Capítulo 33. Noche de celebración.

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Los días pasaron, los exámenes habían terminado, todos los alumnos de tercer grado habían mandado sus solicitudes para la universidad y Liam estaba mucho mejor, no era para tanto solo habían sido unos golpes, que si dolían. Liam estaba caminado por los pasillos de la escuela, quería encontrar a Caroline, caminó hasta la cafetería dónde ella se encontraba, se le hacía raro verla así, ya que siempre que la encontraba sola ella leía un libro o hacia tarea, en esta ocasión solo comía su almuerzo.

—Hola Liam —saludó mientras lo veía sentarse enfrente de ella.

—Hola.

— ¿Cómo te sientes?

—Bien, todo está mejor —respondió con una sonrisa.

—Eso es un gran avance, que bueno que sientas mejor, ya no quiero ser tu enfermera privada.

—Haz un hecho un gran trabajo como enfermera, pero hablando de sentirse bien.

— ¿Si?

—Como esta tarde me quitaran el yeso, yo quería saber ¿si te gustaría festejar conmigo esta noche?

—Yo...

—Caroline por favor, mi brazo por fin será libre después de varios días, esto merece una celebración —Casi rogó la aceptación a la cita.

—Bien, esta noche saldré contigo, ¿A dónde iremos? —preguntó con la esperanza de que esta vez Liam si le dijera.

—Extraño mis días de fiestero, me enteré que esta noche habrá una fiesta, entonces iremos a una fiesta —respondió.

Caroline no pensaba que Liam le iba a decir a donde irían, pero entonces descubrió que le gustaba más el Liam que la sorprendía.

— ¿Qué tipo de fiesta?

—Con alcohol y música —apuntó con una sonrisa.

—Solo por la música me convenciste.

Aunque realmente a Caroline no le gustaba la música en fiestas.

—De acuerdo, nos vemos en la noche, pasaré por ti, este nene se tiene que ir porque le quitaran su yeso —anunció feliz. Caroline sonrió al ver esa escena de Liam, después miró como él se marchaba.

La noche llegó, Caroline por primera vez estaba lista a tiempo, quería que todo saliera bien hoy, por eso comenzó a arreglarse tres horas antes, presentía que algo muy importante iba a suceder hoy.

—Caroline, Liam está esperándote abajo —avisó su padre en la puerta de su habitación.

Caroline bajó rápidamente y se sorprendió al ver a Liam, el llevaba puesto una playera blanca y encima una camisa de mezclilla, con un pantalón de color rojo, pero Caroline también se veía muy bien, ella llevaba puesto una playera blanca y al igual que Liam llevaba puesta una camisa de mezclilla encima, parecía que estaban conectados, y para complementar su vestimenta, se puso una falda y unos zapatos tipo botas de color rosa. ¿Qué habían hecho ambos para merecerse a alguien como ellos?

—Te vez hermosa —halagó Liam.

—Tú te veías mejor con el yeso —confesó con una sonrisa.

— ¡Oye! —exclamó el.

—Es broma, tú sabes que te vez muy bien, no es necesario que te lo diga.

— ¿Nos vamos? —preguntó.

—Sí.

Ambos salieron de la casa, él abrió la puerta del carro a Caroline, ella subió y cuando estaba adentro, cerró la puerta, acto seguido subió al auto y comenzó a conducir hasta la fiesta. Era sorprendente el gran cariño que ambos se habían tomado, su relación era amor-venganza-amistad, bueno, eso era lo que ellos sentían, pero en realidad, nadie sabía lo que había entre los dos, ni siquiera ellos mismos, estaban confundidos y para eso era esta noche, para aclarar todo lo que había entre ellos.

—Aquí es—declaró señalando a una casa llena de adolescentes.

— ¿Seguro que quieres entrar? —preguntó ella.

—Sí, la última fiesta que asistí fue cuando tomaste "refresco", además, nos quedan pocos días siendo alumnos de preparatoria, pronto seremos universitarios y no tendremos tiempo para asistir a fiestas, así que sí, deberíamos entrar y pasar una gran noche.

—De acuerdo.

Ambos bajaron del auto, Liam tomó de la mano a Caroline, ella se sonrojó y se sintió incómoda, luego de un rato se calmó. Caminaron hasta la casa, entraron y la música estaba a todo volumen, había muchas personas, unas estaban bebiendo, bailando y otras parecía que estaban teniendo sexo, en definitiva una fiesta no es una buena opción para una cita, donde quieres aclarar emociones y sentimientos.

— ¡Dame esos cinco! —gritó un amigo de Liam.

Liam alzó su mano, la que recién le habían quitado el yeso y le dio sus cinco, nadie esperaba a Liam en la fiesta, pero había asistido por los viejos tiempos y no había ido solo, después de saludar a varios amigos, Caroline y Liam decidieron buscar un lugar más tranquilo para hablar, salieron al patio trasero, en el cual había unas sillas, pocas personas y la música no sonaba tan fuerte como adentro, ellos fueron hasta ese lugar, cada uno tomó una silla y comenzaron a hablar.

—Al fin tenemos tranquilidad —aclamó Liam colocando su vaso en el césped.

—Te dije que era una mala idea venir.

—Para ser sinceros, no tenía ganas de venir, pero tampoco quería estar solo en mi casa.

—Entonces hubiéramos ido a otro lugar.

—Nos quedamos un rato más y después vamos a un lugar a cenar.

—Liam, ¿Qué tal si dejamos de un lado nuestra mala vibra y vamos a bailar un poco?

—Yo no bailo.

—Es la primera vez que te pido algo, así que lo haremos —ordenó levantándose y dándole la mano a Liam.

Al final él le dio la mano y se levantó, no podía negarse ante aquella chica rubia, fueron adentro de la casa, se acercaron a los chicos que estaban bailando y comenzaron a moverse.

Liam estaba disfrutando el momento y también ver a Caroline feliz mientras bailaba, ella estaba disfrutando la noche y nada podía arruinar el momento, bueno, eso es lo que todos creían, pero dos chicos comenzaron una pelea, haciendo que todos se acercaran al lugar donde se llevaba a cabo.

— ¿Crees que esta es la señal para irnos? —preguntó Liam.

—Sí, huyamos de aquí lo más rápido posible—dijo Caroline.

Ambos aprovecharon que todos estaban prestando atención a la pelea para escapar, si los amigos de Liam lo veían no lo iban a dejar ir. Ambos subieron al auto y Liam arranco sin tener un origen fijo.

— ¿A dónde iremos ahora? —preguntó Caroline.

—No lo sé, solo quiero estar lejos de la fiesta.

Tras un largo camino el auto de Liam comenzó a detenerse poco a poco.

— ¡Demonios! —gritó Liam golpeando levemente el volante.

— ¿Qué sucede? —preguntó Caroline.

—El auto se ha quedado sin gasolina —dijo él.

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