A la mañana siguiente ella amaneció enrollada a mi cuerpo totalmente despeinada.
Su teléfono comenzó a sonar y ella abrió los ojos, se solto de mi y corrió a contestarlo dejandome confundida.
—Dime— dijo y se retiro un poco—, no estoy en la residencia, Damian, ¿que sucede? — si cara se transformó totalmente —¿¡Quee!? —gritó revolviendose el cabello.
Lillian Neff
—¿Como que me estan buscando Damiano? —dije vuelta loca.
—Vieron que saliste con Aubriot, más el auto que robaste, pues Lillian, tienes que irte de aquí —maldije y asentí —, no te vayas junto con ella, Lillian, vete por un lado y ella por otro.
—Eso haré, Damiano y gracias por todo—dije tomando mi cabeza entre mis camas.
—A ti, linda, cuidate, espero volver a saber de ti.
Colgué y me acerque a donde se encontaba la cama, cuando me di media vuelta vi a Tyana salir perfectamente vestida del baño.
Se puso sus zapatos y yo la mire confundida.
—¿A donde vas?
—Tengo que salir— habia vuelto a ser la Tyana seca y fria.
—¿Y lo de anoche Ty? —dije sin entender—, estuvimos juntas, hicimos el amor —dije a punto de llorar.
—¿Y? —preguntó acercándose a mi—, anoche me dijiste que tus planes no eran volver—dijo sonriendo con cinismo.
—Pero lo hicimos, tú me dijiste que me querias ayer— susurré y ella solto una pequeña risa.
Se acerco a mi y me dio un pico luego mordio mi labio, para recorrer hasta mi oreja de la cual mordió con perversión.
—Recuerda que yo soy amante del sexo sin compromisos, querida —dijo para luego darse la vuelta y salir de ahí.
Llegué a Francia en la madrugada del día siguiente, ya el hombre con el que yo menos pensé que me llevaría en mi vida me estaba esperando en el aeropuerto.
—Hola pequeña—dijo al subirme a su auto.
—¿Como estas grandote? —rió y asintió.
—Mejor que tú, a decir verdad, se te oye la voz ronca— comentó arrancando.
—¿Sabes algo de Tyana?
—Sé que esta loca y que se le pudrieron las neuronas, si es a lo que te refieres —le di un golpe y partió a reir—, marcale y ponla en altavoz, voy a matar a esa jodida idiota.
Marque el numero y lo conecte al altavoz del auto
—Dime— dijo después un par de tonos.
—¿Se puede saber en que maldita parte del globo terráqueo estas? —preguntó Sebastien molesto.
—¿Me acabas de joder un polvo para preguntarme donde carajos estoy? —dijo ella también molesta.
Mis ojos se llenaron de lágrimas.
—Mira imbecil, no te lo dire dos veces, estamos bajo amenaza, Tyana, maldición, ¿puedes dejar de vivir la vida loca por medio minuto? —gruñó Sebastien.
Tyana bufo y rió.
—Ni que fueras un santo, Sebastien, eres igual de problematico que yo o quizás hasta peor, asi que no vengas con mierdas a estas alturas —Sebastien apretaba el volante con fuerza.