A veces las cosas se pueden repetir solo para probarnos y ver si reaccionaremos o cometeremos los mismos errores...
Comence a acostumbrar a llegar temprano del trabajo y ese dia llego Lillian tarde de una reunión en casa de una compañera de clases.
—Odio y detesto esta mierda, lo detesto demasiado— gruñía llorando por lo bajo.
Yo estaba en el borde de la escalera fumando y ella no me había visto.
Se apoyó en la puerta y comenzó a soltar lágrimas tras lágrimas.
Me acerque lento y me senté frente a ella colocando el cenicero a mi lado.
Le alce el rostro y ella se limpio las lágrimas con rapidez.
Sus ojos se movieron mucho, estaba nerviosa.
—¿Por qué llora mi princesa? —pregunté dándole un jalón a mi cigarrillo.
Ella bajó la mirada y suspiró. Volví a alzar su rostro.
—No es nada, Ty, solo, tonterías— lograba convencerme mas de que algo le pasaba.
—Si tu no me dices lo voy a averiguar yo— susurré dejándola colocar su cabeza en mis piernas, le acaricié el cabello y las cejas.
Ella negó y cuando apague el cigarro me besó sentándose en mis piernas.
—Son tonterías, cariño, solo eso— susurró y yo no respondí nada.
Después de un par de días siguiéndola, no entendía que pasaba, hasta que decidí buscarla en la universidad.
Llegué una hora antes, ya que pagaría el próximo semestre y hablaría de sus notas.
Al salir de hablar con el rector me quede hablando con Carline, una chica de psicología y buena amiga.
—¿Y tu novio?— pregunté y en ese momento paso un chico y Lillian salio de su salón y el chico la acorraló.
—Quieta, Tyana— me dijo Carli.
Lillian se lo intentaba quitar de encima pero el maldito no la soltaba.
Lillian Neff
—¿Quieres que se enteren del secretito de tu novia? —él se había enterado que Tya era una traficante.
—¡Sueltame!— chille y el ese momento la cabeza del chico se estrelló contra la pared y vi a Tyana parada sosteniéndole el cuello de la camisa.
De un movimiento me lo quito de encima y quedo ella ahorcándolo contra la pared.
—¿¡Que mierda te pasa, maricón!? — le rugió furiosa— ¡es mi novia, maldito infeliz!— dijo dándole una patada en las costillas.
—¡Perra traficante! ¡Eres una drogadicta, Aubriot!— grito y Tyana le dio un par de puñetazos en la cara.
—¡Esa mierda no es tu problema, cretino!— dijo partiéndole la nariz de un puñetazo.
Tyana lo tenia bloqueado de tal manera que no la podía golpear, le daba golpes fuertes, desde puños hasta patadas.
Le comenzó a golpear aun más y yo me le tire encima a ella.
—¡Cariño, sueltalo, ya basta!— supliqué y Tyana se levantó casi al instante al verme tan alterada, le escupió y me saco de ahi.
Subimos al auto y ella apretaba el volante con fuerza e iba demasiado rápido.
—Ty, baja la velocidad — me miro mal y yo suspire.