Capítulo 40: La canción de cuna.

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Han transcurrido veinticuatro horas desde que Jonas me arrebató la mariguana, estoy sentada en la cama frente al espejo de cuerpo completo, echo una mirada, mi cabello en una coleta, mis ojos tristes y el maquillaje esparcido por mis mejillas, mis manos delgadas y huesudas tiemblan por la tan ansiada necesidad de ella.

Negué una y otra vez.

—No te necesito. —Susurré. —No te necesito, me oyes. —Él quiere que corra a sus brazos, pero no lo haré—Sonreí en una mirada perdida.

Me reí un buen rato.

No sé qué era gracioso precisamente, pero si me estaba riendo era grandioso hacerlo después de tanto tiempo sin hacerlo.

—Me gusta el sonido de tu voz—Escuché aquella voz rasposa, susurrar en mi oído, mis labios se contienen y comienzan a temblar. La carne de mi lado izquierdo se pone rizada al sentir aquella voz.

—Tú no estás aquí. —Dije en un comentario sin emociones. No podía permitir que el no consumirla me afectara.

—Lo estoy. —Dice. Sentí un par de manos grandes en mis hombros, luego aquellas manos grandes y delgadas recorren mi cuerpo hasta llegar a mi cintura. — ¿Recuerdas cuantas noches estuvimos así, tu llorando y yo sosteniéndote? —Su voz enciende tantas emociones dentro de mí. Me indica peligro, peligro, porque sé que estoy perdiendo mi cordura. Y lo escucho tan realmente que mi piel se eriza al sentir su aliento en mi oreja. — ¿Recuerdas cuantas noches mis manos pasaban por todo tu cuerpo sin pedir permiso?

Tragué saliva al sentir sus manos en mí y cerré los ojos.

"Oh, Dios Mío si este es mi castigo por todo lo malo que he hecho, no lo hagas, mi corazón se rompe cada vez que él está en mi mente, pierdo la cordura y a la vez mi fe"

—No estás aquí, Zayn. No lo estás. Hace más de nueve meses que me abandonaste.

Sentí sus manos alejarse de mí, levante la mirada hacia el espejo y lo vi  en él. Parado detrás  de mí, sus ojos están llorosos y con una enorme tristeza incrustada en ellos, la mitad de su rostro esta ensangrentado y por su lado derecho de su cabello escurre sangre.

Mis lágrimas caen, pero no me permito perderlo de vista, lo miro con los ojos muy abiertos, mientras mi boca tiembla.

—Te amo, Eleanor. —Dice con un nudo en la garganta— No tienes una jodida idea de cuánto te amo.

Las lágrimas comienzan a  brotar continuamente y solo lo miro.

—Tú no puedes olvidarme. Tú no puedes, no debes. —Insiste.

Asentí.

Los lloridos de un bebé comienzan a escucharse por toda la habitación, su mirada vaga por toda la habitación y sé que está confundido, me mira para que le dé una explicación.

—También ¿lo escuchas?

El asiente y su rostro se relaja.

—Zayn, perdóname. —Le dije con un nudo en la garganta. —Después de tu muerte, todo había terminado para mí. No había más días coloridos, no había más felicidad, no había más mundo para mí. A las pocas semanas comencé a sangrar—Tragué el nudo pero no servía de mucho. — Un doctor me revisó... Y me dijo que estaba embarazada. Un lindo y hermoso bebé estaba en camino y lo maté. Ni siquiera pude darte un hijo.

Sus lágrimas comienzan a caer, mojando la cama con ellas, sus ojos están más tristes que antes.

—A veces escucho el llorido de nuestro bebé. Y me parte el alma escucharlo, me siento tan vulnerable, aunque sé que no había futuro para él, no puedo evitar  sentirme fatal.

El niega y extiende su mano, me giro y tomo su mano ensangrentada, su mano está temblando y la beso.

—Intento no perder la cordura, pero cada vez que te veo sé que la he perdido y se siente tan jodidamente increíble perderla.

El muestra esa grandiosa y excitante sonrisa.

—Te amo —Susurré.

La puerta se abre y Zayn desaparece de un instante a otro, todo tiembla a mí alrededor y la voz de la madre de Jonas suena alejada.

La miro, pero sin embargo no entiendo nada. Ella toma mis manos temblorosas y toca mi frente, yo solo puedo sonreírle.

Ella hace señas y me  mete a la bañera. Una vez sentada, veo como ella comienza a mojarme el cabello con agua fría, pero mi cuerpo no reacciona al cambio de temperatura que está recibiendo, ella habla y habla, pero sus palabras suenan alejadas.

Frente a nosotras hay un espejo, miro su rostro preocupado y mi rostro sin ninguna pizca de preocupación.

Me llevó al comedor, estaba sentada frente  a Jonas, un plato de sopa caliente estaba en mi lugar, me concentre en observar el humo caliente que se levantaba.

— ¿No piensas comer? —pregunta Jonas.

No hice nada, solo mire hacia el humo caliente de mi sopa.

—Así que ahora no me hablarás. ¡Que inmadura! —se queja.

No respondí, sentí la mano de la madre de Jonas sobre la mía, me gire hacia ella y me mostro una sonrisa con ojos llorosos.

No necesite ninguna palabra para saber que me estaba pidiendo que comiera. Levante la cuchara y le di un sorbo. Uno tras otro. Con la mirada perdida. Sentí la mirada de Jonas en mí, pero ni siquiera lo mire.

Todo era tan tranquilo, tan lleno de paz. La noche calló y me quede en la sala junto con la madre de Jonas, ella estaba en una mecedora de madera tejiendo un suéter y yo estaba poniéndole atención a la televisión.
En toda la noche no mencioné ni una sola palabra, todo era tan silencioso.

Ella se veía tan feliz tejiendo el suéter y yo tan vacía por dentro.

Una punzada en la cabeza hace que cierre mis ojos, abro los ojos y todo se mueve, tan lentamente, el lloriqueo de un bebé comienza a escucharse, tan fuerte que mis oídos quieren reventarse.

— ¡Basta! —Grité.

Veo como la madre de Jonas me mira pero sigue tejiendo.

— ¡Basta! —Grité— ¡Cállate! ¡No existes!

Los lloriqueos eran más y más fuertes cada vez. Comencé a llorar y a taparme los oídos.

— ¡Ya! ¡Cállate!

Todo es diferente, todo es tan movible, Jonas llega corriendo a la sala, me mira con ojos tan abiertos, él se dedica a acercarse a mí y su mamá  lo detiene con una señal.

— ¡Mira como esta, Madre! —Gritó Jonas.

Ella negó y comenzó a cantar una canción de cuna.

Su voz comenzó a silenciar los estruendosos lloriqueos de mi bebé y a la vez comenzó a llenarme de paz el alma.

Ella cantaba como si nada estuviera pasando, tan tranquila, y concentrada en su tejido. Jonas la observaba sorprendido. Sentí como mi cuerpo comenzó a tranquilizarse y me acomodé en el sillón y me dedique a ver la televisión.

En cuanto mis ojos comenzaron a cerrarse, sentí las manos de Jonas en mí, cargándome en sus brazos sin esfuerzo y recorriendo la casa.








Hola, hace un buen de tiempo que no actualizaba, de nuevo te agradezco que sigas aquí descubriendo esta historia, no hay palabras suficientemente grandes y buenas para agradecerte que estés aquí. ¡Te envío mucho amor y mucha paz! Un fuerte abrazo desde México. Con mucho amor: ¡Jackey!

Don't forget me |Español.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora