Viaje

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—Mamá, por favor, es una oportunidad única—le ruego insistentemente.

—¿Te volviste loca? Como se te ocurre que voy a dejar que vayas sola—dice ella, en tono severo. Coge su taza y bebe un sorbo de té.

—No voy sola, voy con Martin—digo, agachando la cabeza.

—______ ninguno de los dos es un adulto—dice mi padre, mientras unta mantequilla en un pan.

—Si lo somos, tengo veinte años, y Martin veinticuatro-les digo, exasperándome ante su actitud. No soy una niña.

—¿Y si les pasa algo?—pregunta mi madre, negando con la cabeza. Coloca una tajada de queso sobre el pan.

—Mamá, Martin ha estado dos veces en Estados Unidos, esta sería la tercera vez que viaja. Y ambos sabemos hablar inglés bien—replico mirando mi taza. No he tomado ni un poco de café.

—Pero Martin viajo con sus padres—me dice mi padre mirándome. Ruedo los ojos.

—Sí, porque fue un viaje familiar, pero él estuvo prácticamente solo ya que sus padres solo iban a la playa—insisto. No puedo perder esta oportunidad.

—Hija, no tengo drama con que viajes sola, pero es otro país, ¿entiendes?—pregunta mi padre.

—Lo entiendo—digo. Suelto un suspiro.—Pero esta oportunidad es única, ¿entiendes? ¿Nunca soñaste con conocer a tu actor favorito?

—Sí, cuando era niño—responde él.

—Bueno, yo no soy niña, pero esto es increíble, de toda la gente del mundo yo me gane las entradas. Por favor—le digo, mirándolo con ojos de perrito, y juntando mis manos.

—Si aceptáramos, y no estoy diciendo que lo haremos—dice mi madre, mirándome con severidad, carraspea un poco.—Tienes que prometer que te vas a cuidar mucho, te iremos a dejar y a buscar al aeropuerto, nos llamaras todos los días, y me mandaras mensajes cuando llegues, y a cada hora ______, cada hora—recalca mi madre.

—¿Entonces sí?—pregunto sonriendo.

Mi madre mira a mi padre. Mi padre suspira y luego se encoje de hombros.

—Si—afirma mi madre.

Salto de alegría y suelto un grito de júbilo. Corro a mi cuarto a buscar mi teléfono y llamo inmediatamente a Martin.

—¿Te dejaron?—me pregunta rápidamente.

—¡Sí!—exclamo, ambos comenzamos a gritar de felicidad.

—Espera, espera, ¿Se han contactado contigo?—me pregunta.

—Si—respondo.—Esta tarde me llamaron, creo que un agente o algo así, dijo que hoy teníamos que mandar los datos de quienes viajan, y que se supone que en dos días más nos iríamos. No te lo dije porque no sé si me iban a dejar.

—Te mandare enseguida mis datos y se los mandas ahora—dice él. Imagino su cara, debe tener sus ojos saltones de la emoción.— ¿Cuánto tiempo estaremos allá?

—Una semana.

—Maravilloso—dice.— Yo hable con mis padres esta mañana y solo me dijeron que me cuidara mucho.

—¿Puedes creerlo, Tintin?—pregunto, me siento en el borde de mi cama, mordiéndome el labio.

—Es un sueño hecho realidad—afirma.

Luego de colgar, Martin me manda sus datos y rápidamente escribo un correo con ellos. Unas horas después me llega una respuesta, en donde me indican la hora de mi vuelo.

Durante los dos días de espera, soy como un torbellino que anda vuelto loco por todos los lugares. Me dedico a empacar, busco ropa de verano, y algunos sweaters, puede que algún día haga frio. No encuentro nada lo suficientemente elegante para la premiere, así que empaco la blusa más bonita que encuentro, y unos jeans oscuros, es lo mejor que tengo.

Mi mamá me lleva al centro comercial a comprar algunas cosas, medicamentos por si me siento mal, linterna (no sé para qué, pero no la contradigo), unas sandalias muy bonitas, entre otras cosas. Ansiosa por mi viaje, no logro dormir bien, imaginando todo, imaginando a Tom, imaginando a Zendaya. Me desvelo.

Cuando por fin llega el día, soy un manojo de nervios. El vuelo es a mediodía, y tenemos que estar en el aeropuerto cuatro horas antes, por ser internacional. Me despiertan a las seis de la mañana, bebo rápidamente un café y como un pequeño trozo de pan con jamón. Me despido de mi perro, un Golden Retriever al que he llamado Thor, y subo mi maleta al auto. Le envío un mensaje a Martin y me responde que está en camino. A las siete y treinta minutos llegamos al aeropuerto, nos dirigimos a una de las cuantas filas para facturar la maleta y retirar mi ticket de vuelo. Martin no tarda en llegar y nos encontramos en la fila cuatro, está junto a su hermano.

Una vez registrados y con las maletas ya ingresadas, nos dirigimos hacia la aduana. Me despido de mis padres.

—Cuídate mucho por favor—me dice mi madre abrazándome, me da un beso en la frente.

—No olvides nuestro trato—dice mi padre, y luego me abraza, me da un beso en la coronilla y se separa. Le cojo una mano a cada uno y los miro.

—No lo olvido, y tranquilos, estaré bien—les sonrío.

Martin se despide de su hermano y luego de mis padres. Nos dirigimos a la fila de la aduana. Tengo un bolso con mi pasaporte, cartera y teléfono. Siento mi teléfono vibrar, así que lo saco del bolso y miro la pantalla. Es una llamada, probablemente del agente.

Hablo con él en inglés y me dice que me estará esperando en el aeropuerto, va a estar con un cartel para indicarnos con quien irnos, y que nos iremos a un hotel con otros ganadores. Cuando cuelgo, resoplo y sonrió, esto está pasando de verdad.

Nos giramos con Martin para despedirnos de mis padres y su hermano una última vez antes de pasar por la aduana. Sin ningún problema entramos y nos dirigen a los asientos frente a nuestra puerta de embarque, nos quedan muchas horas para despegar. Mientras tanto, me quedo dormida en el hombro de Martin y él se dedica a jugar en su teléfono.

Luego de unas horas nos indican que debemos embarcar, nos colocamos en la fila, mostramos nuestro pasaporte y ticket, e ingresamos a la manga hasta llegar al avión, buscando nuestros asientos. En el avión comienzan a dar las instrucciones de seguridad, nos dan la bienvenida y comienza el despegue. El viaje es largo, pero hay pantallas donde comienzan a dar una película y pasan las azafatas repartiéndonos audífonos. Están dando Never let me go, una película romántica y muy triste.

Varias horas de viaje después, nos indican que comenzara el aterrizaje. El avión se mueve un poco pero veo por la ventana que ya hemos aterrizado a salvo. La gente aplaude y nos dan la bienvenida a Los Angeles, Estados Unidos.

—Ya estamos acá—dice Martin apretándome la mano. Volteo a mirarlo.

—Ya estamos acá—afirmo sonriendo.

¿Suerte o destino? (Tom Holland y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora