27. No te detengas

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Cerré la puerta con cansancio, Tyana para que quemara tiempo y no pensara tanto me hizo hablar con Marie y esta me dejó a cargo de una de sus zapaterias.

Me sorprendió bastante ver a Tyana en el mueble leyendo un libro, ademas de que oia musica a todo volumen. No es que ella no le gustara, pero normalmente ella no estaba aquí a esta hora menos un viernes.

Pasé recto sin querer interrumpir, mirándola con una sonrisa fascinada.

-¿Y no pretendes saludarme? -dijo volteando.

Me acerque y ella me tomó la cabeza entre sus manos y me besó.

-¿Cómo está la princesa más bella de todas? -me sonroje y la mire con una ceja alzada.

-Excelente porque te veo muy feliz-dije riendo y ella me beso la nariz.

-Estoy orgullosa de cierta persona-dijo encogiendose de hombros y yo sonreí -, vi tus notas y de verdad estoy muy orgullosa de ti, mi pequeña- admitió y yo la abracé-, además de que estas llevando muy bien todo tu proceso y eso me enorgullece aun más de ti -confesó y yo sonreí.

-Fue bueno verme en tu espejo, cariño- confesé y ella asintió.

-Esa es de las pocas cosas de las cuales yo me arrepiento- susurró con una sonrisa de lado -, así que espero que ni ahora ni nunca caigas en eso otra vez.

Negué, no lo volvería a hacer.

Tyana se encontraba entretenida en la noche viendo una película, revisando también cuestiones de trabajo en su laptop y estaba en pijama.

Me sentía muy nerviosa, me acerque a ella y simplemente le acaricie los hombros por detrás.

-Tyana, necesito que me mires -susurré en su oído y ella volteo.

Me puse frente a ella y me escaneo de pies a cabeza, estaba usando un encaje negro.

Su mirada me calentaba el cuerpo entero.

-¿Qué es lo que quieres, Lilly? -dijo quitando su computadora y colocandola en otro lado.

-Que vuelvas a dormir conmigo, que vuelva el sexo, que dejes de evadirme ¿ya no quieres estar conmigo?

Tya Aubriot

No respondí nada a lo que me pregunto, no era que no quería estar con ella, pero habia algo aun mucho fuerte que yo que no me permitía hacerle el amor sin miedo o tocarla sin miedo a que ella se sienta mal.

Habia estado más de dos meses cuidando su sueño cuando tenía pesadillas, consolandola cuando el miedo la atrapaba y dándole razones para luchar cuando iba a tirar la toalla.

Le di un beso en la frente y subí al cuarto.

Entre al baño y abrí la ducha y dejé que el agua caliente me relajara, tenia muchas cosas encima, cargas de droga y negocios pendientes.

Me lave el cabello y cuando estaba enjuagandolo, sentí esas manos suaves delinear mi espalda y llegar a mi abdomen y repasar a sus dedos cada parte de el.

-¿Por qué? - preguntó colocándose frente a mi.

Lillian era todo mis deseos hechos mujer, por Dios santo que lo era, era pequeña pero sexy, con mirada encantadora, sonrisa pícara y un toque de inocencia maliciosa.

Repase su figura y suspire, verla desnuda ahí paradita era demasiada tentación.

-¿Es por lo que pasó? -me preguntó con voz ahogada.

Frunci el ceño.

-Yo-yo se que es difícil y que quizás te desagrade...

-Pequeña, para ahí -dije al oírla decir eso-, jamás me has dado asco ni nunca lo harías- susurre levantando su rostro-, no quiero hacerte daño, corazón, me da miedo -confesé seria -, no pienses que nuestra intimidad ha cambiado por eso, jamás ligues eso- ella suspiró.

YoursDonde viven las historias. Descúbrelo ahora