Advertencia: El capítulo es fuerte.
Dios me perdone por lo que hice, porque es de las pocas cosas de las que me arrepentiré mi vida entera.
Tya Aubriot
Le tomé los brazos y no se como en fracciones de segundos la tuve sobre la mesa con la camisa tapándole la boca.
Le baje las bragas y le lance el primer azote.
«Perdoname, mi princesa, perdoname por esto que te voy a hacer» pensé.
No se de donde ni como saque la fusta y le di tres veces con mucha fuerza, Lilly chillaba y sollozaba bajo mi cuerpo.
Le introduje el consolador salvajemente, me producía ese dolor malditamente excitante que me volvía loca, ese dolor anormal. Ella me suplicaba, yo se que lo hacia, ne decia que la soltara que le dolía muchísimo.
Le solté otro par de azotes con la mano y otros con la fusta.
—¡Ty, para, por favor, me duele, te lo suplico!— me pedía a sollozos, me reí, yo estaba en un trance muy fuerte.
«Sufre, maldito, sufre, yo sufrí muchísimo por tu maldita culpa, ahora sufre tú» pensé con maldad entre mi trance de rabia e ira.
—¡Ty, yo te amo, necesito que me sueltes, Tyana, te lo suplico, te estas haciendo daño!— me dijo y yo no sabía de qué hablaba ella.
No entendía qué pasaba en mi cabeza, los engranajes no me funcionaban, ya no pensaba y sólo actuaba por inercia.
Hasta que un dolor en mis manos me hizo reaccionar.
Me separe de Lillian al ver que le tenia un cuchillo en la garganta, vi la cantidad de cortadas que tenia yo en las manos, en las muñecas, al mismo tiempo que sostenía la navaja tenía la pistola en la otra.
Solté las dos armas y mire a mi alrededor, me asuste al verme las manos llenas de sangre.
Mire a Lillian, me volví a mirar y maldije en voz baja.
—Lilly, princesa — susurré acercándome y ella se apartó asustada.
—Me lastimaste— susurró con los ojos llenos de lágrimas.
Baje la mirada y ella subió a su cuarto.
Maldije y estrelle un jarrón contra la pared y entre a mi cuarto.
Se oía la ducha del cuarto de ella, decidí dejarla sola y bañarme también.
Me lave todo el cuerpo y me cure las manos.
Comencé a llorar de la frustración, esa maldita frustración que me invadía con el sentimiento de culpa.
Termine curarme y maldije. Maldije todo, todo me hacia tan infeliz. Soy una maldita.
Me puse un bóxer y salí a verla, necesitaba tenerla cerca, sentir su presencia.
No podía evitar seguir llorando, estaba demasiado afectada.
Ella no se dio cuenta que yo estaba sentada ahí, cuando salio envuelta con una toalla mientras lloraba.
Se sentó en el mueble con la cabeza entre sus manos y partió a llorar.
Se me salieron las lágrimas de la rabia, del sentimiento tan maldito que sentía, ese sentimiento de saber que yo era la culpable de esas lágrimas.
Cuando levantó la cara y me vio ahí, me miro aun con lágrimas corriendo igual que yo a ella.
—No quiero hablar— me dijo entre sollozos bajos, se mordió el labio y tomo aire un par de veces—, eso, Dios mío, Tya, no puedo creer que tú me hayas hecho eso.