómago, de regañarse por pensar innumerable veces en que le encantaba aquellas mariposas y en ser un poco contradictoria y bipolar respecto a esos sentimientos. Hay una
explicación a esos cambios y era la aceptación.

La aceptación en que estaba metiendo la pata hasta el fondo con alguien que no se lo merecía, de querer a Alycia y no a Richard, de compartir vida con la persona equivocada.

Cuando llegó la noche, parecía estar decidida a poner las cartas sobre la mesa hasta que un ramo de rosas y palabras cargadas de arrepentimiento se lo puso difícil. Le partiría el corazón y no, no se lo merecía. Habría preferido que él siguiera enfadado, que discutieran esa noche, que le chillara y ella terminaría gritando que lo deja, que quiere a otra persona. Pero mordió la lengua, lo perdonó y terminó el sábado de películas infantiles aparentando ser feliz en ''familia''.

Durante la semana siguiente, su mente estaba demasiado ocupada en su trabajo y en su hija, hubo poco tiempo para pensar en los días que le esperaba en la cabaña, en la cabaña con Alycia. Por una parte se sentía aliviada por el mero hecho de que Richard tuviera demasiado trabajo y que no podría ir, y por el otro, de que no tenía ni la remota idea de lo que iba a pasar esos días en un sitio que le traía muchos recuerdos.

Estaba preparando su maleta cuando Richard la frustró a niveles gloriosos, con la noticia que había conseguido hacer un hueco en su apretada agenda para poder pasar unos días todos juntos poniendo como excusa, que les vendría bien salir de la ciudad.

Nunca se sintió tan incómoda en su vida hasta que Alycia y su mejor amiga llegaron justo cuando se dirigían todos hacia la cocina, la tensión que tomó lugar en el ambiente era tan palpable que le puso nerviosa. Por supuesto se dió cuenta que la ojiverde no se esperaba ver a Richard ahí y se sentía fatal por ello.

El pulso le fallaba mientras cortaba tomates para hacer la ensalada mientras que Richard ponía la mesa y Lexa jugaba con Ricky correteando por el salón.

-Estás siendo demasiado obvia ¿Sabías?-Dejó el cuchillo sobre la tabla y se volteó a ver a Richard distraído tendiendo un mantel sobre la mesa.

-¿Le has visto la cara? Estaba pálida.-Susurró.

-Todos lo vimos, deberías de calmarte y tener el control de la situación.

-¿Y qué me dices de Raven? ¿Qué pasa entre vosotras?-Cuestionó de vuelta.

-Está molesta porque Ricky está aquí, según ella, me puso los cuernos.-Dijo de manera muy tranquila retomando la actividad de cortar los tomates.

-¿Qué? ¿Cómo?-Estaba confundida a la par de sorprendida.

-Tonterías de Raven, ya sabes cómo es.-Se quedó pensando unos minutos mientras se entretenía enjuagando la lechuga antes de contestar.

-No se O, Raven no es de hacer esas bromas pesadas.-Habló al fin haciendo a su amiga suspirar con pesadez.

QUÉDATE CONMIGO 2.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora