SOMBRA EN EL DESIERTO.

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DEJO ESTO POR AQUÍ Y ME VOY DESPACITO 😙😙😙

-Pídemelo otra vez- Le retó seria, pero con un brillo especial en la mirada.

-Fóllame-Finalmente se decidió quemarse.

Clarke miró en dirección al nuevo entretenimiento, era consciente de lo que estaba haciendo aunque tenía el pulso en la garganta y el estómago encogido, solo eran nervios anticipados por el mero pensamiento de hacer cierta acción con la ojiverde. No dudó mucho en volver su mirada a Alycia y cogerle la mano para dirigirla al interior de la vivienda.

Estaba nerviosa, odiaba y le encantaba al mismo tiempo que eso supondría el leve temblor en su cuerpo y el insistente mariposeo en la boca de su estómago. ¿De verdad pensaba acostarse de esa manera con Alycia? Porque realmente se lo había imaginado en otro momento, en otros lugares y mucho más romántico todo, pero joder, sentía tanta necesidad, que no pudo desaprovechar la oportunidad y menos pensar en si su despacho era el lugar más romántico, porque no, no lo era pero había sido su primera opción.

Cuando cerró la puerta del despacho, observó unos segundos los sitios donde podrían estar más cómodas, miró de reojo a la ojiverde y casi sonríe por la cara que tenía, porque claramente Alycia aún no se creía que la cosa iba en serio.

Caminó con paso seguro hacia el sofá que tenía a un lado del escritorio y empujó a la morena con suavidad para que se sentara, ladeó la cabeza hacia un lado, observando sus verdes con intensidad, buscando algún atisbo de duda, tampoco quería forzar la situación, pero cuando no lo encontró bajó su mirada a sus labios, se veían tentadores como toda ella. Se pasó la punta de su lengua en su labio inferior humedeciéndolo para previamente atraparlo entre sus dientes a la vez que se llevaba sus manos al dobladillo del vestido y subirlo hasta su cintura dejando a la vista la tanga de encaje trasparente color azul eléctrico que llevaba, no perdió detalle de la reacción de Alycia, verla tragar hondo cuando bajó su mirada a su intimidad le puso muy cachonda por lo que no se hizo de rogar y se sentó a horcajadas sobre la ojiverde, quien jadeó con el tacto.

Aun qué la tensión sexual y las ganas que llevaba encima pedía a gritos la presencia de la pasión pudo controlar sus impulsos y sus deseos, por lo que llevó sus manos al rostro de la morena con delicadeza, sintiendo su palpable nerviosismo al igual que su respiración agitada, eso la enternecía y le calentaba al mismo tiempo. Acercó su rostro, entrelazando respiraciones y cerrando sus ojos para segundos después prácticamente ahogar un gemido cuando sus bocas se encontraron. Sentía que se quedaba sin aliento y temblaba levemente al tener sus labios contra los de ella durante los pocos segundos que duró hasta que Alycia los movió atrapando su labio inferior entre los suyos, la forma en que los movía; lento y a la vez violento, succionándolo con suavidad pero con firmeza le cegaba todos los sentidos, la caricia que recibía de sus labios le hacía tantear perfectamente los sentimientos de la ojiverde y eso le hizo suspirar con pesadez porque esa forma de besarla, era del tipo que nunca podría hablarlo en voz alta por la falta de intensidad que carecían las palabras.

Sintió sus manos cálidas y tímidas posarse en su trasero, como le gustaba su tacto. Mordió con suavidad su labio para luego acariciarlo con su lengua, pidiendo de forma indirecta la profundización del beso pero se sorprendió cuando la ardiente lengua de la ojiverde buscó la suya con desespero a medida que apretaba sus manos contra sus nalgas atrayéndola más hacia su cuerpo, emitió un gemido por la posesividad que de un momento a otro mostró Alycia, porque el beso tierno que se estaban dando pasó a ser uno más lujurioso, necesitado e impaciente.

Joder, era lo único que pensaba en ese momento, Alycia le estaba excitando muchísimo y hacía bastante tiempo que no experimentaba tantas descargas eléctricas en su bajo vientre con tanta intensidad provocando que su intimidad se humedeciera, pero a la vez disfrutaba de la sensación que le otorgaba el tacto de la lengua de Alycia demandando contra la suya, la constante presión que ejercía para juntar sus cuerpos, los sonidos que emitían sus bocas, las respiraciones arrítmicas por la desesperación de profundizar más el beso y los jadeos entrecortados de la morena lo hacía todo más erótico.

QUÉDATE CONMIGO 2.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora