Nervios de acero

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Comencé a escuchar risitas nerviosas, murmullos, todos hablando en inglés. Mi trance mirando a Tom Holland desapareció y pude escuchar que Olivia decía algo, pero no le preste atención. Los chicos detrás de Tom eran efectivamente sus hermanos. Martin tenía su mano en mi hombro.

—¿Estas bien?—me susurra, por fin dejo de mirar a Tom y lo miro a él.

—Si—afirmo en un susurro. Él sonríe y suelta mi hombro, yo vuelvo a mirar a Tom.

—Por favor, en orden—dice Olivia.

No sé que debe ser en orden pero todos se callan y Tom mira a Olivia, abre un poco la boca y luego la cierra apretando sus labios. Vuelve a mirarnos a nosotros, junta sus manos delante de él y nos sonríe.

—Hola chicos—dice y escucho que algunos responden.— Bueno, quiero conocerlos así que por favor, sentémonos en los sillones—indica, y todos comienzan a sentarse.

Un gran círculo de sofás rodea el sillón de Tom y sus hermanos. Martin es quien hace que yo me siente, porque de otra forma, me habría quedado de pie. Mis manos sudan, pero ya no las tengo apretadas en un puño, sino que agarro el acolchado del sofá en que estoy, y Martin, a mi lado, está inclinado hacia delante, apoyando sus codos en las piernas con las manos juntas, con su barbilla sobre estas. Olivia ya no está cerca de nosotros, ha vuelto a hablar con un camarero.

—Comencemos con sus nombres—dice Tom, y estira su brazo hacia su derecha, apuntando a un chico que no debe tener más de 17 años, con algunas espinillas en su rostro, sus ojos son café oscuro y su cabello castaño.

—Mi nombre es Alejandro—se presenta en inglés, con un extraño acento. Esta nervioso, lo noto porque está moviendo sus manos sobre sus piernas.

—¿De dónde eres?—pregunta uno de los hermanos de Tom.

—Brasil—replica este.

Todos comienzan a decir su nombre y de donde vienen en orden. Yo estoy más cerca de la esquina izquierda, por lo que hay al menos quince personas antes que yo. No presto mucha atención a los otros, ni tampoco a Martin, me concentro en Tom, su rostro concentrado, de verdad está escuchando a los ganadores, y me agrada.

—Mi nombre es Helen, soy de aquí, EEUU—dice la chica que está al lado mío. No me di cuenta cuando llego mi turno.

Martin me da un codazo en las costillas, disimuladamente, y es cuando me doy cuenta que Tom y sus hermanos me están mirando. Me sonríe y yo me pongo aún más nerviosa.

—Mi nombre es ______, soy de ______(tu país)—digo, controlando mi nerviosismo. Creo que no se notó. Tom me sonríe nuevamente y luego mira a Martin.

No escucho a los demás, porque siento que voy a gritar, la sonrisa de Tom, tan guapo pienso. Comienzo a respirar pausadamente, estoy haciendo el ridículo. Vuelvo a mirar a Tom que sigue concentrado escuchando a los demás. Cuando por fin se presenta la última chica, él se levanta de su asiento y todos quedan en silencio.

—Bueno chicos, como ya saben yo soy Tom, y ellos son mis hermanos Sam, Harry y Paddy—dice, presentándolos mientras los señala con su mano a medida que los nombra.— Vayamos a comer un poco y si les parece hacemos rondas de preguntas.

La mayoría afirma y se levantan para ir a la mesa que tenía toda clase de dulces. Martin me jala de mi brazo derecho para que comience a caminar. Mi corazón late rápido, pero los temblores y el sudor de mis manos ya se habían pasado. Supongo que me estaba acostumbrando a tenerlo cerca. Comenzamos a comer y cada quien levanta la mano para hacerle preguntas a los chicos, la mayoría dirigidas a Tom. Yo había cogido un pedazo de queque de chocolate y un vaso con jugo de naranja, y estaba escuchando cada una de las palabras que Tom decía. Las preguntas eran sobre que se sentía ser Spiderman, como comenzó a actuar, incluso una chica atrevida le pregunto si estaba saliendo con alguien.

De repente, uno de los hermanos de Tom, el más pequeño, que si mal no recuerdo se llama Paddy, se tapa con la mano la nariz. Lo miro atenta y veo que toma una servilleta de la mesa y se la coloca bajo la nariz. Como estoy del otro lado de la mesa, dejo mis cosas sobre esta y me abro paso entre la gente para acercarme, y cuando ya estoy lo suficientemente cerca, noto que la servilleta tiene sangre. Paddy le jala el brazo a su Tom, quien voltea y lo mira. Sus ojos se abren como platos, preocupado. Como ninguno de los presentes, más que Tom, parecen notar del problema, me acerco al pequeño. Iba a colocar su cabeza hacia atrás pero lo detengo antes de que lo haga.

—No, inclina la cabeza hacia delante—le digo en inglés, y él me mira con ojos desorbitados. Esta ligeramente asustado. Me agacho y cojo su mano libre.

—Pero si siempre la llevo hacia atrás—dice.

—Tienes que inclinarte porque si no la sangre se va hacia dentro—le explico. El asiente levemente y se inclina como le dije. No me había dado cuenta, pero ahora todos estaban mirándonos. De repente noto que Tom también esta agachado junto a su hermano, con expresión preocupada.

—Siempre le pasa—comenta Tom. Lo miro nerviosa y asiento.

—Ven, vamos al baño—le digo a Paddy, y me levanto para caminar con él.

—Espérenme un momento—les dice Tom a los demás y nos sigue. Miro de reojo, nerviosa.

Me da mucha vergüenza estar con el casi a solas. Me da vergüenza que me haya hablado. Intento concentrarme en su hermano pequeño. Tom nos dirige hacia el baño de hombres, no me molesta entrar con ellos. Nos dirigimos a los lavamanos y en el camino saco más toalla de papel para limpiarlo. Apenas alcanza el grifo, pero hago correr el agua y ahueco mi mano para recolectar un poco y ponerla en la nariz de Paddy.

—No te suenes—le digo, entregándole más toalla de papel.— Inclínate.

—Ok—dice él.

Observo. Continua sangrando, pero menos. Le voy echando agua para esparcirle un poco la sangre y él se limpia con el papel. Al rato la nariz deja de sangrar y Paddy le limpia bien la nariz y su cara.

—Gracias—me dice Tom. Lo miro y siento como me ruborizo.

—De nada—tartamudeo.

—Ya estoy bien, ¿podemos volver a comer?—le pregunta Paddy a su hermano.

—Claro que si campeón—le replica Tom, revolviéndole el cabello, y se dirigen a la salida del baño.

Los sigo, callada, y observo como en la mesa la gente sigue conversando con los otros hermanos de Tom. Martin habla animadamente con ellos, de hecho, y es que él siempre se lleva de maravilla con las personas, es muy carismático. Poco antes de llegar, Tom le dice a Paddy que se adelante y se gira para quedar frente a mí. Me detengo en seco. Siento como mi corazón comienza a latir más rápido.

—Muchas gracias, enserio—me agradece Tom, sonriendo.

—No es nada—le digo yo, manteniendo una distancia prudente para que no se note mi nerviosismo.

—¿Cuál era tu nombre? Es que era mucha gente y no los recuerdo todos—me pregunta algo avergonzado, yo le sonrió.

—______—le digo.

—Bueno _____, te debo una—me dice con una sonrisa que hace que mi corazón se dispare, luego se gira y va a la mesa junto a sus hermanos para seguir conversando.

¿Suerte o destino? (Tom Holland y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora