36. Positivo

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Te amo y siempre lo haré, pero tus decisiones no han sido las correctas y lo sabes. Has pasado por encima de mi y eso no está bien...

Llegue con las manos llenas de bolsas y cerre la puerta con el pie.

Cuando estaba al pie de la escalera me detuvo una voz.

—Ah, con razón no estabas— me tranquilice al oirla y voltee.

—Encerrada me iba a volver loca— dije sonriendo.

Ella asintió, me voltee e iba a subir, pero paré en seco antes.

—¿Puedo preguntar donde estuviste anoche? — dije.

—Estuve en el trabajo y después en un bar, para luego morir en donde Sebastien— asentí y subí.

Acomode todo y me la encontré mirándome en la puerta del vestidor.

—¿Pasa algo? —dijo al verme con lágrimas en las mejillas.

—Nada es solo cansancio— respondí, ella se adentro y se sentó en mi vestidor.

—Hay que hablar en algún momento— dijo y yo suspire—, pero esperaré a que tú decidas hacerlo y decidas contarme que sucede de verdad.

Voltee a verla y ella estaba sentada con simpleza en el mueble.

—Deberías dormir— me dijo, asentí y me acarició la mejilla — y no llores más, no sabes cuanto me rompe verte llorando— susurro antes de salir.

Me duche y me coloque la pijama, al salir me sorprendió verla en la cama.

Me puse en mi lado y ella me miraba mientras me acomodaba.

Empezó a acariciar mi cabello y mi rostro.

—Aun estando molesta, no dejaría de cuidarte y estar pendiente de ti— me susurró—, que este molesta no te deja de hacer mi esposa ni me hará dejar de estar enamorada de ti.

Asentí abriendo un poco mis ojos y ella me abrazo, me acostó sobre ella y ahí caí dormida.

Pasaron un par de días y ella y yo no nos hablamos, solo lo básico, dormíamos en la misma cama porque estábamos malditamente mal acostumbradas a no dormir sin la otra pero ni siquiera nos rozabamos.

La vi en la sala mirando televisión y jugando con su teléfono.

Me acerqué con timidez y su mirada se poso en mi.

—¿Puedo…— señale el espacio libre y ella asintió.

Me sente y suspiré.

—¿Podemos hablar? —pregunté y ella asintió.

No sabía que decir ni como explicarle lo que sentía.

—Tengo miedo— confesé y ella frunció el ceño—, de que algún día decidas no estar más conmigo y yo quede en el aire— explique—, no quiero depender de ti, quiero vivir las cosas por mi, no quiero ni puedo vivir en cuatro paredes sin hacer nada.

Tyana no entendía nada lo que yo le decía.

Sentía que me ahogaba cada vez más lo que le iba a decir.

Busqué el sobre en mi bolso y se lo mostré.

Contuve las lágrimas, sabía que había sido una mala decisión.

Tya Aubriot

La vi contener las lágrimas y abrí el sobre con las manos temblorosas.

Era un estudio de sangre de una clínica reproductiva.

“POSITIVO”

Así en letras grandes, tomé aire para no batirla de los hombros por lo que había hecho, había hecho una locura total y habia pasado sobre mis decisiones para hacer eso.

Me levanté y entré a mi despacho. Fume un poco de marihuana.

Se me salió una lágrima, «voy a tener un hijo» pensé a punto de volverme loca.

Subí al cuarto y tomé un bolso, necesitaba un par de días para poner mi cabeza en orden.

Coloque ropa y un par de zapatos.

Pase recto en la sala y subí a mi camioneta.

YoursDonde viven las historias. Descúbrelo ahora