Un mes pasó y me encontraba realizando un trabajo de la universidad con ayuda de Marie.Tyana seguía viva y estable, sin embargo aun en coma.
Marie me ayudaba ya que era mi trabajo final del semestre.
Entró una llamada y contesté sin mirar.
-¿Diga? -dije y seguí pintando el diseño.
-Señorita Lillian, la estamos llamando para informarle del estado de su esposa -mi corazón latía desbocado-, despertó del esta mañana alrededor de las ocho
-Muchísimas gracias -dije y colgue, grite de la felicidad y Marie me miro confundida-, Ty despertó.
Llegué a la clínica y me dijeron que estaba en otra habitación.
Corrí y entré, Marie tras de mi y lo primero que vi fue esos ojitos brillantes.
Me quedé en el sitio, no sabía si moverme, llorar o correr.
Su mamá le beso el rostro y ella la abrazo.
-¿Y tú?, ¿No vas a saludar? -su voz se oia lenta y ronca, mis ojos se llenaron de lágrimas y corrí hacia ella.
Me abrazo y caí sobre ella, tuve mucho cuidado de no lastimarla.
-Deja de llorar, mi niña, estoy bien- susurró y yo negué, no podía parar de llorar.
Llegué en la noche, ya que me iba a quedar con ella y le compre de cenar en su restaurante favorito.
-Acuéstate conmigo, pero cierra la puerta con pestillo - me pidió y yo negué.
-¿Y si te vienen a poner algo? -ella negó.
-Ya no me tienen que cumplir nada por hoy- susurró y yo asentí.
Lo hice y ella se quitó el suero cuando se le acabó.
Atrajo hacia ella y me acarició todo el cuerpo.
-Necesito hablarte -asentí y ella suspiró.
Le acaricie el abdomen y ella sonrió.
-Ese día, no quería discutir, pero tenía la cabeza tan revuelta- susurró-, yo no debí tratarte así, tú eres lo mejor que tengo y te acuso de ser algo, de lo que tú jamás fuiste participe.
-Ya pasó amor- susurré y ella me apretó contra su cuerpo.
Tyana me repasaba el rostro con los dedos, me besaba y me acariciaba el cuerpo.
-¿Has comido bien? -me pregunto y yo reí.
-Mi vida, yo comía porque debía, pero, yo no me sentía bien- susurré.
-¿Es verdad que tuve un paro? -asentí y pegué mi cabeza a su pecho.
-Yo me iba a morir, Sebastien me drogo para que no me volviese loca -confesé-, me dijeron que no tenían esperanzas contigo- Tyana me miró asombrada.
Me limpie una lagrima.
-Ese día en la noche me sente y hablé contigo, me despedí de ti, porque no sabía si saldrías bien de eso- le conté y Tyana me beso.
Me subió sobre ella y yo asustada me quite.
-Deja el miedo, princesa-negué.
-Tyana, te dispararon-ella rió.
-Ya no tengo balas, ni puntadas- me susurró-, no puedes pretender que no te quiera tener cerca.
Suspiré y la besé, se subí sobre ella y ella me atrajo del cuello.