40. Cassandra Aubriot

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Subí a la camioneta con los chicos que me cuidaban para ir al medico.

Ya estaba en el quinto mes y aun no sabia el sexo del bebé.

Hice un puchero de molestia, al parecer Tyana no iba a ir.

Recordé nuestra discusión de la noche anterior y mis ojos se cristalizaron.

“— ¡Tú ya no te comprometes con esto! ¡Dijimos que sería un compromiso de las dos, no solamente mío! — grité molesta.

—¡Tengo una reunión mañana y no puedo faltar!, ¿de que manera te lo hago entender, Lillian?—me grito de regreso volteando a verme molesta.

La miré furiosa.

—¡Sabes que estas evadiendome malditamente otra vez! —dije furiosa —¡es nuestro bebé, quiero compromiso de tu parte! ¡nuestra relación parece solamente mía! ¡para vivir esto contigo prefiero estar sola!

—¡Pues entonces que sea asi! —dijo y se fue molesta”

No había sabido de ella en todo el día, me limpie una lagrima y suspiré.

Llegué a la clínica y los chicos entraron conmigo, la doctora me recibió con un abrazo y un beso.

—Y cuéntame, nena ¿como va esa pancita? —dijo revisandome y yo asentí— ¿han seguido las náuseas? —negué.

—A veces me mareo, pero no tan seguido— dije y ella asintió.

—Recuerda evitar las emociones fuertes, te veo decaída — me dijo —, tuviste una amenaza de aborto y eso te hace tener un embarazo de alto riesgo y lo que pasé a tu alrededor influye en la vida de tu bebé.

Asentí.

Me recostó y como siempre me colocó el gel y se comenzó a oír su corazón, me daba un sentimiento tan indescriptible cada vez que lo oia.

Tocaron la puerta y Alana abrió y Tyana entró dándole un beso en la mejilla.

—Hola preciosa, ¿como te va? —dijo y Alana la miro mal.

—¿Cuantas veces te he dicho, Tyana que no interrumpas mis consultas? —Tya rió.

—Tu me amabas, ¿recuerdas cuando yo te explicaba tus clases y me amabas? —dijo sentándose a mi lado—, puedes proceder, amiga querida.

Alana siguió y congeló la imagen y Tyana comenzó a reír con los ojos hechos agua, mientras Alana imprimía la imagen.

No entendía porque Ty estaba con los ojos aguados.

Me limpio y Tyana me ayudo a bajar.

—¿Y entonces? —dije mirándolas.

—Díselo tú, niñita presumida—dijo Alana y Tyana sonrió.

—No es mi culpa haber estado tanto en tus clases y haber sido buena estudiante, dilo tú.

—Lilly, tendrás una niña preciosa y gordita— me dijo riendo, boquee en busca de aire, mi impresión era grandisima.

—¡Voy a tener una niña! —grite feliz—, ¡gracias Lana! —le di un abrazo y me despedí de ella para luego salir.

Busqué a los chicos con la mirada y no los vi, Tyana me tomó la mano y yo la solté.

—Los chicos se fueron, vamonos—asentí y camine a su lado sin decir nada.

Tya me abrió la puerta de la camioneta y subí.

Íbamos en silencio hasta que ella le bajo a la música y suspiro.

—Sé que lo que te dije ayer no era lo más correcto— me dijo y yo me encogí de hombros—, sé que estas molesta y que te dolió.

YoursDonde viven las historias. Descúbrelo ahora