El último par de días para Ty no habían sido faciles, pero si productivos, ya íbamos de regreso a Paris en la noche.
No se a cuanto llevaba Ty la camioneta, pero al ser de madrugada no le importaba mucho.
-Ponte el cinturón- me dijo y yo frunci el ceño.
-¿Desde cuando me haces ponermelo? -pregunté y me lo puse.
-No me gusta esta carretera, no he conducido mucho por aquí- admitió.
Iba muy callada.
-¿Sabes que son más o menos cuatro horas mínimo? -pregunte-, eres mi esposa, se supone soy tu mujer y siento que me tratas como a una desconocida.
Ella se encogió de hombros.
-Y se volvió realidad mi pesadilla, volviste a lo mismo que antes- dije revolviendo mi cabello.
Negó.
-Claro que no- voltee los ojos.
-¿Y entonces? -pregunté-, Tya, tu estado de ánimo tiene que ver conmigo- asumí-, ¿en que te he fallado? Nunca te he sido infiel, no te miento ni oculto nada, te he apoyado siempre.
-¿Sabes quién es tu familia? -negue.
-Caí en manos del mercado negro con cinco años, no tengo mucho que recordar- susurré sin entender.
-Son familia del grupo de gente que me hizo la vida una mierda - dijo.
Negué una y otra vez.
-Yo, no, mierda no- dije yo negando repetidamente-, yo no tuve nada que ver en eso, Ty, tú lo sabes.
Tyana no me respondió nada.
-¿Estas dudando? - susurre y ella suspiro- ¿crees que hubiera firmado el concubinato si tuviera que ver? ¿crees que seguiría contigo? ¿como puedes siquiera pensarlo?
-No lo sé - yo solté una lágrima.
-Si así fuera, ni siquiera me preocupara por ti.
Pasó alrededor de media hora, cuando se oyó un sonido sordo y la camioneta se comenzó a colear.
-¡Mierda! -dijo y fue lo último que oi.
No se cuanto había pasado cuando abrí los ojos.
Cuando miré a mi alrededor me di cuenta que nos habíamos estrellado.
Parte del parabrisas nos cayó encima, Tyana estaba inconsciente.
Me intenté mover pero todo me dolía.
-Amor, reacciona por favor-dije asustada al ver sangre en su camisa, la movi y ni abría los ojos.
Como pude tome mi teléfono y llame a emergencias.
Expliqué como pude la situación, tome la pistola de Tya y como pude la lancé lejos hacia unos matorrales. No era conveniente que la hallarán.
Trataba de hacer reaccionar a Tyana pero no podia, comencé a llorar de la desesperación.
Al llegar nos sacaron de la camioneta y nos subieron a una ambulancia y yo volví a quedar inconsciente.
Cuando abrí los ojos lo primero que pensé fue en Tyana, me removi y vi que tenía un suero en el brazo.
Mire a mi alrededor y vi a Jean Marc Aubriot sentado en el sofá.
-Hola, hija, ¿como te sientes? -me preguntó y suspiré.
-¿Y Tyana? -pregunté.
No me decían nada.
-Dígame algo- pedí y él suspiró.