MARIPOSAS

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Que sexy le quedaba aquel uniforme, oh mierda necesito verla.

-¿Clarke?-pestañeó repetidamente al sentir la mano de su secretaria en su brazo, de nuevo pensaba en Alycia.

-Perdona Spencer ¿Qué decías?

-Que el lunes tienes a primera hora reunión con Bob Lewis, quiere dejar claro los nuevos cambios del proyecto que llevas.-Bufón ante la información.

-Ese cretino me quiere volver loca ¿Sabes qué me miró los pechos la última vez que me reuní con él? No creo que solo quiera discutir los cambios y te aseguro que la grapadora accidentalmente acabará en su cara.-Suspiró molesta firmando unos papeles.

-Ah, casi se me olvida, Scott piensa en instalarse en el despacho de al lado esta semana.-Informó con una sonrisa tranquilizadora a la rubia que abrió sus ojos a la par.

-Informale que ni se le ocurra, no está accesible.

-¿Cómo? ¿Ya hay alguien ocupándolo?-Preguntó confundida , para su información, ese despacho estaba desocupado desde la marcha de Alycia.

-Espero que sí y que sea pronto.-Contestó volviendo su atención al portátil.-¿Puedes reunirme con el equipo A? Hay un error en los planos que realizaron.-Spencer asintió sabiendo que la conversación estaba terminada. -Que sea en media hora, tengo que revisar unos informes antes.

-Está hecho.-Sonrió antes de marcharse.

Clarke por su lado, miraba a la pantalla de su portátil pero su mente no le daba un descanso, desde que volvió a ver a Alycia, no dejaba de pensarle con más intensidad, llegando a la conclusión de que empezaba a perder la razón, hacía mucho tiempo que se obligó a creer que todo lo que tuvo con la ojiverde, fueron ecos de amor, una historia pasajera donde a lo largo del tiempo, los sentimientos acabarían por desvanecerse y terminaría olvidándola. Pero no, el tiempo solo se encargó de amortiguar el dolor de sentimientos frustrados y de hacer que fueran más llevaderos y Clarke era consciente, que las mariposas que pataleaba su estómago sin ninguna compasión tras ver a una cajera que le quitó la respiración y el sentido del razonamiento, fue debido el aceptar al fin, que estaba jodida y bien jodida.

La situación era la siguiente; después de siete días desde la última vez que vió a Alycia en aquel local comenzó a enumerar las cosas que le inquietaba.

La primera, fue el cosquilleo que tuvo cuando Alycia interactuó con su hija en el supermercado, no sólo le pareció un gesto tierno el darle una simple pirueta a su niña, sino que le gustó más de lo que le gustaría admitir.

La segunda cuando Lexa le comentó lo guapa que era Alycia, le pareció sorpresivo aquel comentario por parte de la pequeña y que por lo tanto, comenzó a sentirse nerviosa cuando contestó a su hija afirmando su comentario, porque mentiría si dijera que en el momento que vió a Alycia en aquel uniforme, no le resultó la cajera más atractiva que vieron sus ojos.

La tercera cuando se vieron en el local y entablaron una conversación, se sintió prisionera de aquella mirada verdosa y sonrisa roba latidos, porque cierto que reprendió a Raven con la mirada por no haber especificado qué amiga iba a unirse a ellas, por lo que cuando la saludó, tuvo que apartar la mirada creyendo que de esa forma, Alycia no se daría cuenta del alocado bombardeo de su corazón y lo nerviosa que se encontraba.

La cuarta, de la necesidad que sentía de abrazarla y volver a sentir su olor embriagador o entrelazar sus dedos como la última vez y dejarse llevar por la calidez de aquel gesto.

Y la quinta, por no hacer la lista finita; deseaba que Alycia volviera a trabajar en su empresa y tener la seguridad de que estaría al lado cada mañana y la mala idea que fue el proponer ser amigas, porque Santo Cristo bendito y que Lucifer guardara un sitio a su lado por los pensamientos indebidos que tenía porque sus deseos de volver a besar aquellos labios prohibidos se incrementaban cada día que pasaba y ese deseo no era el mejor para comenzar una amistad precisamente.

QUÉDATE CONMIGO 2.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora