(Oigan esa canción mientras lo leen, es Born to die de Lana)No quiero que te vayas, pero tampoco te voy a amarrar a algo que no sé si deseas...
Me desperté a las cinco de la madrugada en punto y miré todo, cerré los ojos y admito que me imagine otro escenario.
La imaginé a mi lado mientras me abrazaba aun dormida, quizás desnuda como la mayoría de las noches.
Cada recuerdo me dolía en el corazón.
Cada beso, cada caricia, cada vez que me hizo el amor.
Su risa me resonaba en la mente, su mirada hacia mi cada vez que me veía feliz, su voz ronca cuando estaba caliente y cuando me hablaba sucio.
Habían tantas cosas de Tyana que nunca me sacaría de la mente.
Me levanté y me duche y vestí con rapidez.
—¿Ya estás lista? —asentí y nos dirigimos a la clínica.
Llegué y el doctor que atendía a Tyana nos llamó a su consultorio.
Nos sentamos y el doctor suspiró.
—Lillian no te quiero dar falsas esperanzas— asentí—, pero Tyana no está bien, tuvo un paro respiratorio y se encuentra muy débil.
—¿Y no ha tenido evolución? —negó ante la pregunta de mi cuñado.
—Tenemos a nuestro favor que es una mujer sana y muy joven, pero las circunstancias no son muy buenas — admitió con seriedad—, las próximas cuarenta y ocho horas son críticas, pero sinceramente yo no creo que Ty las pase.
Mi peor miedo se hizo realidad, contuve las lágrimas y asentí.
—Si cree en alguna religión es bueno que le vengan a dar la palabra y eso— me dijo y yo tome mi cabeza entre mis manos.
Entre a hablar con ella, si algo pasaba quería al menos haberme despedido de ella.
Coloque mis rodillas en el suelo y tomé su mano.
—Amor de mi vida, te amo, ¿sabes? — susurré—, siento que no te lo dije lo suficiente, pero nunca es tarde, Tyana Aubriot, juro que nunca conocí persona más particular e intensa que tú— confesé—, nunca conocí una chica mala con un alma tan linda como la tuya, nunca conocí una mujer que me hiciera sentir tan jodidamente enamorada, que con un beso me hiciera ver el infierno más rico que ha existido— susurré.
Acaricie su mandíbula y esa nariz respingada que tanto me gustaba.
—Tuve muchas dudas, ¿sabes? — le conté—, cuando te entregue mi virginidad tenía miedo de que te cansarás de mi, igual después de que me pidieras matrimonio, pero nunca me arrepentiría de las decisiones que tomé por ti, Ty, nunca me arrepentiría de algo de lo que hice junto a ti, porque fui tremendamente feliz.
Suspiré y solloce un poco.
—Nunca olvidaré nuestro primer beso, ni las veces que hicimos el amor— dije—, nunca te podré olvidar, fuiste mi mundo y mi universo, mi amiga, mi confidente, mi novia, mi amante y te lo agradezco— susurré—, es tu decisión, mi hermosa, si quieres quedarte o irte, yo no voy a amarrarte más si estas sufriendo.
Le di un beso y salí de ahí.
Este capítulo me partió el corazón.