Capítulo 18

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Pov Jhon

Veo a Emma desaparecer por las puertas del hospital, suspiro y enciendo la camioneta, augurando que este sera el fin de semana mas largo de mi vida. Como tengo varias cosas que resolver, empiezo por la que mas me preocupa en este momento, el hombre que la agredió en el hospital,tengo que hacer que ese hombre pague por lo que  le hizo y no voy a descansar hasta que sea así.

Cuando llego al departamento de policías, bajo de la camioneta y me encuentro con mi padre y Carlos Moore, el abogado del aserradero y quien nos va a asesorar en todo el proceso.

—Papa. —saludo y le doy un abrazo. —Carlos. —A este le tiendo la mano. —Gracias por venir.

—Estoy para servirles, Jhon. —asiento y mi padre palmea su espalda.

—Emma, ¿como esta?. —pregunta mi padre. Anoche le conté todo lo que había sucedido y después de darme un gran regaño, se solidarizó con nosotros y ofreció su apoyo, él ya se encargo de poner a Carlos al tanto de todo.

—Bien, esta en el hospital. Carlos, ¿tienes todo listo?. —asiente. —Entremos entonces...

—Eso no es posible. —golpeo el escritorio del comandante con fuerza y me pongo de pie. —Ese hombre no puede estar libre. ¿Que me garantiza la seguridad de mi mujer, en estos momentos? ¿Como sé yo, que el no va tomar represalias contra ella?. —grito. —El golpeo a mi mujer y a la suya, de tal manera que la mando al hospital, viene aquí, da unos dólares y listo.

—¿Que quiere decir con eso Señor West?. —El oficial McPhill se pone de pie y me enfrenta. Al parecer mis palabras tocaron algún lado sensible.

—Sabe muy bien lo que quiero decir. —digo entre dientes sin apartar mi mirada de él. —Dejaron libre a un abusador. ¿ Por que?. —Lo reto.

—Su esposa no se querello contra él y cuando solicitamos la presencia de la doctora Owen no dimos con ella. —Me explica. —Nadie supo decirnos donde estaba.

—Emma Owen lo denuncio el mismo día del accidente. —le informa Carlos. —¿Por que no le dieron curso a la misma?

—No fue una denuncia como tal. Solo le contó a los policías como sucedieron las cosas, no firmo ningún papel, o algo parecido. El abogado justifico insuficiencia de pruebas y no tuvimos otra opción que darle su libertad con algunas restricciones, hasta el día de la audiencia.

—¿Que tipo de restricciones? —inquiere Carlos molesto, el oficial busca una carpeta y la revisa.

—Presentación periodica, impedimento de salida y no puede acercarse a ninguna de las victimas. —nos informa.

—Mas le vale que no lo haga. —inquiero entre dientes, en realidad no se que pueda pasar si tengo a ese hombre frente a mi.

—¿Cuando es la audiencia?. —pregunta Carlos.

—Veinte días. —McPhill toma asiento y se queda analizandome, mas bien desafiandome con la mirada, pero es un desafío que no estoy dispuesto a perder. —En los próximos días le llegara un citatorio a su defendida, esperemos que ahora si este. —dice con tal ironia, que me dan ganas de partirle la cara.

—Si estara. Y yo estaré ahí para defenderla. Comandante. —Mis últimas palabras cargan tanta ironía que hacen endurecer su rostro. —Espero que ese hombre también esté, porque sino me asegurarse de ir yo mismo por el y traerlo. —No esperó su respuesta y salgo de la oficina. Algo no anda bien aquí y voy a investigar, ¿que es?...

Llego a la oficina del aserradero, muy molesto, mas aun, que me entere la fama de permisivo que tiene  el comandante McPhill con los delincuentes, pero conmigo esa no va, nadie, absolutamente nadie, se mete con mi mujer y disfruta de su travesía. Si él, como autoridad no tiene los pantalones para hacerlo, lo hare yo y creo que es algo que disfrutare mucho.

No Huyas al amor...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora